Las
navidades en todas partes del mundo, donde la gente reconoce estos días como la
fecha del nacimiento del Niño Jesús, están cargadas de simbolismos que expresan
Paz, Felicidad, Amor y Alegría; son días para poder compartir lo mucho o poco con
los amigos y familiares y desearles a propios y extraños Feliz Navidad,
expresión que denota un sentimiento profundo de cariño, respeto, solidaridad y
deseos de bienaventuranzas. En los lugares donde reina la democracia, que nunca
y en ningún lugar es perfecta, los ciudadanos disfrutan a plenitud estas
fiestas porque saben que el gobierno respeta la intimidad de estas
celebraciones y trata de no entorpecerlas.
Pero
existen países, como el nuestro, en los que el gobierno de turno se asume como
dueño absoluto de la verdad absoluta, se consideran elegidos por una voluntad
divina que solo ellos conocen o entienden, para hacer y deshacer con la vida,
hacienda y creencias del pueblo y creen que lo que es bueno para ellos es bueno
para el resto del país. Son los farsantes de siempre, los manipuladores de los
símbolos religiosos más queridos por los creyentes, los que comen santos y
defecan diablos, los que engañan, los ilusionistas y encantadores de serpientes
que se aprovechan de los incautos, de los que nada tienen y viven de las
esperanzas, de las ilusiones y de las mentiras que les venden con bonitos
adornos.
Quieren
hacernos creer que son devotos marianos, cuando todos sabemos lo que en
realidad son: sincretistas y oscuros esotéricos. Pretenden engañarnos con
nacimientos encantadores, cuando no son más que manzanas que esconden la maldad
y el pecado y son vendidos como novedades turísticas. Nunca han creído en lo
que cree la mayoría de la población, siempre se han burlado de las creencias religiosas
del pueblo, pero saben que el camaleón tiene que mimetizarse para confundir,
para engañar y ellos son expertos en el arte del mimetismo. Siempre han sido lo
que ahora son, jamás han cambiado, pero han engañado a muchos que por
comodidad, o por ignorancia, o por ambición se han dejado gustosamente engañar.
En diciembre
de 1981, el mismo Daniel Ortega de antes y de hoy, regaló a la población
indígena del Caribe Norte, lo que la historia recoge como la Navidad Roja, el
traslado de 42 comunidades indígenas que habitaban en las riveras del Rio Coco
hacia la profundidad del territorio. Ha sido la operación de desarraigo más
grande de la historia de nuestro país y que costó el divorcio total de miles de
pobladores indígenas con la Revolución de los años 80’s. Dicho divorcio también
fue abonado con sangre, con muertos y heridos. La “Operación Olivero” llevada a
cabo por la Contra en diciembre de 1987 en el triángulo minero y que destruyó
infraestructura eléctrica, instalaciones militares y policiales, bases de
radares, vehículos militares entre otros, no pudo haber sido posible sin la
cooperación necesaria de una población lacerada en su dignidad. Pero los
reveses de ayer no cuentan como lecciones aprendidas para los mismos que creen
que están por encima del bien y el mal, por encima del pueblo y por encima de
la historia.
Este
diciembre, que será recordado como las Navidades de la Ignominia, el mismo
Ortega de aquellos años, ha consumado la entrega de la Soberanía Nacional en
una acto mediocre y repleto de engaños a una empresa, que según confesión del
moderno Adolfo Díaz, es del pueblo de China Continental, vale decir, del
Gobierno de China Continental, lo que implica que en una acción de ambición sin
límites y de entreguismo absoluto, la Dignidad Nacional y el Honor Patrio ha sido
vendido a los chinos como alguien vende una propiedad personal, como alguien
vende algo de lo que se es dueño indiscutible. Y no contento con semejante
abuso, pretende que nadie en Nicaragua diga absolutamente nada, ni siquiera los
miles de pobladores que en Rivas, San Carlos y el Caribe Sur serán desplazados
y desarraigados de sus comunidades, en una reedición de la Navidad Roja de
diciembre de 1981 y por lo que la víspera anuncia, será utilizando la misma
metodología.
La
Navidad de Ortega ha comenzado. Muerte, heridos y cárcel. Ya se habla de
muertos y heridos en El Tule producto de la salvaje represión de las fuerzas
policiales y del ejército, nuevamente puestos al servicio de un dictador y por
supuesto compartiendo su misma suerte. Encarcelaron por más de seis horas a Ana
Margarita Vijil, Presidenta Nacional del MRS y varios líderes de las
comunidades que están protestando por el abuso gubernamental. Agredieron
cobardemente a nuestro diputado Víctor Hugo Tinoco, sin siquiera respetar su
condición de inmunidad parlamentaria. Han encarcelado a más de cien ciudadanos
rivenses y sancarleños, entre estos a Octavio Ortega, Coordinador Nacional de
quienes hoy defienden la Soberanía Nacional en Rivas, San Carlos y Nueva
Guinea. Pretenden amedrentar al pueblo con represión, olvidando las lecciones
del pasado. Nada les ha salido como esperaban, pues creyeron que el pueblo se
iba a comer ese atol con el dedo sin arrugar la cara. Las comunidades próximas
a ser confiscadas y desarraigadas están en pie de lucha, las consignas de Nueva
Guinea, La Unión, La Fonseca, Puerto Príncipe, El Tule, Obrajuelo, Tolesmayda,
Buenos Aires y Ometepe son claras: Somos productores, no vendedores de tierra!
Si Sandino viviera, El Chino muriera!
Ortega
y su familia deberían estar claros que las manos que ayer se levantaron para
ovacionarlos, mañana se convierten en puños para repudiarlo. Nada es eterno y
las mentiras caen por si solas. Comunidades sandinistas en Rivas están volcadas
en las calles repudiando su entreguismo. Le pasó a Somoza, miles en plaza pública
levantando sus manos y gritando No te Vas, Te Quedas! Meses después, muy pocos,
esos mismos o al menos una parte de ellos, levantaban sus puños gritando Fuera
Somoza! Viva Sandino!
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