sábado, 3 de marzo de 2012

LA FICTICIA ESTABILIDAD DEL ORTEGUISMO

Luego del fraude electoral del 6 de Noviembre del 2011, el régimen de Daniel Ortega se encuentra sumido en una crisis de legitimidad de la que difícilmente podrá salir, a pesar de los ingentes esfuerzos que hace en la búsqueda de un interlocutor político creíble que le ayude a superarla. En este intento, de forma paralela y complementaria, se han dedicado a la tarea de construir y publicitar a lo interno y de cara al exterior, una estabilidad política, social y económica en el país, que les permita convencer, adentro y afuera, no solo lo justo, limpio y real de su “victoria” en las elecciones nacionales del año pasado, sino de lo necesario que significa la tranquilidad del país, para acometer los Mega Proyectos que impulsarán a la nación hacia la prosperidad y permitirán generar las riquezas para todos, tantas veces prometidas y siempre postergadas.

Anastasio Somoza Debayle mantuvo un crecimiento económico del 6 % en promedio durante la década de los 70´s, hasta su caída en Julio del 79. 1978 constituyó su mejor año en las exportaciones con 646 Millones de Dólares, cifra superada solo hasta en el año 2004, 26 años después. La aparente estabilidad del régimen somocista descansaba en varios elementos, entre los cuales se pueden citar los siguientes: 1) Su alianza con el sector empresarial, la que después se fracturó al dejarlos a un lado en la repartición del pastel de la reconstrucción de la Managua post terremoto; 2) El pacto político con el Partido Conservador, que le garantizaba una oposición confeccionada como traje a la medida; 3) La muerte y encarcelamiento de los principales dirigentes de la oposición armada, el FSLN, cuyo debilitamiento los confinaba a actuar en la profundidad de la montaña, sin posibilidad alguna de poner en riesgo al gobierno; 4) La estabilidad macroeconómica y la bonanza económica de la clase media del país, que mantenía a la mayoría de la población urbana mediatizada; 5) El apoyo de los Estados Unidos y la mayoría de los gobiernos de América Latina, y finalmente, 6) Un fuerte aparato militar que funcionaba en la práctica como una guardia pretoriana al servicio de él y su familia y que además le garantizaba el control militar de la población.

Sin embargo y a pesar de que la situación del país mostraba un pujante desarrollo económico, existían una serie de factores que carcomían desde sus entrañas al régimen somocista: - Una masa empobrecida, aproximadamente el 40 % de los cerca de 2.5 millones de habitantes existentes en la época; - Una injusta distribución de la riqueza, que concentraba en manos de las elites políticas y económicas, la mayor parte de la abundancia que era generada por todos los nicaragüenses; - Miles de pobladores sin tierra, que demandaban el acceso a este recurso para poder trabajar y vivir en algo propio, en lugar de estar condenados de por vida a ser precaristas y jornaleros al servicio de los terratenientes; - La represión política y la pérdida de los espacios de libertad para los opositores, cada vez mas sistemática, para poder sostenerse en el poder; - La poca credibilidad de la población en las instituciones políticas y el sufragio electoral como vía legítima para la alternabilidad en el poder. Somoza no pudo mantener la estabilidad del país y por consiguiente el poder, ya que las contradicciones sociales, políticas y económicas lo rebasaron.

34 años después, quienes ilegítimamente están el frente del poder en Nicaragua y sin aprender las lecciones de la historia, pretenden convencernos de que la ilegalidad del régimen es poca cosa ante los ríos de leche y miel que nos ofrecen y que provendrán de la ejecución de inmensos proyectos, que según ellos, ya están en estudio o adelantados. Nos ofrecen la esperanza de estabilidad económica de futuro, a cambio de la desaparición en el presente de la institucionalidad del país; nos ofrecen el espejismo de una distribución más equitativa de la riqueza que generarán los famosos proyectos, a cambio de permitirles seguir en el poder por, al menos, 15 años más. No importa el respeto al estado de derecho, ni a la democracia, ni siquiera a los más elementales derechos ciudadanos, lo que verdaderamente importa es estar convencidos de que solamente con ellos alcanzaremos nuestros sueños. 

Frente a las promesas que nos hacen, la realidad es que en los anteriores cinco años que estuvieron en el poder, ellos y la camarilla que los acompaña, se enriquecieron de manera alucinante. Privatizaron las plantas de generación eléctrica que les asegurará en 15 años ingresos brutos no menores de 900 MILLONES DE DOLARES, hablando de una capacidad instalada de 370 MW. Privatizaron el convenio petrolero con Venezuela que les ha permitido embolsarse, según cifras del Congreso venezolano, por lo menos 2,500 MILLONES DE DOLARES. Privatizaron el intercambio comercial con Venezuela, a despecho de sus aliados del COSEP, lo que ha facilitado a sus empresas exportar a este país, según cifras oficiales del Banco Central, 307 MILLONES DE DOLARES el año pasado. El modelo de desarrollo impulsado por el orteguismo ha sido el mismo que impulsó el somocismo en la década de los 70´s: Inequidad, Exclusión, Favoritismo, Nepotismo, Acumulación desmedida de capital a costa del usufructo del poder político, Represión política y Pérdida de las libertades públicas para la población. No ha habido  mejoría en las condiciones de vida de la mayoría de los nicaragüenses. El salario real de los trabajadores se continuó desmejorando y se mantiene en los niveles del año 2003. La canasta básica ya sobrepasó los Diez Mil Córdobas. La tarifa de energía eléctrica sigue en aumento y pagamos el combustible más caro de Centro América y de muchos países del continente. 

Ahora nos quieren vender la panacea de dos Mega Proyectos: el Canal Interoceánico y la Central Hidroeléctrica Tumarín. El Canal, una aventura de cerca de 20 MIL MILLONES DE DÓLARES, se pretende desarrollar con la plata de los países del ALBA que gravitan alrededor de Venezuela, léase Hugo Chávez. Si tomamos en cuenta los problemas que existen en ese país, motivados por la enfermedad del gobernante venezolano y los conflictos que desde ya se vislumbran por la sucesión presidencial, sumados a los que se originarían con la vecina Costa Rica, este proyecto podría haber nacido muerto. En relación al segundo, según el prestigiado economista Adolfo Acevedo, “La planta hidroeléctrica de Tumarín, con una inversión estimada de US$ 1,100 millones y una capacidad instalada de  253 MW, tendrá un costo por MW de US$ 4.3 millones, cuando las centrales hidroeléctricas en el resto de América Latina, tienen un costo de entre US$ 1 y 1.5 Millones por MW. Esto significa, que en lugar de disminuir la tarifa por el cambio en la matriz energética, esta se mantendrá igual o aumentará, lo que nuevamente nos remite al ciclo perverso de enriquecimiento para unos pocos y empobrecimiento para el resto.

Al igual que magos de feria, pretenden que les compremos a ojos cerrados la propuesta que hacen: A cambio de una estabilidad ficticia, la aceptación del fraude electoral del 2011 y su permanencia futura en el poder, nos ofrecen la ilusión de un mejor porvenir, basado en dos proyectos que solamente ellos son los únicos capaces de impulsar. Proponen un cambio, que por los antecedentes a mano y la información de la que se dispone, ninguna ventaja ni beneficios traerán al pueblo. Nada parece indicar que las condiciones estructurales cambien en el país. Las contradicciones dentro de la sociedad nicaragüense empiezan a aflorar y significativamente es a lo interno del partido de gobierno donde la ebullición es más fuerte. Han privilegiado los beneficios para los de “arriba”, que no han hecho mucho, y los de “abajo”, que han hecho todo, también quieren su parte del pastel.

Mientras tanto, Somoza continúa sonriendo en el taquezal, viendo como se repite la historia.

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