Mucho se ha hablado del famoso “Plan B” del gobierno, que no es más que las
previsiones del régimen para enfrentar lo que en su momento era una posibilidad
y que ahora se convirtió en una realidad, la desaparición física del Comandante
Hugo Chávez y con ella, la amenaza de la continuidad del flujo de recursos que
vienen hasta el día de hoy a manos privadas, producto de la privatización de la
ayuda petrolera venezolana. Esta amenaza pende sobre los programas
clientelistas que la familia presidencial ha desarrollado en el tiempo que
tiene de estar en el poder y que a la postre se han convertido en la fuente del
mismo, ya que todos sabemos que gobernar a una mayoritaria masa empobrecida,
sumida en la ignorancia y carente de empleos dignos, el solo hecho de proporcionarles
algún beneficio o prometer que se les dará en el futuro, sean estas laminas de
zinc, gallinas, un cerdo o una vaca parida, se convierte en un estupendo
aliciente para seguirles ordeñando los
votos.
El mentado Plan está fundamentado en una supuesta diversificación del apoyo
internacional para el cumplimiento de las metas de mediano y largo plazo del
gobierno, en sustitución de la cooperación de Venezuela que, previsiblemente,
tienda a disminuir y eventualmente, desaparecer. El problema de esta potencial sustitución
es que, al igual que en los años 80’s, y pareciera una mala costumbre arraigada
en el comandante, siempre se busca la ayuda de un solo país con el que se tenga
afinidad política o ideológica. El problema es que siempre se buscan alianzas
geopolíticas y no cooperación para el desarrollo. Nos volvemos títeres de los
caprichos de los mentores, abandonando totalmente los conceptos de soberanía
nacional, dignidad patriótica, libertad para decidir sobre nuestro futuro y
siempre quedamos de rehenes de los intereses de quienes nos adoptan. Por culpa
de este tipo de gobernantes, siempre estamos condenados a ser “hijos de casa”
del que paga las cuentas.
Antes fue la URSS, durante los años 80’s, que después del arreglo
geopolítico entre Reagan y Gorbachov, la dirigencia de aquel entonces se vio
obligada a negociar el fin de la guerra. Las consecuencias fueron la pérdida del
poder y la desaparición gradual del FSLN como partido político, dando paso al
orteguismo, la antítesis del Sandinismo. Luego fue Venezuela, en detrimento de
la amplia cooperación internacional que apoyaba al país y que a la postre ha
ido saliendo paulatinamente para, difícilmente, volver más. La diferencia con
la primera radica en la privatización de la ayuda, ya que ha concentrado en
pocas manos el enorme flujo de dinero del petróleo.
En vez de entrar al presupuesto nacional, “ayudó” a convertir a una modesta
familia de clase media en la más poderosa del país. De la noche a la mañana,
dicha familia amaneció con cientos de millones de dólares para construir un
imperio económico como nunca antes y tan rápido se había visto en la historia
de Nicaragua. Y como es obvio, tanta plata debe de causar algún efecto en una economía
tan pequeña como la nuestra, ya sea por el efecto de derrame o por la inversión
que sus propietarios hagan en los muchísimos negocios en los que han incursionado.
El colmo es que hasta se volvieron prestamistas del estado, pues han colmado de
préstamos con muy pocos o ningún interés a diferentes instituciones públicas.
Obviamente, que el repago de estos créditos, que ni siquiera son autorizados
por la Asamblea Nacional, limpia un poco el dinero facilitado, pues por muy
prestamistas que pretendan aparecer, esa plata, según el convenio original, debería
estar en las finanzas públicas y no en manos de particulares.
Ahora bien, mientras el Plan B no cuaje, es decir, los inversionistas
chinos no terminen de convencerse de invertir miles de millones de dólares en
Nicaragua, luego de los sustos que han pasado con los venezolanos después de la
muerte de Chávez, (tuvieron que exigir garantías en oro por los 50 mil millones
de dólares que dieron en adelanto por petróleo), habrá que decidir qué hacer
mientras tanto. Mantener bonos, programas clientelistas, supernumerarios en el
gobierno central, en los gobiernos locales y en el partido, subsidios energéticos
y otras regalías para mantenerse en el poder, cuesta y cuesta mucho. En la
medida que los flujos disminuyan, en esa misma medida disminuirá la compra de
estabilidad a base de mantener contentos a los más pobres. Habrá que decidir
entre distribuir las ganancias del negocio o no hacerlo y si la decisión es
esta última, pues entonces tendrán que recurrir a la represión para mantener a
la población soportando, además de la falta de libertad, carencias económicas más
fuertes, un coctel peligroso en el mediano plazo.
Mientras la familia presidencial esté al frente del monopolio de la importación
del petróleo, de su almacenamiento, tenga más del 30 % de la cuota de mercado
en la distribución de combustibles y sean los mayores generadores de energía en
el país, el negocio estará asegurado para ellos, pero de esto, a continuar soltando
plata para los programas mencionados, hay un mundo de diferencia, por lo que es
de esperar que la represión comience a pasar a una nueva etapa, más abierta,
menos disimulada y selectiva, para evitar que las aguas se salgan del cauce en
que han estado durante estos seis años. No se pueden dar el lujo de que
inversionistas extranjeros piensen siquiera en retirarse del país, a como han
amenazado los de B2GOLD, luego del rechazo mayoritario de la población de Santo
Domingo de Chontales por su lesiva presencia. Las leyes nacionales han sido
hechas a la medida de los intereses de las empresas extranjeras y en contra de
los intereses de los trabajadores nicaragüenses. A la cúpula gubernamental le
interesa únicamente la inversión extranjera para poder seguir hablando de
cifras record y que nadie se fije en las multimillonarias ganancias que la
ayuda venezolana les permite acumular. Al gobierno lo único que le interesa es
seguir vendiendo al exterior la idea de estabilidad de un país de ensueño que creen
tener y si para vender esa idea hace falta ampliar la represión, no es que lo
van a hacer, es que ya lo están haciendo.
Estaba dicho que la muerte del Gran Mentor iba a traer cola en nuestro país,
ya se está viendo y en la medida que las condiciones económicas se compliquen
aun mas, la represión con todo y Plan B irá en aumento. Y eso que falta el
impacto del cometa “Café enRoyado” en
nuestra economía, que según se plantea por los especialistas, será mucho mayor
que lo que el gobierno acepta públicamente y esto indefectiblemente traerá más represión.
Una vez más, la historia se repite.