lunes, 13 de mayo de 2019

LOS OBJETIVOS ESTRATEGICOS Y LA LUCHA POR ALCANZARLOS


A fuerza de lectura en las redes sociales y de las muchas oportunidades que se tienen para compartir con los jóvenes en el exilio, nos vamos dando cuenta de cómo, con tanto bombardeo en los medios, se está confundiendo el Objetivo Estratégico de la lucha con elementos de carácter táctico.  La salida de Ortega del poder y la instauración de un nuevo modelo de gobierno en Nicaragua es y tiene que ser nuestra apuesta al largo plazo. A veces el problema es confundir lo táctico (lo de corto plazo) con lo estratégico (lo de largo plazo), o estancarse en la confusión de la inmediatez, que es lo que quiere el régimen que hagamos, mientras ellos van abonando el camino para alcanzar su objetivo fundamental, el estratégico, el de largo plazo. 

Un nuevo modelo político, económico y social a construirse en nuestra patria (lo que debiera ser nuestro Objetivo Estratégico) pasa necesariamente por la salida de Ortega del poder. La salida de Ortega del poder pasa por la forma en que esto vaya a ocurrir: por la vía cívica o por la vía armada. Descartada a priori la segunda, la primera pasa por la forma que esta salida adopte. Todo apunta al adelanto de las elecciones, lo cual pasa por la organización del pueblo nicaragüense, que a su vez pasa por tres factores claves: Unidad, Estrategia y Liderazgo. Cada quien podrá ponerle los apellidos que quiera a estos tres factores, pero si no hay unidad del pueblo en torno a una idea programática, si no tenemos una estrategia clara y definida en torno a cómo alcanzar el éxito y sin un liderazgo creíble, el fracaso nuevamente estará a la vuelta de la esquina y eso es algo que no podemos darnos el lujo. Una tercera transición fallida no puede ni debe ser posible, después de tanto esfuerzo y sacrificio. 

Hay quienes plantean a nivel teórico que los objetivos estratégicos son inamovibles, que una vez que se han establecido no se pueden cambiar. La verdad es que las circunstancias a veces obligan a transformarlos un poco sin que pierdan su esencia fundamental. Por ejemplo, durante los meses de Abril a Junio del año pasado, el objetivo estratégico de Ortega era permanecer en el poder a cualquier costo, sin importar los medios. Tenía como elementos a su favor: la posibilidad de recomponer su alianza con el sector empresarial, en tanto los once años de “Consenso” los había beneficiado; la Policía y el Ejercito de su lado, la creación de una fuerza paramilitar que podía actuar con total impunidad y una comunidad internacional tibia. Las Operaciones Limpieza y los crímenes cometidos durante las mismas transformaron el objetivo, ahora es evitar ser juzgados nacional e internacionalmente por los crímenes cometidos durante la orgía de sangre y muerte desatada durante estos meses. 

Las circunstancias han cambiado, la comunidad internacional abandonó el letargo en el que se encontraba, las sanciones norteamericanas están en marcha, la OEA finalmente transformó su complacencia con Ortega en una actitud resueltamente a favor de aplicar la Carta Democrática Interamericana, la Unión Europea amenaza con sanciones individuales y colectivas, en fin, de repente el Régimen se encuentra en su peor estado y todos piden la cabeza del dictador. Ante esto, la imperiosa necesidad es salvarse de una pena carcelaria prolongada, poner a resguardo su familia y el capital usurpado durante todos estos años de latrocinio. Un “pequeño” cambio en el objetivo estratégico. Ya no hay posibilidades del establecimiento de una dictadura dinástica, ni Rosario ni Laureano podrán darle continuidad a este sueño somocista, ni ninguno de los vástagos restantes pues todos están en la mira de las sanciones, en consecuencia, a lo máximo que podrían aspirar en un eventual y negociado proceso electoral, es alcanzar un 20 – 25 % de votos que le permitan sobrevivir en un nuevo escenario político y tratar de Gobernar desde Abajo o establecer un nuevo Pacto con las fuerzas o la fuerza que llegue a ser poder en el futuro inmediato. 

Para alcanzar este objetivo tiene varias alternativas, la más importante de ellas es negociar directamente con la Administración Trump. Ortega ha visto como las amenazas a Nicolás Maduro poco a poco se desvanecen en retórica violenta, pero no pasan de ahí y más bien se estaría planteando una suerte de negociación internacional entre Venezuela, Cuba, Rusia, China y los Estados Unidos y ahí quiere insertarse, ser la sexta silla en esa mesa, tratando de negociar amnistía a cambio de dejar el poder. Negociar impunidad y parte o toda la plata robada, a cambio de dejar en paz a los nicaragüenses. Juega, peligrosamente para sus intereses, a la baza venezolana, midiendo los plazos de Maduro, contemplando la inoperancia de los norteamericanos, que ladran pero no muerden. Tiene que mantener un equilibrio muy delicado, entre convencer a su base social de que él “zequeda” y mantener la retórica a nivel internacional de que continúa negociando de buena fe con la ACJD. Sabe que un desliz a lo interno, una duda en esa base que se sostiene por el miedo a las consecuencias por tanto crimen, sería catastrófica para sus intereses, se le desgranaría la “mazorca” y ellos mismos, los de “arriba”, serían los nuevos blancos de quienes se sentirían traicionados y abandonados a su suerte. Pero además, tiene que mantener convencido al rebaño paramilitar y al orteguismo que aún se sostiene junto a él, que estaría negociando por todos ellos, aunque las evidencias digan lo contrario. La preocupación son las sanciones a Laureano, no la de los otros enlistados. El problema es el dinero que está afuera, no la situación económica de esa base social que no tiene tratamiento especial cuando compra en la pulpería, en el mercado o en el supermercado. 

Existe un elemento adicional que no hay que dejar de lado y juega en contra de los tiempos que Ortega quiere manipular en las negociaciones con la ACJD y es el hecho de que el próximo año los Estados Unidos entran a su proceso electoral, a las primarias, para elegir candidatos Demócratas y Republicanos a la presidencia. La Administración Trump, con tantos problemas internos no puede darse el lujo de llegar a esa fecha sin resultados concretos relacionados con la “Troika de la Tiranía”, a como han bautizado a Cuba, Venezuela y Nicaragua. Han recreado en el imaginario de la base republicana el famoso “Eje del Mal” de Ronald Reagan y en algún momento tendrán que demostrar que pueden tomar acciones en contra de estos países, considerados nuevamente en la filosofía geopolítica actual, como el “Traspatio” de los Estados Unidos, el Área de Influencia norteamericana. Llegar a las Primarias sin nada en la mano no está en las consideraciones de esta Administración, que tendrá que convencer a los estados claves con gran presencia hispana y en donde cubanos, venezolanos y nicaragüenses son muy importantes para ganarlos. Una intervención en contra del régimen de Maduro suena muy improbable, tomando en cuenta los potenciales costos humanos que podría representar entrar a un país con más de 400 mil hombres y mujeres armados, independientemente de la capacidad combativa real que estos tengan. Con Cuba pasa igual cosa, un país en permanente apresto de guerra para la intervención norteamericana que jamás llega. Queda el tercero de la Troika, el más endeble política y económicamente, sin recursos estratégicos que defender por parte de los jugadores externos que si están presentes en Venezuela, con un desprestigio casi universal y con un Ejército que tiene más intereses económicos que políticos para defender. 

Puestas así las cosas no podemos perdernos en el objetivo nuestro, la salida de Ortega del poder y el establecimiento de un nuevo modelo de gobierno. Hay muchos elementos que confluyen a lo interno y a lo externo, que contribuyen o distorsionan, pero lo fundamental es mantenernos sobre esa perspectiva, en la lucha por alcanzarlo. Todo lo demás puede venir después de haberlo logrado, no antes. 


Ing. Roberto Samcam R.
Mayor en Retiro Ex EPS
San José, Costa Rica.