sábado, 28 de enero de 2012

ADVERTENCIA EN VOZ ALTA Y CLARA

Durante los cinco años de gobierno constitucional del Presidente Ortega, nos referimos al periodo del 2007 al 2011, el gobierno de los Estados Unidos mantuvo una convivencia armoniosa con su administración, toda vez que las preocupaciones norteamericanas estaban siendo atendidas con prontitud y esmero por parte de las autoridades nicaragüenses, a saber: el apoyo al combate al narcotráfico, al terrorismo y a la inmigración ilegal. Durante los cinco años pasados, fueron relaciones casi idílicas, con uno que otro sobresalto provocado, sobre todo, por la manifiesta cercanía demostrada con los gobernantes iraníes y su mas que sospechosa, por lo excesiva, embajada en nuestro país.

Resuelto lo anterior, todo era miel sobre hojuelas. Una relación diplomática de mutua conveniencia, en la que la Administración Obama, a cambio de la atención de sus tres preocupaciones fundamentales, no manifestaba ninguna inquietud o recelo por la situación de la democracia, el estado de derecho, la gobernabilidad, la transparencia y la institucionalidad en Nicaragua. Sin embargo, todo parece indicar que la luna de miel entre Obama y Ortega está finalizando, ya que los Estados Unidos entran de lleno en la campaña electoral y los Republicanos han puesto en la agenda de los debates por la presidencia el tema de los gobiernos antidemocráticos, dictatoriales y decididamente considerados enemigos de los Estados Unidos. Para desgracia nuestra y gracias a la retórica gubernamental, encajamos a la perfección en esta clasificación.

De pronto, Nicaragua se ha vuelto un tema de campaña y tal a como lo planteamos en otra ocasión, es el peor escenario que le podía ocurrir a Daniel Ortega y a los nicaragüenses en general. En una carrera electoral en la que la economía y la política externa son los talones de Aquiles de Obama, los ataques republicanos están a la orden del día y todo parece indicar que han inclinado la balanza hacia sus posiciones e intereses. Han bloqueado la aprobación de la embajadora propuesta para nuestro país y demandan ponerle más presión al gobierno de Ortega, luego del fraude electoral de Noviembre pasado, respaldados por los informes de la OEA y la Unión Europea. Uno de los problemas de convertirnos en tema de campaña electoral, es que los candidatos tendrán que presentarse como los más duros en el enfrentamiento contra los “enemigos” de los Estados Unidos y demostrar a los votantes que las medidas a tomar o que se están tomando, son igualmente duras.  El otro gran problema es que, en el caso nuestro, somos el eslabón más débil en la cadena de gobiernos clasificados como autoritarios, anti democráticos y dictatoriales y en consecuencia, el más indicado para servir de ejemplo a los demás de lo que les podría pasar de continuar el camino que llevan.  

Abiertamente se amenaza con la no aprobación del Waiver, lo que traería consecuencias muy negativas para Ortega y el país en general.  El Waiver es la dispensa de un año que hace el Gobierno norteamericano a la aplicación de la disposición legal que prohíbe la ayuda bilateral y su apoyo en el otorgamiento de préstamos por parte de las instituciones financieras multilaterales. La no aprobación significaría que los prestamos del BID, el Banco Mundial, FMI y otras no llegarían al país, con las previsibles y graves consecuencias que esto conllevaría para nuestra débil economía. Pero no solamente se trata de la aprobación o no del Waiver, sino que además hay que tomar en cuenta la dependencia de nuestra economía con su principal socio comercial, los Estados Unidos, que representaron en el 2011 casi el  30 % del total de las exportaciones nacionales.  

El fraude electoral del 6 de Noviembre recién pasado puso de manifiesto el hecho de que la voluntad de los nicaragüenses fue vulnerada en unas elecciones plagadas de irregularidades de acuerdo al informe final de la OEA,  tanto así, que la misión de observadores de la Unión Europea las califica de  Inauditables. Esto, sumado a los antecedentes nefastos del fraude en las elecciones municipales del 2008 y las elecciones regionales de la Costa Caribe, ha hartado a la comunidad internacional que ven en Ortega un claro enemigo de la democracia. Las consecuencias no se han hecho esperar y el retiro de parte de la cooperación europea, ha sido el castigo que pagaremos todos los ciudadanos nicaragüenses. Sin embargo, esto ni siquiera ha inmutado al gobierno, ya que a como ha sido demostrado fehacientemente por el prestigiado economista Adolfo Acevedo, la sobre recaudación fiscal del 2011,  3000 millones de córdobas, es casi igual a la disminución de la cooperación europea: 139 millones de dólares.

Con la advertencia hecha por la Secretaria de Estado norteamericana, la cosa cambia radicalmente y los temores de los grandes empresarios, aliados de Ortega, se han puesto de manifiesto. Ellos están mas consientes de lo que esta nueva situación puede significar para el país y para sus pujantes negocios. Esto sí es mas serio que lo de los europeos y alarmados hacen oír sus voces de preocupación. De pronto, surge el interés por el estado de derecho y la gobernabilidad. Se exige, tímidamente, cambios en el Consejo Supremo Electoral, en la Ley Electoral y en el sistema electoral, por demás viciado hasta la coronilla. Nunca es tarde para rectificar, aunque los empresarios deben convencerse de que los negocios prosperan más y mejor en sociedades donde se respeta y fortalece la institucionalidad. Pretender prosperar a costa de la democracia, cerrando los ojos ante la conculcación de las libertades de los demás, los convierte en cómplices de la consolidación de la dictadura en nuestro país. La historia, tozuda como siempre, nos da ejemplos de esto y sus consecuencias. Al final, igual que pasó con los Somoza, los tiranos se vuelven en contra de sus socios de conveniencia y los engullen, sin importar cuan dóciles y complacientes hayan sido.    

La advertencia empieza a dibujar un panorama diferente en el escenario nacional e internacional. Si alguien en el Régimen de Facto instalado el 10 de Enero, creía que transgredir la voluntad popular no iba a traer consecuencias, estaba equivocado. Una cosa son los cálculos hechos a lo interno del país, partiendo de la aparente pasividad de la población, producto del cansancio de los nicaragüenses a continuar con los ciclos de violencia que, periodo tras periodo, se han venido sucediendo en nuestra historia y otra son los cálculos que se hacen a nivel externo. Una conjugación de factores internacionales que implique una victoria republicana en los Estados Unidos y el desplazamiento de Hugo Chávez en Venezuela, por las causas que sean, pondrían al gobierno de Ortega en un camino sin retorno, con el problema de que ahora no hay Revolución por la que valga la pena derramar sangre o aguantar hambre, ya que estamos enfrente de un gobierno conformado por una casta de potentados, que se han enriquecido de manera alucinante en escasos cinco años, gracias a la privatización de la cooperación venezolana. La advertencia ha sido dada desde afuera, habrá que ver si adentro hay oídos para oír.