sábado, 30 de junio de 2012

LAS DIATRIBAS DE ORTEGA


"Si aquí no hay plata para el medioambiente,
si aquí no hay plata para la lucha contra los estupefacientes,
tampoco habrá plata para esos agentes del imperio…"
Daniel Ortega


Como se suponía, la respuesta de Ortega ante el anuncio oficial de la suspensión del Waiver por parte del Departamento de Estado de los Estados Unidos no se hizo esperar y a como nos tiene acostumbrados, hizo el discurso virulento, amenazante y repleto de antiimperialismo que para este tipo de ocasiones siempre tiene preparado, dirigido sobre todo a las bases orteguistas, las que, ante el aviso norteamericano de meterle presión a su gobierno, no sabe que pensar en estos momentos y su reacción va a depender del mensaje que el liderazgo partidario y gubernamental envíe. Aunque esta masa de militantes y simpatizantes, que en su gran mayoría no vivió el enfrentamiento de los años 80´s contra los Estados Unidos y que se tradujo en un conflicto bélico que llevó a miles de nicaragüenses a la muerte, causó la destrucción de la economía y gran parte de la infraestructura productiva, en especial la que se encontraba en los escenarios de la guerra, muchos de ellos intuyen que una nueva confrontación contra el país del norte estaría condenada al fracaso y una vez mas, tanto la economía nacional como el futuro de los jóvenes, ellos mismos, estarían seriamente comprometidos, iniciando estos últimos la ruta hacia una nueva generación perdida. Efectivamente, Ortega con su intransigencia, encamina a Nicaragua hacia un escenario indeseable, en la que todos, incluidos ellos mismos, estarían en riesgo. Acostumbrado a negociar al filo de la navaja, considera que blandiendo el machete obligará a los Estados Unidos y a la comunidad internacional a negociar y en las condiciones que él proponga.

 Muchas voces sensatas en su gobierno están convencidas que el clima enrarecido que se empieza a alimentar en el entorno internacional, no conviene para nada a los intereses económicos y políticos del gobierno. Consideran que, atendiendo a la fragilidad de nuestra economía, el momento actual exige más cerebro que lengua y por lo tanto, la construcción de un clima de distensión es lo más apropiado en estos momentos. Este sector considera que la modernización de la economía pasa por modernizar al estado y a pesar de que han sacado no pocos réditos económicos a la situación de des-institucionalización del país, saben que de continuar el rumbo que se empieza a plantear, las perspectivas de que este modelo sobreviva en el corto y mediano plazo son altamente improbables. Han acumulado mucho, por lo tanto tienen mucho que perder y no están dispuestos a volver a una vida de sobresaltos y limitaciones. Han saboreado lo que tanto atacaron en el pasado, las “comodidades de la burguesía”; se han acostumbrado tanto a ellas que por nada del mundo las cambiarían, razón por la cual están en contra de echar por la borda la estabilidad que lograron mantener con los Estados Unidos durante el período de gobierno anterior. Consideran que un entendimiento a largo plazo con la clase empresarial es vital para sus intereses económicos y muy hábilmente se han entremezclado con ellos cediendo cuotas de poder, a fin de mantener esta alianza lo más sólida y confiable posible. El capital acumulado, si bien es cierto tiene como capital semilla la piñata del 90, ha ido “legitimándose” en la medida que la clase empresarial los ha ido acogiendo como parte de ellos, en una relación oportunista en la que “piñateros y burgueses” se toleran y alimentan mutuamente.        

 Sin embargo, existe un sector de incondicionales a Ortega, muchos de ellos viejos ideólogos de la época revolucionaria, que faltos de emociones nuevas por estar cerca del ocaso de sus vidas, aconsejan al comandante “subir la parada” y mostrar el musculo a los “enemigos de la humanidad”. Atrapados todavía, aunque parezca increíble a estas alturas de la vida y la historia, en lo más oscuro de la guerra fría, pavimentan de manera irresponsable el camino que conduce a la profundización del conflicto, quizás porque muchos de ellos no lo vivieron en los 80´s por estar a cargo de “tareas políticas” o porque sencillamente se encontraban cumpliendo misiones en el exterior. O quizás porque sus hijos y familiares no estarán expuestos, a como muchos de ellos no lo estuvieron en el pasado, pues tuvieron el cuidado de ponerlos a buen recaudo. Este sector, identificado con las posiciones ideológicas mas duras, sobre todo las provenientes del chavismo venezolano, creen que el panorama internacional es completamente desfavorable al “Imperialismo norteamericano” y al capitalismo mundial y al igual que el octogenario Fidel, consideran que verán el entierro del Imperio antes de que él sea enterrado.

 Muchos de estos elementos gozan de una enorme riqueza, gracias al manejo discrecional de la cooperación petrolera venezolana, tienen sus vidas y las de varias generaciones siguientes aseguradas y creen ilusamente, de que este estado de bonanza será eterno. Se ven como sobrevivientes de cualquier conflicto, porque creen en la inmortalidad de Hugo Chávez y de que el cuerno de la abundancia que les llega mes a mes en los barcos de petróleo será interminable. Han comprado conciencias y fomentado la corrupción en las mas altas esferas, en una copia calcada del modelo chavista, lo que, según ellos, les dará paz y tranquilidad. Odian a la “burguesía capitalista” criolla, ya que al igual que en los años 80´s, los continúan viendo como hijos de casa del imperialismo. Todo lo ven color blanco o negro y creen que los únicos ricos solamente pueden ser ellos, pues esta condición de la que gozan actualmente es un regalo divino y un premio celestial por los infortunios, carencias y dificultades del pasado. Recelan y ven con desconfianza al “otro grupo”, ya que según ellos, son frágiles ideológicamente y se han acomodado a la convivencia con los capitalistas nacionales. Para ellos, estos últimos son un trago amargo que hay que aguantar, pero que en cualquier momento los regurgitarán, ya que ni social, ni política, ni económicamente tienen nada en común. Este sector es el que tiene los resortes del poder en el estado y en el gobierno y puja, abiertamente en algunos casos y solapadamente en otros, por desaparecer la influencia de sus compañeros – adversarios del otro grupo. 

 A juicio de lo escuchado en la famosa comparecencia, pareciera ser que Ortega escucha más al segundo grupo que al primero y como si de toma y daca se tratara, los primeros blancos de su violencia verbal fueron las organizaciones de la Sociedad Civil, indirectamente acusadas de conspirar día y noche en contra de su inconstitucional gobierno. Equiparó, en el colmo del desatino, la obligación que tiene “su gobierno” de velar por la salud del pueblo nicaragüense, sobre todo de su juventud, con un vulgar chantaje a Estados Unidos de disminuir la lucha contra el narcotráfico, desconociendo o pretendiendo desconocer, que mucha de la droga que pasa por el país rumbo al norte, una buena parte de ella se queda en nuestro territorio, convirtiéndose en una verdadera plaga que azota a comunidades enteras, como es el caso de la Costa Caribe, o a miles de jóvenes que sucumben a diario ante el crac, la cocaína y la marihuana.

 Pareciera ser, que el Ortega que estamos viendo en los últimos días, es el mismo al que nos acostumbramos ver en los años 80´s, acusando a todos los que no están con él de conspiradores, vende patrias, burgueses, capitalistas, vendidos al imperialismo norteamericano, al colonialismo europeo y al capitalismo internacional. El mismo Ortega de siempre, incapaz de ver que producto de su propia obsesión de poder y riquezas, empujado por el grupo que está en su entorno mas cercano, es quien nos tiene metido en este embrollo con la comunidad internacional. Ni fueron los europeos, ni los norteamericanos los que se robaron las elecciones municipales del 2008 o las nacionales del 2011. Fueron ellos, el orteguismo,  los que provocaron este lío en el cual están metidos hasta el cuello y que en lugar de salir de el, caminan irracionalmente hacia adelante, desgraciadamente arrastrándonos a todos.

El mismo Ortega, que en lugar de limpiar, para su propio provecho, las instituciones del estado, prefiere la diatriba, la amenaza y el chantaje a las organizaciones de la sociedad civil. El mismo Ortega, que aunque sepa a lo que se expone, cometerá otro fraude más el 4 de Noviembre próximo. El mismo Ortega, que comete exactamente los mismos errores del pasado y que por consiguiente, recogerá los mismos fracasos de antes.



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