En
los últimos días se comenta mucho acerca de la situación económica que
atraviesa el régimen orteguista, que unos la consideran excelente por los
resultados macroeconómicos, avalados incluso por el Fondo Monetario
Internacional, FMI, y otros la plantean como un fracaso, por los resultados
microeconómicos que afectan a cerca del 80 % de la población, quienes
constituyen la base de la pirámide social de nuestro país. Existen una serie de
indicadores claves para medir este desempeño, que en uno y otro caso dan la
razón a ambos, sin embargo, los únicos indicadores que aceptan las familias nicaragüenses,
que ni son economistas ni están en las cúpulas que manejan el país, es la
cantidad puesta en la mesa de los tres, dos o un tiempo de comida que hacen o
pueden hacer, lo cual tiene que ver precisamente con el dinero que entra a la
casa, ya sea mediante empleo formal, informal o a través de otras “acciones”
que se han vuelto necesarias para “ajustar” el presupuesto familiar.
LA
MESA SERVIDA
Haciendo
un poco de historia, a la salida de su gobierno en Enero del 2007, el Ing.
Enrique Bolaños se ufanaba de haber dejado la “mesa servida” al comandante
Ortega, debido a la cantidad de proyectos de infraestructura amarrados con los
organismos multilaterales; un bajísimo déficit fiscal; un envidiable nivel de fondos
provenientes de la cooperación internacional; estabilidad relativa en el INSS,
con reservas record hasta ese momento y una administración que reflejaba
responsabilidad en el uso de los recursos de los cotizantes; la relación entre
el salario real y la canasta básica alcazaba el 56.89 %, lo que significaba que
a finales del 2006 con el salario real de ese entonces, los asalariados podían
comprar cerca del 57 % de los 53 productos de la canasta básica y finalmente,
existía un buen nivel de gobernabilidad, que se volvió precario hasta la casi
destitución de Bolaños, en la medida que los intereses del caudillo liberal,
Arnoldo Alemán y del entonces opositor Ortega, se conjugaban para repartirse
nuevamente el país.
EL
GOBIERNO DE LOS POBRES
Llegó
al poder Ortega en las elecciones de Noviembre del 2006, de la mano de un
afinado Consejo Supremo Electoral, tan afinado que aún no entrega los
resultados completos del escrutinio. Iniciaba el período de las vacas gordas
que representaba el ALBA de Hugo Chávez, y por supuesto, de la continuidad de
los mismos errores del pasado, alentados por el nuevo mecenas, lo que provocaba
la salida paulatina de la cooperación externa tradicional. Quedábamos
nuevamente en manos de un solo socio externo, algo sumamente ventajoso para el
comandante, que vio en esta relación el cambio de su situación económica
familiar, por aquello de que “un político
pobre es un pobre político”. A la par de la demolición paulatina del Estado
de Derecho, la Democracia, las Instituciones y la Institucionalidad, vino la
privatización de la cooperación venezolana, marco perfecto para agenciarse
plantas de generación eléctrica, buses, vehículos y trigo ruso, gasolineras,
depósitos de combustibles, propiedades urbanas y rurales, medios de comunicación
y sobre todo partidos políticos, con “dirigentes” políticos incluidos.
Comenzaba el Gobierno de los Pobres, que con el fondo musical de la
Internacional, regalaba cerdos, gallinas, láminas de zinc, vacas paridas, casas
para el pueblo, en una danza populista que tenía como principal objetivo
comprar las conciencias de los más necesitados, quienes continuarían así hasta
el día de hoy, por voluntad expresa de quien los quiere pobres, para seguir
viviendo de ellos.
LA
MUERTE DEL MECENAS
El
año 2013 se presentaba con negros y espesos nubarrones en el firmamento. Luego
de una tenaz lucha contra el cáncer, fallecía Hugo Chávez quien con su partida
también se llevaba la continuidad del financiamiento del régimen de Ortega.
Dejaba un legado de cenizas en la Venezuela post chavista, con una situación
económica deplorable cuya principales aristas son la deuda con China y Rusia,
el colapso del sistema productivo, el descalabro financiero de PDVSA, la crisis
de disponibilidad de divisas, corrupción galopante en todos los niveles del
gobierno y del partido, narcotráfico, pugnas intestinas disputándose el poder,
criminalidad alarmante y por supuesto, la agonía de su proyecto político
personal: El ALBA. El impacto del fallecimiento del caudillo venezolano no
tardaría en sentirse en Nicaragua, unida en cuerpo y alma al destino del
difunto.
EL GOBIERNO DE LOS RICOS. EL
DESTINO DE LA COOPERACIÓN VENEZOLANA
Los
seis años de gobierno del comandante Ortega bajo la batuta de Chávez significó
la formación de un emporio económico familiar calculado por los mismos
venezolanos en 3,500 millones de dólares. En poco menos de siete años, la
familia ortega Murillo se ha convertido en el capital más poderoso del país y
uno de los más importantes de Centroamérica. Han consolidado los negocios que
comenzaron a construir, creando monopolios, oligopolios y cuasi monopolios en
sectores estratégicos de la economía nacional, han incursionado en otros
sectores amparados en el poder político que detentan, la información
privilegiada que manejan y la ventaja de disponer a su antojo del gobierno y
las instituciones del estado. Sin embargo, el enriquecimiento de unos pocos no
significa la mejoría de los muchos en nuestro país. A la par que aumentaron los
multimillonarios en Nicaragua, 190 con al menos 30 millones de dólares cada
uno, con un capital total de 26 mil millones de dólares entre todos ellos (según Wealth-X,
con sede en Singapur), han aumentado los pobres y la pobreza.
LA
REALIDAD ACTUAL
La
muerte de Chávez ha significado la casi desaparición de la ayuda venezolana,
quedando únicamente el convenio petrolero que no necesariamente beneficia a
todos los nicaragüenses. El esquema desarrollado fue la privatización de dicha
cooperación, por lo que el imperio económico que se levantó es igualmente
privado y en ningún momento han considerado compartirlo con la ciudadanía. Poco
a poco están llegando a su fin las políticas populistas, empezando por los
programas “Cero” que tantos réditos políticos dieron. Acostumbraron a sus
seguidores, propios y ajenos, al clientelismo, al prebendarismo, a la
movilización pagada y ahora que la regaladera está llegando a su fin, las bases
despiertan del letargo en que estaban sumidas, aterrizando a la cruda realidad:
el precio de la canasta básica ubicada en C$ 11,043.80 y el salario real
estacionado en C$ 1,435.50, lo que significa que este apenas cubre el 13 % de
la misma; más de 40 mil pequeños productores de café abandonados a su suerte a
un año de la aparición de la roya en nuestro país, lo cual es el reflejo del
verdadero rostro del régimen: elitista y excluyente; las amas de casa sufriendo
lo indecible para que el presupuesto familiar alcance y poder mantener un
mínimo de sustento familiar; los hombres de la casa, padres de familia,
emigrando fuera del país para poder enviar las remesas que tienen a flote,
todavía, la maltrecha economía familiar; la familias poco a poco
desintegrándose y con ello avanzando el país en un proceso de descomposición
social que impactará a toda la sociedad en el mediano plazo; el empleo, formal,
de calidad y bien remunerado es imposible en la Nicaragua de hoy, dado que la
escasa formación de la mano de obra atenta contra la mejora de la
productividad, y mientras esto siga así, ni habrán mejores empleos ni mejores
salarios para esta masa social, mayoritaria por demás.
LA
OTRA REALIDAD
En
la otra Nicaragua, la del espejismo, la de la ilusión, la del paraíso, la de
las maravillas, todos estamos gozando de una magnifica situación económica y
vivimos más que felices y bonito. Ya pronto vendrá la época navideña para más
circo, aunque haya menos pan. Las encuestas hablan del 60 % de aceptación del
gobierno; nos muestran que la población se desvive en agrado a funcionarios de
facto, en un intento de lavar la cara ante tanto desastre y abuso en el campo;
los programas clientelistas y prebendarios del régimen son excelentemente
calificados, algo completamente lógico en un país con semejantes niveles de
pobreza, aunque solo una minoría es la que los ha recibido y por consiguiente
todos quisieran acceder a ellas; los niveles de aprobación de la
“institucionalidad del comandante” están a punto de tocar cielo, aunque la
mayoría de los magistrados y funcionarios a cargo de las instituciones del
estado, vive en una rampante ilegalidad y finalmente, casi todos los
nicaragüenses aprueban el famoso dialogo de los ricos, a un lado de la mesa la
familia presidencial y en el otro extremo los verdaderos dueños de Nicaragua,
el 20 % que dispone del 80 % de las riquezas que se producen en ella.
Ver para creer.