lunes, 26 de noviembre de 2018

ALGO SE CUECE EN LA COCINA DE “EL CARMEN”


“Así pues, el que desee la paz, que se prepare para la guerra. Quien quiera conseguir la victoria, que entrene a sus soldados con diligencia. Quien aspire al éxito que luche con estrategia y no lo deje al azar. Nadie se atreve a provocar u ofender a quien ve como superior en el combate.”
De re militari

Contrario a lo que muchos piensan, soy de la opinión que Daniel Ortega está preparando afanosamente las condiciones para llevar adelante su propia negociación. No es un secreto que este personaje a través de la historia se ha caracterizado por negociar al borde del abismo, nunca en posición de desventaja y en la mayoría de los casos, teniendo como rehén al contrario. Me atrevo a asegurar que solamente en una ocasión no se dieron estas circunstancias: me refiero a la negociación de los Acuerdos de Sapoa. Un virtual estado de estancamiento entre las fuerzas beligerantes, Ejército Popular Sandinista y Contras, la decisión de la extinta URSS y los Estados Unidos de no continuar apoyando a dichas fuerzas, la postración económica del país, el cansancio de la población a la guerra que ya empezaba a fracturar el apoyo popular a la Revolución y el agotamiento de la cantera de reclutamiento para el Servicio Militar Patriótico u Obligatorio, como quiera llamársele, fueron las condiciones adversas que obligaron a Ortega a buscar en la mesa de negociación lo que no se pudo obtener en los campos de batalla.

Esta vez, hay una serie de circunstancias adversas, nacionales e internacionales, que hacen inviable la permanencia de Ortega en el poder, independientemente de las bravuconadas que tanto el cómo sus adláteres, profieren todos los dias. Hablaba en otra ocasión de tres pinzas de la cual Ortega no podría escapar: la económica, la presión internacional y la presión nacional. Existe una situación de precariedad de la economía nicaragüense que se puede detectar muy fácilmente y mantiene al régimen de Ortega en una posición muy vulnerable de cara a su futuro inmediato, dicha precariedad se refleja en los siguientes datos: salida de 1,373 millones de dólares del Sistema Financiero desde el mes de abril; afectación de la estabilidad y crecimiento de las Reservas Internacionales; pérdida de confianza de los inversionistas nacionales y extranjeros; indetenible caída del empleo formal, producto del cierre de pequeñas y medianas empresas, que impacta con mayor fuerza en la ya endeble situación financiera del INSS; fuerte disminución del financiamiento de la banca comercial a los ciclos de siembra, motivado por la inseguridad política; retraso en aduanas, como una forma de castigo al sector agro comercial, de maquinaria, equipos, repuestos e insumos agrícolas, y lo más peligroso, un entorno altamente volátil para el sector financiero nacional, que se exacerba en la medida que sus intereses se acercan más a los del régimen y se alejan de los populares.

A nivel internacional, el comandante está más claro que nosotros, que Venezuela no es la URSS de los años 80’s, que Cuba podrá asesorar en temas de Inteligencia y aspectos militares, nunca en temas económicos, dada su probada “expertisse” en hundir economías, y que las medidas que eventualmente serán aprobadas en los Estados Unidos, darán un golpe mortal a sus aspiraciones de continuar al frente del gobierno. Si bien es cierto que la comunidad internacional se muestra lenta en la aplicación de medidas más fuertes, no es menos cierto que el aislamiento al que está sometido no lo ha podido romper y que se verá fortalecido si los resultados de las elecciones en El Salvador, Guatemala y Panamá son contrarios a sus intereses políticos e ideológicos.

A nivel interno, el régimen ha tenido que fortalecer la militarización en todos los municipios del país, como única forma de contener la protesta cívica popular, pasando en la práctica a un estado fascista, pero además, incorporando las huestes paramilitares a la policía orteguista, en un vano intento de evadir penalmente los crímenes cometidos por estos durante los meses de represión. Nuevamente, el Ejército se acomoda en el grupo de Ortega, facilitando instalaciones e instructores para preparar militarmente a los asesinos del pueblo. La represión continúa en aumento de manera selectiva, no se han detenido las capturas ni las muertes, que aunque esporádicas estas últimas, indican un patrón de comportamiento característico de eliminación física de líderes de base que estuvieron en los tranques. Las rotondas de Managua siguen tomadas por los empleados públicos, en una demostración de “apoyo popular” a la pareja presidencial, bajo el viejo modelo de Rosario de que el que no asista es corrido de su trabajo. A los esfuerzos de “normalidad” se incorpora la celebración de la Purísima, con los consabidos altares en la Avenida Bolívar. Esta vez sin disimulos ni falsos remilgos, la pareja  presidencial compite en protagonismo con la mismísima Virgen María, a quien ya despojaron de su manto azul y blanco, de por si criminalizado.

Ante este panorama sumamente desalentador, que le queda a Ortega? Negociar. Pero con su viejo estilo, al filo de la navaja. Con ventaja y alevosía. Con rehenes o con su grupo de amigos. Pretende llevar adelante un proceso negociador bajo la sombra del SICA, el Sistema de Integración Centro Americano, y conducido por su viejo amigo el Ex Presidente Vinicio Cerezo. Parte del sector empresarial, liderado por el Capital Financiero, está dispuesto a sumarse a este esfuerzo, reviviendo la alternativa del Aterrizaje Suave, el famoso “Soft Landing”, para lo cual han explorado a importantes figuras de la Vieja Guardia Sandinista. Pretenden apartar de esta nueva versión del Dialogo a las figuras emblemáticas de la Conferencia Episcopal que han estado en contra de la represión, Monseñor Báez, Mata y Álvarez y hasta estarían dispuestos a montarles una trama conspirativa al mejor estilo de los años 80’s para sacarlos de este escenario. No descartaría que dentro de esta trama tengan previsto sacar a otros actores importantes del Dialogo, como es el caso del Dr. Luis Sanchez Sancho y el Dr. Ernesto Medina. El Ejercito estaría de acuerdo en esta eventual negociación, toda vez que el mantenimiento del “status quo” se garantice, vale decir los intereses económicos y los privilegios de la cúpula militar. Dentro de esta estrategia, falta el elemento externo que desencadene el proceso y no es más que una “invasión” armada desde Costa Rica, provocada por ellos mismos, independientemente de los actores que participen, un Falso Positivo, que coloque a Ortega en condición de víctima de una conspiración fraguada desde el vecino país por los exiliados nicaragüenses. Para ello ha desplazado a una buena cantidad de operadores políticos y de inteligencia, quienes tienen la tarea de organizar militarmente a los incautos que caigan en la trampa, bajo la protección, auspicio e involucramiento directo y activo de la Embajada nicaragüense en Costa Rica.

Esto es lo que se cuece afanosamente en el área de cocina de "El Carmen" y habrá que estar alerta a los acontecimientos del mes de Diciembre que se avecina rápidamente. La Gritería podría deparar muchas sorpresas.