Cuando
todos creían que ya la policía al servicio de la familia Ortega – Murillo había
tocado fondo, nuevamente nos sorprenden y envían el mensaje de que aún falta
mucho por ver en lo que a represión ciudadana se refiere. Pero no contentos con
esto, todavía tienen el cinismo de ir a la vela, dar el pésame a los
sobrevivientes de la familia casi exterminada y hasta posiblemente vayan al
entierro compungidos y apesarados. Se podrían aceptar estas muestras de
solidaridad si fuese un acto aislado, pero la realidad es que estas acciones son una norma de conducta del cuerpo policial que ha venido desarrollándose a
partir del 2007. No fue un gravísimo error, a como lo han querido catalogar los
altos mandos de la institución, es un proceder cotidiano en la actuación de
muchos miembros de la mal llamada policía nacional. Como dice el refrán
popular: Matan y van a la vela.
LA
GENESIS DE LA FRACTURA MORAL
Hablar
de la génesis de esta fractura moral hay que remitirnos a los esfuerzos del
nuevo poder en Nicaragua luego de la derrota electoral del 90 y sus intentos
por desarticular uno de los pilares que defendieron la revolución derrotada en
las urnas: la entonces Policía Sandinista. Dichos esfuerzos iban en la línea de
corromper a la cúpula policial, mandos intermedios y a los policías de base.
Aparecieron las mordidas, coimas, pago por protección al mejor estilo de la
mafia siciliana, regalías, negocios turbios en los que el poder se hacía de la
vista gorda, vida disipada, narcotráfico, entre otras lacras. Pudimos ver los
casos de contrabando de vehículos robados en países del Triángulo del Norte y
que pasaban tranquilamente por nuestro país con la complicidad y participación de
altos mandos policiales. Vimos casos como el de Polanco y muchos negocios de
este tipo que pagaban el “derecho de piso”, las vaquillas del programa del IDR,
las amistades peligrosas con narcotraficantes confesos, cartelitos de barrios
apañados por oficiales menores de la policía y hasta la participación de
algunos en la enorme maraña corrupta tejida durante el gobierno de Alemán, narcotráfico
incluido. La pregunta que quedaría de todo esto es: Fueron maleados después o ya
estaban maleados desde antes?
EL
REBOVINAMIENTO IDEOLOGICO DE LA POLICIA
La toma
de posesión del comandante Ortega en enero del 2007 significó el revobinamiento
ideológico de la institución policial. En esa ocasión, este les recordaba sus
orígenes sandinistas y cambiaba las señas para lo que vendría después. No se
trataba de moralizarlos o sacarlos del marasmo en el que estaban, sino de
arrancárselos de las manos a la “derecha neo liberal, pro imperialista y
reaccionaria”. Se trataba de reconvertirlos, no al sandinismo, pues ese ya
había sucumbido años atrás, sino al “orteguismo”, la nueva ideología que a paso
firme venía construyéndose desde el seno familiar. Aunque siempre manipularon a
Sandino para lograr sus fines, hasta que el Héroe desapareció del imaginario
policial y se asentó el nuevo Prócer, “El Comandante”. Luego vinieron las dádivas,
los premios a los mejor portados, las regalías, la repartición de los activos decomisados
al narcotráfico, el inexplicable nivel de gasto y estilo de vida, pero también
llegaron las fuerzas de choque, los motorizados, los paramilitares, la
complicidad con muchas cosas ilegales
y sobre todo, rinda suelta para la represión.
LA
DOCTRINA DE SEGURIDAD NACIONAL
Ortega
sabía que para doblegar a la institución había que “dejar hacer y dejar pasar”
y en base a esta simple y descarnada filosofía vendría el cobro: la sumisión total.
Entonces llegaron a inicios del 2014 las reformas al Código de Organización Militar
y a la Ley de la Policía, en donde se coló lo que muy pocos creían y ahora
comprenden en carne propia: La Doctrina de Seguridad Nacional. Bajo este
soporte ideológico del régimen y de sus estructuras coercitivas, todos los
ciudadanos de este país somos sospechosos de conspirar contra la familia Ortega
- Murillo mientras no demostremos lo contrario, TODOS, incluso los de sus
propias filas. El asesinato de un niño en La Paz Centro en el 2008 fue un hecho
aislado, lo que estamos viendo es un modo de actuar cotidiano. Y el gran
problema es que parece que les está gustando. Presos asesinados en las celdas, ciudadanos
ya reducidos y ejecutados por sus captores, brutalidad policial constante, secuestros
en las propias casas al filo de la oscuridad por civiles encapuchados sin identificación, detenciones en vehículos
sin placas y por civiles armados sin identificación,
“gatillos alegres” que primero disparan y después preguntan. En fin, todo lo
que habíamos dicho que vendría para consolidar la dictadura que está enquistada
en Nicaragua y que muchos aun, muy condescendientemente, no se atreven a admitir.
CUANDO
LAS DISCULPAS NO BASTAN
De
acuerdo a los reportes periodísticos, los miembros del operativo criminal que
casi exterminan a una familia que regresaba del culto religioso, pretendieron “sembrar”
evidencias para justificar el crimen cometido. De no haber sido por la decidida
y valiente acción de los vecinos, probablemente estaríamos viendo, en lugar de lágrimas
hipócritas, acusaciones en contra de la familia que “trasladaba sustancias que
al hacer la prueba de campo dio positivo para cocaína”. Ya lo hemos visto y oído
en otras ocasiones.
Para evitarse tanta vergüenza y tener que negarse a admitir
su renuncia, que es lo que cabría en un país medianamente decente, la jefa de
la policía debería implementar al menos varias acciones, entre ellas: suspender
los secuestros por policías de civil, cerrar las cárceles de El Chipote, respetar
la vida y la integridad de los prisioneros capturados, cumplir los
procedimientos establecidos durante las capturas, suspender las capturas
realizadas en vehículos sin placas, presentar a los prisioneros capturados en
el término establecido, No Torturar, No Matar, No Mentir, enjuiciar a todos los
policías envueltos en abusos en contra de la población civil, despolitizar a la
institución limpiando de propaganda orteguista todas las oficinas e instalaciones
policiales y finalmente, volver a ser lo que alguna vez fueron, una Policía al servicio
del Pueblo. Si no puede hacer eso, entonces sí, renuncie por dignidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario