sábado, 11 de febrero de 2012

MISION CUMPLIDA? (PARTE I)

En el mes de Enero del año 2009, un grupo de “valiosos cuadros”, a como se autodefinieron, del orteguismo – murillismo y coordinados por la Secretaria de Propaganda del Partido, se dispusieron a exprimirse el cerebro para elaborar la plataforma ideológica del gobierno del presidente Daniel Ortega, quien había tomado posesión dos años atrás. Se necesitaba elaborar una estrategia que posibilitara el cumplimiento del objetivo fundamental, la continuidad del comandante en el poder por un período que ellos mismos se plantearon no menor de 15 años.

Al igual que Ronald Reagan, quien al llegar a la presidencia de los Estados Unidos en 1981 tuvo a la Fundación Heritage y la Hoover Institution como los principales constructores de su plataforma ideológica, el famoso “Documento de Santa Fe”, en donde expresaban los postulados de la Revolución Conservadora, cuyo objetivo fundamental era la recuperación de la hegemonía de los Estados Unidos lesionada en parte por la perdida de Irán, Nicaragua y el Canal de Panamá, así mismo Daniel Ortega contaría con sus propios estrategas para definir la plataforma programática de lo que llamarían en ese momento La Segunda Etapa de la Revolución y lo expresaban en el documento “Socialismo del Siglo XXI, Hermandad Revolucionaria”, que coincidentemente también postulaba la Recuperación de los Derechos Revolucionarios Perdidos, o lo que es lo mismo, la Recuperación de la Hegemonía Sandinista perdida en las elecciones de 1990, solo que ahora en vez de estar liderada por el Sandinismo, estaría encabezada por el naciente orteguismo - murillismo.

Parecía ser que la lección de 1990, la derrota electoral del Sandinismo a manos de Doña Violeta Barrios de Chamorro, fue aprendida por el orteguismo durante los 16 años de sequia de poder, en los que tuvieron todo el tiempo del mundo para ir minando los cimientos de la institucionalización en la naciente República de la post guerra, que se construía con no pocos tropiezos y zancadillas. 16 años de esfuerzo disciplinado, subterráneo y sostenido, para demoler desde abajo lo que se levantaba allá arriba. 16 años para crear las condiciones de la vuelta al poder, ya no del Sandinismo, sino del orteguismo. 16 años rumiando venganza, odios y complejos. La derrota del 90 había tomado por sorpresa al comandante, nunca hubo un plan alternativo ya que jamás concibió perder las elecciones, por eso ahora no habría sorpresas, el poder nunca mas se pondría en riesgo y si acaso se ponía en juego, sería con los dados totalmente cargados para evitar otro susto, a como efectivamente los cargó el 6 de Noviembre recién pasado el croupiér mayor, Roberto Rivas Reyes.

Dos años pasaron desde la toma del poder en Enero del 2007, para empezar a elaborar el famoso documento que definiría la estrategia continuista y que tiene como piedra angular la hegemonía del orteguismo – murillismo en todos los estamentos de la sociedad: político, económico, social, cultural y hasta religioso y como principal soporte de dicha hegemonía una nueva Constitución Política, hecha como un traje a la medida de las ambiciones de la familia gobernante. Había que acomodarse a las nuevas condiciones, ya que 16 años alejados del poder hacen mella. Había que digerir la inmensa marea de dólares que significaba la cooperación venezolana y había, por lo tanto, que adecuarse ideológicamente a esta nueva coyuntura, en la que el Santo Patrono Mayor era Hugo Chávez Frías, constructor de una férrea dictadura en su país a partir de los instrumentos democráticos. Demasiada plata como para dejarla abandonada igual que en el 90. Demasiada plata como para que tuviera el mismo fin que tuvo el mal llamado Patrimonio del Partido o la misma suerte que corrieron miles de propiedades dadas a testaferros, que se les comieron el mandado a sus anteriores jefes. Esos errores no se podían volver a repetir.

En ese proceso de adecuación nace la estrategia de no retorno del poder, misma que ha sido seguida por el orteguismo – murillismo paso a paso, con dedicación, esmero y disciplina casi espartana. Primero había que darle gusto al mecenas de la familia, el que paga la fiesta en un montón de lugares y por lo tanto el que ordena que música bailar. Es así que el primer lineamiento establece: Conducir en el marco del socialismo del siglo XXI y La Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América, ALBA, el enfrentamiento popular contra la oligarquía y el imperialismo. Minimizar las figuras de los Estados Unidos y los europeos, resaltando la solidaridad Venezolana y el Liderazgo del Comandante Hugo Chávez.

A decir verdad, en este punto tuvieron que adecuarse a las circunstancias. En plazas públicas gritaron a más no poder en contra del Imperialismo Yanqui. En privado, se convirtieron en los garantes de las tres principales preocupaciones de los norteamericanos: el narcotráfico, el terrorismo y la inmigración ilegal. La Administración Obama dejaba pasar los exabruptos, sabedora de que Ortega cumplía con excelentes calificaciones lo convenido. Una relación incómoda, pero de mutua conveniencia. Para modular los decibeles aquí, estaba el Embajador de turno. Para dar las explicaciones allá, estaba un verdadero malabarista cargando su Cruz, con más ingenuidad que convicción.

Caso diferente fue con los europeos, ya que la ayuda venezolana superaba con creces la cooperación de los países del viejo continente y la idea de reorientar las exportaciones de Europa al creciente mercado de Venezuela daban la oportunidad de oro para salir de estos incómodos socios, que solo prestaban atención a la gobernabilidad, la democracia, la descentralización hacia los gobiernos municipales, el estado de derecho y la transparencia administrativa. Malas palabras en los oídos de quienes demolían desde sus cimientos la República para construir un nuevo Gulag en Nicaragua. El trato dado fue grosero en exceso. Moscas que se paran en la inmundicia, paisucho, saqueadores, exterminadores de indígenas, explotadores, fueron entre muchos otros, los epítetos endilgados. 

Como era de esperarse, la cooperación europea ha ido abandonado poco a poco el país, dejando inconclusos proyectos que beneficiarían a miles de familias pobres, sobre todo en las zonas rurales, que es donde se ubica la mayor parte de la pobreza extrema. Nada de esto importó. Era más importante quedar bien con Chávez. Una de cal y otra de arena. La bravata contra los europeos justificaría la blandenguería con los gringos. Que se sepa, no ha habido reclamo por parte del Amo del Sur.

Quedaba el punto del enfrentamiento popular contra la oligarquía. Esto se intentó azuzar al comienzo, pero a medida que la privatización de la cooperación venezolana conformaba un nuevo polo de poder económico oligárquico en manos de orteguistas y murillistas, era mejor congelarlo. Demasiadas plumas frente a las puertas de los jerarcas como para que nadie notara el robo en el gallinero. Sin embargo, para desgracia de los nuevos millonarios, de la nueva oligarquía, en estos días muchos de los antiguos seguidores empiezan a abrir los ojos, iniciando el reclamo por democracia interna en el partido y atacando la corrupción de alcaldes, concejales y comisarios políticos. Este reclamo, irremediablemente, se transformará en el reclamo por la traición de los de más arriba al legado de Sandino, quien nunca pidió ni siquiera un palmo de tierra para su sepultura y estos se están llevando el cementerio completo. Este reclamo, muy pronto derivará en la lucha de los pobres de la secta contra los millonarios pastores del rebaño.

Por otro lado, la relación existente entre los viejos y los nuevos oligarcas es idílica. Los negocios los unen, unos aprenden de los otros y ambos cohabitan en una relación simbiótica,  en la que los viejos parasitan en los nuevos, que son los que disponen de la plata y del presupuesto de la nación. Sin embargo, esta relación no siempre se mantendrá en el estado actual, ya que subyace en la memoria de los viejos oligarcas, que los nuevos, igual que en los tiempones de Somoza, han llegado donde están por el asalto al poder. Siempre los mirarán de menos por cuestiones de clase y esperarán agazapados el momento mas oportuno para dejarlos colgados de la brocha, igual que hicieron con Somoza. Mientras tanto, seguirán navegando con bandera de tontos, agarrando lo más que se pueda, ya que en estos tiempos de crisis, de lagartija para arriba todo es cacería.