Cuenta la leyenda, que después de 10 años de combate entre Griegos y Troyanos y ante la imposibilidad de penetrar los muros de la ciudad sitiada, los primeros idearon la construcción de un gigantesco caballo de madera, el que ofrecerían a los dioses por su pronto regreso a tierras griegas. Fingiendo retirarse, ocultaron una gran cantidad de sus soldados dentro del caballo de madera, el que fue introducido por los mismos troyanos dentro de los muros de la ciudad, para ofrendarlo a sus dioses durante la larga fiesta de celebración de la supuesta victoria sobre sus enemigos. Durante la noche, los soldados ocultos salieron de las entrañas del caballo, tomaron e incendiaron la ciudad casi sin ninguna resistencia por parte de los supuestos vencedores. Este ardid es conocido en la historia como el Caballo de Troya y se refiere actualmente a aquellos individuos u organizaciones que, haciéndose pasar como afectos a una causa, tratan de minarla y destruirla desde adentro, cumpliendo órdenes del adversario, a quienes sirven, ante la imposibilidad de hacerlo ellos mismos.
En la situación política actual de nuestro país, a través de las distintas encuestas que constantemente se realizan, la mayoría de la población demanda la unidad de las fuerzas de oposición para poder enfrentar al orteguismo en las elecciones del 2011. Algunos claman constantemente la necesidad de aglutinar a todos las fuerzas que son y se dicen de oposición, como la única fórmula para alcanzar la victoria, independientemente de que con sus actos, algunos de ellos se comportan como verdaderos Caballos de Troya dentro de las filas de quienes nos oponemos a Ortega y al orteguismo.
Lo han hecho en el pasado y lo seguirán haciendo en el futuro, pues ellos no dependen de su propia voluntad, sino que cumplen la del adversario, porque algunos son parte de ellos, cumpliendo misiones de “topos”, a como se les denomina en el argot de las fuerzas de inteligencia a los agentes infiltrados por largo tiempo y que permanecen ocupando cargos de importancia en las organizaciones opositoras. Otros, son usados para los fines del orteguismo a cambio de dinero, prebendas, cargos en el gobierno para sus familiares y amigos, por chantajes o amenazas directas o simplemente por cobardía, ambición e incapacidad. La principal tarea que, invariablemente, todos ellos cumplen en estos momentos, es desalentar y desmotivar a la población en torno a una candidatura unitaria y de consenso y mantener en la mente de los nicaragüenses la creencia de que Ortega es inevitable e invencible, que todo cuanto se haga es insuficiente porque este ya ganó desde ya las próximas elecciones del 2011.
Por eso, la unidad no puede ser con todos y a ojos vendados. La oposición nicaragüense poco a poco va encontrando su propio cauce unitario, en un camino plagado de trampas y tramposos. La tarea no es nada fácil, sobre todo cuando se tiene enfrente a un adversario que dispone de un inmenso poder económico, el que utiliza para comprar voluntades a diestra y siniestra y cuando muchos que se dicen opositores, están más pendientes de sus propias necesidades que de las necesidades de aquellos a los que dicen representar. De ahí la frase “La calle esta dura”, que se ha vuelto ya tan famosa en boca de “opositores” que regresan arrepentidos al regazo del orteguismo, para seguir usufructuando cargos y prebendas.
Superada la trampa de las primarias inter partidarias, quedan muchos escollos que vencer y el más importante es saber quiénes son los verdaderos aliados y quienes los alacranes dentro de la camisa. Muchos se acercan para ofrecer sus casillas, las que nunca han participado solas en una contienda electoral. Otros ofrecen poderosas estructuras a lo largo y ancho de departamentos, municipios, barrios, comarcas y cañadas en todo el país. Algunos más, verdaderos ejércitos de fiscales, haciendo creer que sus tendidos electorales son más inexpugnables que las murallas de Troya. Florecerán los grupos de apoyo a la candidatura, con personajes que se creían ya olvidados o extinguidos, pero que casi por milagro de la naturaleza, aparecen y florecen como hongos después del aguacero, ofreciendo su valiosa experiencia en los asuntos concernientes a la organización de campañas electorales, pero sobre todo, en la correcta administración del estado, por el que estarían dispuestos a “sacrificarse”.
La posibilidad real de que sea Fabio Gadea Mantilla la persona que una a los nicaragüenses en una candidatura de consenso cada vez se perfila con mayor fuerza y decisión y no hay que caer en la trampa de que por que hay que ir unidos tienen que estar todos los que se autonombren de oposición. Como dice el dicho popular, “Ni están todos los que son, Ni son todos los que están”, las últimas encuestas continúan reflejando que el sector denominado independiente es la fuerza mayoritaria de votantes en el país. Se menciona por las mismas encuestas, que Ortega ha logrado captar un sector importante de este segmento, por lo que no hay que caer en el error del triunfalismo y creer que al ir todos en un “mismo saco”, la población dará su voto como un reflejo automático.
Los llamados independientes, que no se apresuran a votar por cualquiera y toman su decisión en base a un largo proceso de análisis, estarán pendientes de quiénes acompañarán al eventual candidato unitario y de consenso, es decir de las alianzas que se perfilen y de las cuotas de poder, reflejadas en las listas de diputados, que estos logren alcanzar. El peligro puede ser, que ante una supuesta necesidad de aglutinar a todos para derrotar al orteguismo, incluidos los que hoy en día, con sus acciones, se comportan como aliados, pactistas o subordinados de Ortega, indeseables todos ellos, alejemos a este numeroso grupo de votantes y propiciemos un gran abstencionismo, fatal para las pretensiones de la oposición y escenario ideal del oficialismo.
Por eso, la consigna debe ser de Unidad, pero con aquellos que realmente se ganen el derecho de formar parte de este esfuerzo en contra de la dictadura que pretende consolidar Daniel Ortega. Y este derecho se debe demostrar a los nicaragüenses en acciones concretas día a día, sin titubeos, vacilaciones ni excusas, pues de lo contrario, lo que estaríamos llevando a lo interno de las filas de la verdadera oposición, sería el Caballo de Troya que la destruiría desde adentro.