La situación energética en nuestro país, a pesar de dar la apariencia de una relativa tranquilidad, por cuanto no existen los famosos apagones de antaño, esconde una situación, que a corto plazo, puede convertirse en explosiva. Efectivamente, los constantes incrementos de la tarifa energética, agobian a la mayoría de los hogares de los nicaragüenses, que coincidentemente, son los más pobres del país. Recordemos que el 80 % de nuestros ciudadanos están en la línea de pobreza, es decir, que sobreviven con 2 dólares diarios.
La situación económica del país ha desmejorado tanto, que la carga del recibo mensual de luz se ha vuelto, para muchos, inaguantable. Y la situación no tiene visos de mejorar, aun cuando los personeros del gobierno y de la industria energética nacional nos hablan de las bondades de la energía geotérmica (a base del vapor de los volcanes), eólica (a base del aire), de biomasa (a base del bagazo de caña de los ingenios azucareros), hidroeléctrica (a base de agua), dendro energética (a base de leña), de los proyectos por venir y que transformaran las fuentes de generación energética de Nicaragua.
La verdad es que la matriz energética nacional, que no es más que la relación de las fuentes de generación energética y su porcentaje de generación dentro del sistema nacional, nos hace aterrizar en la cruda realidad, dependemos en un 80 % de la generación eléctrica a base de petróleo y a pesar de que los precios de los combustibles han bajado más del 100 % en relación al año pasado, los recibos de energía eléctrica, no solo no han bajado, sino que se han incrementado constantemente. Generamos electricidad en base a la fuente más cara que se pueda tener, el petróleo.
Para tener una idea de lo triste de nuestra realidad, en la vecina Costa Rica, el 80 % de la generación eléctrica proviene de las plantas hidroeléctricas, actualmente una de las más baratas que se puedan tener. Por eso, los hogares ticos se dan el lujo de tener en sus hogares cocinas eléctricas, siendo una minoría los que usan el gas butano, un derivado del petróleo. Y los ticos no permitieron la privatización del ICE, Instituto Costarricense de Electricidad, el equivalente al ENEL de Nicaragua, privatizada en el periodo de gobierno del presidente Alemán junto a la mayoría de las empresas nacionales, privatizaciones que, documentadas hasta la saciedad, fueron fuentes de corrupción.
La empresa transnacional española Unión Fenosa, se hizo cargo de la distribución de la energía y las empresas generadoras, en su mayoría fueron privatizadas. Inclusive, el estado de Nicaragua, después de una lucha legal contra Unión Fenosa, tuvo acceso al 19 % de las acciones de la empresa creada por esta en el país, por lo que, somos accionistas de Disnorte y Dissur.
No queda más que preguntarnos: Porque de las alzas constantes en el servicio eléctrico? Si como estado, somos accionistas de las empresas creadas por la transnacional española, porque el estado no defiende al pueblo en la Junta Directiva de dichas empresas? Existe algún vinculo malicioso entre la matriz energética y los que importan y venden el petróleo?
De algo debemos estar claros, la industria energética mueve muchos, pero muchos millones de dólares. Mantener el estatus quo actual, de altísima dependencia del petróleo, solo favorece a quienes lo importan y lo venden y perjudica a los más pobres. Se puede alegar que la incorporación de las plantas donadas por Venezuela y Taiwán, ambas a base de petróleo, han disminuido casi a cero los famosos apagones.
Sin embargo, la población tiene derecho a saber que estas plantas fueron donadas por los pueblos y gobiernos de esos países, y según los técnicos especialistas en el tema energético, deben ser usadas solamente en casos de emergencia, ya que el costo de generación del kilowatt / hora es extremadamente caro. No se entiende porque, de la noche a la mañana, las plantas venezolanas, que fueron donadas, es decir, entregadas sin costo alguno para el país, aparecen ahora privatizadas en favor de una empresa privada, en la que la familia gobernante es dueña absoluta y tendremos que pagar por esta donación, más de 500 millones de dólares. Suerte que los taiwaneses lo plantearon alto y muy claro, las plantas fueron donadas y no pueden ni deber ser cobradas a los nicaragüenses, sino seria una estocada mas al pueblo.
Por el bien de todos, el gobierno debería ser más transparente en el manejo de todo lo relacionado con la industria energética. No es justo, ni moral, ni ético, ni de supuestos revolucionarios y cristianos, que un grupo económico, bajo el amparo del poder, pretenda enriquecerse aun más a costa de la pobreza de la mayoría de los nicaragüenses. Esto no es mas que somocismo puro y duro.
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