Los recientes
acontecimientos de Metrocentro, en donde un pistolero al servicio del partido
en el poder y eventualmente contratado por la falange juvenil de dicho partido,
pretendió intimidar a los protestantes de los miércoles, agredir o balacear a
alguien en particular dentro de las filas de los opositores o bien, y no es
descabellado suponerlo, dentro de sus propias filas, para crear el caos y dar el
motivo para que la población adverse dichas protestas debido al daño que le están haciendo a la credibilidad del
sistema electoral del régimen orteguista, solo confirman lo que para la inmensa
mayoría de los nicaragüenses era una simple sospecha: la colusión entre el
gobierno, la policía y el ejército a través de sus órganos de inteligencia, en
la utilización de fuerzas de choque paramilitares para sustituir los efectivos
de ambas instituciones, la policial y la castrense, sobre todo tomando en
cuenta el enorme desprestigio al que han sido sometidas luego de los
desafortunados eventos del Mochilaso de Pantasma, el asesinato a mansalva de
Las Jaguitas y la ejecución de “Cinco Pinos”, entre los hechos más recientes.
PUGNA
EN LAS ALTURAS
Son
muchas las versiones que apuntan a una sórdida lucha intestina en las más altas
esferas del poder, que repercute en sus símiles de la institución policial y
que estarían llevando a arenas movedizas no solo la institucionalidad de este
cuerpo, en tanto se percibe rota la cadena de mando policial, sino y lo más
peligroso, a un juego de poderes, peor que el de la popular serie de televisión
“Juego
de Tronos”. Por un lado, pareciera ser que el objetivo principal del
juego es “destronar” de la alta simpatía que las encuestas le dan a la Primera
Comisionada Aminta Granera - para lo que
sirvan las encuestas - y en ese macabro juego, los eventos antes señalados
pudieran haber sido provocados de manera deliberada. Incluso se habla de
eventos acaecidos tiempo atrás, por ejemplo el caso de la emboscada ocurrida el
19 de Julio del 2014, en lo que pareció ser una conspiración de alto nivel,
utilizando una buena cantidad de peones descartables al mejor estilo de los “Falsos
Positivos”. Como quiera que sea, es un juego peligroso en el cual no
solo los adversarios del régimen estarían siendo amenazados, sino también los
mismos partidarios del régimen, sacrificables a fin de cuentas, sobre todo si
asumimos como ciertas las informaciones del reclutamiento que estarían haciendo
con jóvenes en riesgo y ex combatientes (desmovilizados del SMP, ex oficiales
del antiguo EPS y el extinto MINT), ya que para este régimen lo que importa es
el fin y no los medios.
COMPLICIDAD
O INUTILIDAD?
No
se puede explicar de otra forma el hecho de que el pistolero de turno del recién
pasado miércoles haya pasado “inadvertido” ante la nutrida fuerza policial que
cuidaba el CSE, la nube de orejas que para estos casos movilizan, los oficiales
de inteligencia que más bien parecían darle protección, pero sobre todo, que
haya actuado a la vista y paciencia de un Comisionado Mayor a cuyo cargo estaba
todo el operativo de ese día. O son cómplices o son una panda de inútiles que estarían
convirtiéndose en una carga innecesaria para el estado, ya que ni siquiera pueden
prevenir un delito flagrante en sus propias narices. Dichosamente, la población
está más que consciente del ejercicio del “periodismo ciudadano” o “periodismo
de calle”, en la que cada ciudadano con un teléfono, con una Tablet o una cámara
y el acceso a las redes sociales, se convierte en la principal fuente de denuncia
pública de estos lamentables hechos, que el poder siempre trata infructuosamente
de ocultar.
LA
PERVERSIDAD DEL REGIMEN
Mientras
algunas ONG’s se dedican a trabajar incansablemente para sacar a cientos de jóvenes
de las pandillas o de los grupos en riesgo, el régimen en una actitud hipócrita,
utilitaria y perversa, los contrata para que nuevamente ejerzan el triste papel
de agresores, de fuerzas paramilitares, de fuerzas de choque, de delincuentes.
Mantener el poder para la cúpula gobernante se está volviendo un asunto de vida
o muerte y para mantenerlo cada día se vuelven más hipócritas, más falsos,
menos creíbles y más dañinos. La utilización que hacen de los jóvenes, no solo
es peligrosa para ellos mismos, sino que para toda la sociedad en su conjunto,
en tanto se vuelven bandas que asolan no solo las manifestaciones opositoras,
sino que también se convierten en una verdadera amenaza para la seguridad
ciudadana, por la sensación de impunidad con la que creen contar.
Deberían de
verse en el espejo de Venezuela, que en la época del “Eterno Comandante” armaron
a grupos de antisociales identificados como “Colectivos” para que defendieran a la Revolución y lo que dejó
el finado una vez que “pasó a la inmortalidad” fue una sociedad rehén de grupos
mafiosos, asesinos y delincuentes, que tienen a ese hermoso país en la cúspide de
las estadísticas mundiales de inseguridad ciudadana y de crímenes violentos.
Es
esto lo que quieren para Nicaragua? Y pensar que quieren gobernar cinco años más.
Dios nos agarre confesados!