Una vez mas y con la pasmosa tranquilidad con que las autoridades lo hacen
y la población lo acepta, los precios de los combustible han experimentado una
brutal alza en los precios. Como una reedición de los famosos y recordados
lunes negros de los años 80’s, recordados por los que pintan canas por
supuesto, y como para no perder la vieja costumbre de aquella época, la pareja
presidencial nos receta semana a semana, casi como una letanía que se repite
cada siete días de manera tenaz e ininterrumpida, un nuevo castigo a los
bolsillos de todos los nicaragüenses y de manera especial a los más pobres, la
inmensa mayoría de la población.
Según las informaciones surgidas luego de este “generoso regalo” cristiano,
socialista y solidario, fruto de la política de vivir bonito a costa de los
bolsillos de los que viven feo, nos damos cuenta de que estamos pagando el
combustible más caro de Centroamérica, superior incluso al que pagan los
hermanos salvadoreños, precisamente a quienes “les exportamos” una buena parte
de lo que consumen. Sin que exista un solo pozo de petróleo en nuestras
tierras, ni mucho menos que tengamos dentro de nuestros conciudadanos a algún
Jeque árabe que nos haga el honor, “nos hemos” vuelto exportadores de Petróleo
y sus Derivados, según las cuentas del Centro de Tramite de las Exportaciones,
CETREX.
Sucede que según las cifras oficiales de dicha institución, en el año 2012
“exportamos” US $ 50,143, 043.38 (Cincuenta millones, ciento cuarenta y tres
mil cuarenta y tres dólares con 38 centavos) una cifra nada despreciable, sobre
todo si tomamos en cuenta que el año anterior, el 2011, habíamos exportado
“solamente” US $ 14,986,064.55 (Catorce millones, novecientos ochenta y seis
mil sesenta y cuatro dólares con 55 centavos). No es necesario devanarse los
sesos para saber que la empresa exportadora es ALBANISA y el destino de estas
exportaciones es El Salvador y posiblemente Honduras.
Lo que sí se ha convertido en un quebradero de cabezas es explicarnos
porque los salvadoreños tienen el precio de sus combustibles más baratos que
los nuestros, sobre todo si tomamos en cuenta que tendrían que sumarle a sus
costos, un intermediario más en la cadena de comercialización, en este caso
ALBANISA y los costos adicionales de transporte, entre otros. Los consumidores
de El Salvador pagan el Diesel a 4.21 dólares, la Gasolina Regular a 4.10
dólares y la Gasolina Súper a 4.45 dólares, mientras que en Nicaragua se pagan
a 4.68, 5.10 y 5.48 dólares respectivamente. Incluso nos damos el “lujo” de
tener precios más altos que Costa Rica, a excepción del Diesel, cuyo precio es
10 centavos de dólar más barato que el nuestro, pero el precio de la Gasolina
Regular es 5.06 dólares y la Súper 5.35
dólares. Y no hablemos de la economía tica, cuyas exportaciones fueron el año
pasado US $ 11,386,700 Millones de dólares, 4.25 veces más que las
exportaciones nuestras (2,677.4 Millones de dólares). Algo está muy mal en
nuestro país. Definitivamente.
Todo pareciera indicar que de lo que se trata es de “hacer caja” de manera
urgente ante la posibilidad de un desenlace fatal de Chávez en Venezuela,
quien, según los cables internacionales, mas creíbles que la propia gente del
gobierno sud americano, vive ya sus últimos días en la residencia oficial
presidencial en Isla La Orchila, a donde habría sido trasladado en secreto.
Esto preocupa al régimen orteguista, quien se estaría preparando para un compas
de espera de al menos dos años, periodo en el cual calculan estarían
iniciándose los mega proyectos con los chinos, en los que han depositado todas
sus esperanzas. El famoso “Plan B” de la gente en el poder. Tienen sobradas
sospechas que tras la desaparición de Chávez, las cosas no serán jamás como
antes y habrá que pagar al menos el petróleo en otras condiciones, mucho menos favorables
que las actuales.
Para muchos, los fieles, los incautos y los inocentes, la pregunta que cabe
es: Que han hecho con la plata durante todos estos años? La respuesta es bien
sencilla, esa plata tiene dueño, ya que el convenio de suministro de petróleo
con Venezuela fue privatizado por la familia presidencial a los pocos meses de
haber asumido Ortega el gobierno en el 2007. Privatización por supuesto ilegal,
inconstitucional, ilegitima e inmoral. Esa plata ha servido para enriquecer a
unos pocos, en primer lugar a la familia presidencial. Una parte está
depositada en bancos nacionales, otra parte ha servido para la compra de
propiedades urbanas y rurales, canales de televisión, radios, hoteles, empresas
ya establecidas, desarrollos urbanísticos, inversión millonaria en grandes
proyectos de generación eléctrica, agroindustria, explotación maderera,
intermediación financiera y quien sabe cuántos negocios más, que ni cuenta nos
damos.
No hay, ni por asomo, piedad con el pueblo pobre nicaragüense. Mientras
ellos y sus allegados se enriquecen a más no poder, la gente común, la de las
estadísticas que miden la pobreza, tiene que buscar como ingeniárselas. Las
alternativas son simples: emigrar y enviar remesas a sus familiares que dejan
en el país, prostituirse, volverse delincuente, buscar un trabajo con el
partido y agachar la cabeza por supuesto, esperar alguna dadiva de arriba y
mientras tanto dedicarse al “bin - ban”, la designación popular de aquellos que
han decidido entrar a la economía informal, dicho sea de paso, la que más crece
en el país.
Las cifras oficiales son maravillosas, según quienes se dedican a las
alabanzas y dar loas al buen manejo de la macro economía y la gestión gubernamental.
Record de exportaciones, record de Inversión Extranjera Directa, record de
remesas recibidas; un país de record,
pero nadie habla de lo que realmente vale la pena para el nicaragüense
común y corriente: la micro economía, la economía familiar, la economía de la
gente de a pie. La economía de la mayoría de la población, que no tiene “pata”
en el gobierno, ni en el partido, ni en la alcaldía. La economía de la gente
que va al mercado a ver como estira la plata para los dos o tres tiempos de
comida que hay que asegurar, la de la gente que vive al fiado, que vive sobre
girada, que no le interesa vivir bonito porque en estas condiciones, obligadas
por este desgobierno, solamente se puede aspirar a vivir feo. La economía de
miles de ancianos que viven en la incertidumbre de poder llegar al día
siguiente, pues el asunto de la pensión reducida se volvió una quimera, ya que
arriba decidieron que era mejor la limosna del bono. La economía de miles de
retirados del ejército y desmovilizados del SMP que continúan esperando el
cumplimiento de las promesas hechas. En fin, la economía de cerca del 80 % de
los ciudadanos de este país.
Y mientras esto sucede, los que tanto nos hablan de socialismo,
cristianismo y solidaridad, continúan castigando al pueblo, a quien ya ni
siquiera le dan pan y circo, solamente circo pues para el pan no ajusta. Y nos seguirán
tratando de convencernos que las cosas marchan bien en Nicaragua, que tenemos
la gran suerte de que ellos estén en el gobierno, pues sin ellos los precios de
los combustibles estarían por las nubes y Venezuela no “nos” haría el gran
volado de semejantes concesiones. Lo malo no es que nos asalten a plena luz del
día, lo malo es que además de que se los permitamos, haya gente que crea que
esto es lo mejor para los nicaragüenses y nos alienten a que sigamos dejándonos
asaltar. Ver para creer.