Creo que ha quedado más que
claro el compromiso de la Administración Norteamericana con la búsqueda de una
salida pacífica a la crisis que se vive en nuestra patria. Muchos comparan la situación
nuestra con la venezolana, sin embargo, la intención manifiesta de Daniel
Ortega es cubanizar Nicaragua, esto es provocar el hastío y el cansancio en la ciudadanía,
que poco a poco se vaya normalizando la represión y se “conviva” con esta situación,
bajo la idea que “no queda de otra” más que habituarnos a que habrá Ortega para
rato y represión para ese “rato”. Que los paramilitares serán una “especie” con
la que habrá que convivir permanentemente, igual que con las cámaras que espían
desde los postes de luz los movimientos de la gente en muchos municipios. Que
hay que habituarse al Estado de Sitio casi permanente que se vive al interior
del país y en Managua cada vez que se anuncia alguna actividad por parte de la oposición
a Ortega, independientemente se esta es a puertas cerradas, dentro de una
iglesia o en plena calle.
Mucha gente se encontraba
hasta antes de las últimas sanciones, con un sentimiento de desesperanza, de
rechazo a las alternativas pacificas de solución a la crisis y pensando que
Ortega solo saldrá muerto o a balazos. Sin embargo, el mensaje de los Estados
Unidos es contundente, no habrá “atornillamiento” en el poder, no habrá ningún paralelismo
con Venezuela, mucho menos con Cuba, no habrá sucesión dinástica, ni ningún “Rene
Schick” que le permita gobernar desde en medio, disfrutando a sus anchas del
saqueo hecho durante más de 12 años. Estas sanciones cambian drásticamente el
panorama existente y vienen a reforzar la exigencia, no solo de los Estados
Unidos, sino de la Comunidad Internacional, de salir a la crisis mediante elecciones
limpias, cuya hoja de ruta pasa previamente por Reformas Electorales, no al gusto de
Ortega, sino negociadas con la verdadera oposición de Nicaragua. A muchos no
les gustará esta vía, pero los que hemos vivido los tres últimos ciclos de
violencia en nuestro país, sabemos que los ríos de sangre que han corrido en
montañas y ciudades no pueden ser repetidos nuevamente.
El mensaje que la Administración
Trump le envía a Daniel Ortega es que la institución en la que ha hecho
descansar de manera directa la represión al pueblo nicaragüense es la “responsable o cómplice, o ser responsable de
ordenar, controlar o instruir de otra forma, o partícipe a sabiendas en forma
directa o indirecta, en relación con actos significativos de violencia o
conductas que constituyen abusos graves o violaciones de derechos humanos
contra personas vinculadas con las manifestaciones que empezaron en Nicaragua
el 18 de abril de 2018”. Así mismo le recuerda que esta policía “ha usado municiones reales contra
manifestantes, ha participado en escuadrones de la muerte y perpetrado
ejecuciones extrajudiciales, desapariciones y detenciones arbitrarias”. Y
para que no quede duda alguna le señala que “las fuerzas parapoliciales es un grupo
paramilitar integrado por voluntarios que suelen ser agentes de la Policía
Nacional vestidos de civil, operan con impunidad siguiendo instrucciones de la
Policía”.
Dicho en pocas palabras, los “azules
favoritos” pasan a ser una banda delincuencial (como les gusta llamar desde el
poder a quienes se oponen a la dictadura), proscrita, señalada y acusada de ser
una Organización Criminal, lo que
vale la pena resaltar. Esta organización criminal
empezará a tener serios problemas a partir del 6 de Mayo, fecha en que caducan
las licencias emitidas por el Departamento del Tesoro para que ciudadanos
estadounidenses finalicen sus transacciones con la misma. Es de esperar que
dicha organización criminal proceda a
desarrollar un entramado de mecanismos para burlar las sanciones, ya que
afectan a sus proveedores de bienes y servicios, siendo el más importante los
servicios financieros. Cualquier banco se expone a sufrir las represalias
norteamericanas si hacen caso omiso a la Orden Ejecutiva 13851. Esta más
que claro que los proveedores de bienes que utiliza la organización criminal sancionada
saldrán de las empresas personales y familiares que durante estos años de
latrocinio, asalto al erario público y a la cooperación petrolera venezolana se
han ido construyendo. Es seguro que habrá mucho efectivo y pronto veremos más “incautaciones”
de dólares a supuestos narcotraficantes que dejan abandonada la plata y que
nunca aparecen.
El peligro de todo esto, y
hay que señalarlo sin ambigüedades, es que Ortega hará pagar al pueblo esta decisión
norteamericana, es lo usual, su estilo, su forma de reaccionar, predecible
desde los años 80’s, a menos que haya alguien en su entorno que le prevenga y
lo desestimule a actuar como muchos sabemos y creemos que lo hará. Desatar el
caos, los asaltos en las calles, los secuestros de ciudadanos vinculados a la oposición,
las violaciones a mujeres, multas de tránsito al por mayor, robos y agresiones
a turistas, elevando la parada a los Estados Unidos con el mensaje de que ese
es el costo a pagar por haber atacado de manera tan contundente a los celosos Guardianes
de la Dictadura. Veremos cuál será la decisión de un Ortega que ni en sus
peores pesadillas contemplaba esta acción del “Imperio”.
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