sábado, 30 de octubre de 2010

ROBERTO RIVAS REYES: EL PARADIGMA DE LA CORRUPCION EN NICARAGUA

Nuevamente el impresentable Roberto José Rivas Reyes, el fraudulento Magistrado Presidente del también fraudulento Consejo Supremo Electoral, ocupa las primeras planas de los medios noticiosos en nuestro país, a raíz de sus más duras, atrevidas y venenosas críticas a la Iglesia Católica, a la Conferencia Episcopal y en particular a quienes  han levantado su voz para exigir su retiro inmediato de la institución encargada de dirigir las próximas elecciones en Nicaragua, por estar a todas luces inhabilitado para hacerlo, dado su largo historial de corrupción personal y del robo denunciado y documentado del voto de los nicaragüenses, tanto en el 2006 como en el 2008.

Rivas Reyes acostumbra decir en su defensa, que nadie se quejó ni protestó cuando dio por vencedor a Alemán y a Bolaños en las elecciones pasadas y ahora la oposición se queja porque ganó Ortega en el 2006 y su partido en las municipales del 2008. Sin embargo parece olvidar que en aquel entonces gozaba de la protección de ambos presidentes en virtud de la alianza de estos con el Cardenal Miguel Obando y Bravo, su mentor y protector de siempre. Se olvida que aun no había pasado a su condición actual de rehén de Daniel Ortega, en virtud de los innumerables casos de corrupción en los que ha sido señalado, en el pasado y en el presente, casi todos comprobados por la Procuraduría General de la República, tanto en la época de Alemán, Bolaños y Ortega.

Esta vez, como se dice popularmente, Rivas Reyes la sacó del estadio, sacando a luz pública casos que comprometen la dignidad de algunos miembros de la Iglesia. Menciona casos de homosexualidad, pederastia, encubrimientos de divorcios, infidelidades matrimoniales y otras basuras, que no tienen más finalidad que trasladar el mensaje de Ortega  a la Jerarquía Católica, mismo que no es otra cosa más que la amenaza de escalar los ataques del orteguismo si insisten en meterse en asuntos políticos, ya que de la mano de Rivas Reyes y Obando y Bravo, conocen algunos “secretos” de ciertos personajes de la iglesia católica. Con su denuncia, Rivas Reyes empaña y compromete todavía más la figura de su protector, El Cardenal, ya que estos supuestos hechos denunciados se dieron bajo la égida de este último, por lo que, al menos, lo convierte en  cómplice o encubridor y, de hecho, en un chivato oficioso al servicio de Daniel Ortega.

Pareciera un ataque suicida el de Rivas Reyes con los supuestos “secretos” que devela, sobre todo si tomamos en cuenta de que él mismo es blanco de rumores acerca de su relación con el Cardenal Obando y Bravo, la que se asegura por no pocos, que ambos tienen lazos de consanguinidad propios de padre a hijo. Rumores, puesto que solamente un examen de ADN lo confirmaría, pero una historia escabrosa al fin y al cabo que lo invalida para lanzar piedras al vecindario teniendo techo de cristal. Sin embargo, para el orteguismo todos los que giran alrededor y fuera del anillo de hierro son desechables y Rivas Reyes no parece o no quiere darse cuenta de esta situación. En todo caso, él tiene que pagar algún costo por todos los abusos cometidos y los que a diario comete a vista y paciencia de la población nicaragüense. Su impunidad no es gratis y en esta ocasión toca pagar. Nadie mejor que él para atacar a la iglesia, ya que de acuerdo al refrán, no hay peor cuña que la del mismo palo, aunque esto signifique enviarlo a la hoguera de la crítica para que termine de arder.

A simple vista podría considerarse que estos ataques a la Jerarquía Católica son una acción solitaria y personal de Rivas Reyes, pero para los conocedores de cómo opera el orteguismo, pudiera tratarse de una de dos cosas o de las dos a la vez. La primera de ellas, tirar una sonda a la opinión pública nacional que permita sacar de la agenda mediática el próximo amarre de Ortega y Alemán, el que podría involucrar una reforma a la Constitución Política que le dé al primero la tan ansiada legitimidad de la reelección de cara a la opinión publica internacional. Nada mejor que atacar a la Iglesia para armar el alboroto y desviar la atención de la gente. La otra es, siempre en la tónica de la negociación entre el PLC y el FSLN, pretender lavar la cara del Consejo Supremo Electoral prescindiendo de Roberto Rivas Reyes y colocar en su lugar al General Omar Hallesleven, pero antes de irse, hacerle el favor de golpear a la Jerarquía Católica para limitar su influencia política en la sociedad nicaragüense con este tipo de denuncia y hacer un nuevo “tanteo” de cómo estaría el apoyo de la ciudadanía a la Iglesia y a la Jerarquía en particular, previo al año electoral que se avecina. Recordemos que el primer tanteo fue el año pasado con la filtración del documento “Relación entre la Iglesia y el Frente Sandinista”, elaborado por Orlando Núñez. En este documento se hacían señalamiento de uso y abuso de alcohol, dinero y mujeres por parte de algunos obispos. La respuesta de la población católica en aquel entonces fue contundente y masivamente cerraron filas en torno a sus guías espirituales, lo que hizo retroceder a los canallas y echar la culpa a un anónimo e inexistente “Hacker de Lujo”. Un llamado al voto masivo para las elecciones del 2011 por parte de la Iglesia no conviene, bajo ningún punto de vista, a los intereses del presidente Ortega.

Al orteguismo no le importa arrastrar al Cardenal en esta cruzada por la reelección, ya que al atacar a la Jerarquía y en especial a aquellos obispos que han denunciado con contundencia el desastre político, económico y moral en que está sumido nuestro país, pero sobre todo la manipulación grosera de los símbolos religiosos, están atacando el corazón mismo de la Institución a la que todavía pertenece Obando y Bravo en su calidad de Cardenal Emérito. Pareciera ser que el amor por Rivas Reyes es superior al decoro, la vergüenza y la solidaridad cristiana hacia sus Hermanos en Cristo. Este amor está claramente expresado en evitar que caiga preso por sus interminables casos de corrupción, chantaje que los convierte a ambos en rehenes de Ortega.  Los inmensos abusos en COPROSA, el pago indebido de la indemnización millonaria por la finca La Garnacha, los denunciados vínculos financieros con los Centeno Roque, el despojo de los terrenos donde se levanta su fastuosa mansión en Carretera a Masaya, el abuso con las cotizaciones, nunca enteradas, de los trabajadores del CSE al INSS por valor de 25 millones de córdobas, sus mansiones en San Rafael de Escazú, Costa Rica, cantidad de autos de lujo adquiridos libres de impuestos, viajes casi semanales de él y su familia en Jets Privados para ir al vecino país del sur, la no rendición de cuentas de más de 30 millones asignados del presupuesto nacional a la institución que preside, fraude en las elecciones del 2006, fraude en las elecciones del 2008, son entre otros, parte del extenso rosario de fechorías de Roberto José Rivas Reyes, fechorías por las que en cualquier país, medianamente decente, estaría tras las rejas purgando una larga condena, fechorías que son del total conocimiento de Obando y Bravo, las que, aparentemente, gozan de la bendición cardenalicia.

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