“Y que no se
les olvide, ustedes votan
pero al final
el que cuenta los votos soy yo”.
Frase atribuida, no a Roberto Rivas,
sino al Dr. Modesto Salmerón,
Ministro de Gobernación y cuenta votos
particular
de Anastasio Somoza García.
Luego de haberse dado los primeros pasos del proceso
electoral municipal, la situación observada en lo que llevamos del mismo, no
hace más que confirmar lo que muchos y desde diversos ángulos de análisis han
venido augurando acerca de lo que serán estas elecciones municipales: la
repartición o designación de alcaldes y concejales por parte del gran elector,
juez y parte en la desequilibrada justa electoral: El orteguismo.
Nada de la actuación
de los principales responsables en velar por la transparencia, legalidad,
justeza, honestidad y neutralidad del proceso que desembocará en las elecciones
de autoridades locales el próximo 4 de Noviembre es diferente a lo que hicieron
en el 2008 y en el 2011. Peor aún, están
incurriendo en acciones nuevas pero igual de ilegales, arbitrarias y
descaradas. Sin que les avergüence lo actuado, dejando a un lado las
apariencias y pasando olímpicamente encima de las recomendaciones de las Misiones
de Observación Electoral de la Unión Europea, UE, y la Organización de Estados
Americanos, OEA, se han dedicado a cometer una serie de tropelías a vista y
paciencia, no solo de los partidos políticos que han decidido participar en la
contienda, sino que de toda la ciudadanía nicaragüense, como un presagio de lo
que vendrá el día de las elecciones.
Primero fue el
proceso de cedulación, una actividad
que desde hace años ha correspondido hacerlo no a las autoridades competentes,
sino al oficialismo a través de sus estructuras partidarias departamentales y
municipales. Como una continuación de las ilegalidades cometidas durante las
elecciones del 2011, se ha seguido cedulando a jóvenes menores de 16 años, negando
cedulas a ciudadanos sospechosos de pertenecer a la oposición, repartiendo
cedulas a diestra y siniestra entre quienes se identifican con el partido de
gobierno y entregando en cantidades industriales documentos supletorios a
ciudadanos, quienes a su vez también se les entregarán cedulas para que puedan
ejercer doble y triple voto, lo que ya hicieron en Noviembre del año pasado. Mención
aparte debe hacerse a la prestancia demostrada por el CSE para entregar cedulas
a personas ligadas al narcotráfico y a miembros de organizaciones acusadas de
narcoterroristas.
Luego fue el abuso con
la cartografía electoral, moviendo
grandes masas de votantes de una circunscripción a otra, para asegurar que en
los lugares donde el oficialismo ha tenido malos resultados se logre la
victoria “limpiamente”. Este fue un experimento iniciado en las municipales del
2008, en las que gracias a la superioridad aplastante que crearon en las Juntas
Receptoras de Votos, pudieron hacerlo con la total desfachatez y en contra de
la voluntad de los fiscales opositores. Recordemos que pusieron tres policías
electorales por Junta y fiscales prestados a partidos de alquiler, que en cada
elección cumplen el triste papel de quintas columnas facilitando sus tendidos
electorales al orteguismo. Aprendida la lección y refinada en el 2011, esta
vez, con mucha antelación ya están “legalizados” los votantes necesarios para
no tener que hacer el alboroto en las JRV.
Posteriormente fue la
distribución de las Presidencias de
los Consejos Electorales Departamentales. El oficialismo se recetó 9 CED,
precisamente en los territorios con mas votantes: 2.8 millones y a la segunda
fuerza, PLI / VCE le asignaron 8 CED en territorios con menor población, en
total 1.3 millones. Pero no contentos con dicha asignación, en estos últimos (y
solamente en estos) crearon la figura del Coordinador Administrativo, delegándole
más autoridad que al mismísimo Presidente de CED. Por supuesto que estos últimos
no tienen potestad para entrar a las oficinas de cedulación, mucho menos acceso
al Padrón Electoral. Son como convidados de piedra en el circo electoral del
Gran Prestidigitador.
Con el proceso de verificación vino otro de los abusos
rampantes del Consejo Supremo Electoral. Desde el 2011 se adueñaron del Padrón Electoral, convirtiéndolo en
propiedad intelectual del Consejo, una figura que les permite hacer y deshacer
con la identidad de los votantes. La verificación de ese año creo las bases
para que el partido de gobierno se diera a la tarea de formar su propio padrón
basado en supuestos votantes cautivos: funcionarios de las instituciones del
estado y gobierno, activistas profesionales del orteguismo, ciudadanos que
fueron beneficiados con los programas clientelistas gubernamentales y miles de estudiantes
de secundaria, muchos de ellos sin tener la edad necesaria para votar. Esta
vez, durante la verificación de este año fueron mucho más allá, crearon el
Padrón Activo y el Padrón Pasivo. En el primero ubican a los que votarán por el
orteguismo y los que se verificaron este año y en el segundo los que no se
verificaron y son sospechosos de votar por la oposición. Como solamente ellos
manejan ambos, será labor de cada ciudadano que no se verificó ir a las
oficinas del Consejo Electoral Municipal a inscribirse en el Padrón Activo,
algo por demás improbable tomando en cuenta la aventura que significa caer en
la burocracia de las instituciones del gobierno, pero sobre todo por la
desconfianza que inspira el propio Consejo Supremo Electoral.
Habría que ver en
cuál de los padrones se encuentran las personas fallecidas que votaron en las
elecciones del 2008 y del 2011. Esta ha sido una de las obras de fe que
certifican la pureza de alma de Roberto José, El Hacedor de los Milagros, un
santo varón revestido de todos los poderes terrenales y celestiales, con
licencia para hacer que, al igual que Lázaro, los muertos se levanten de sus
tumbas, pero no solo eso, el verdadero milagro consiste en que los muertos
votan y no en cualquier casilla; por obra y gracia de su divina voluntad, todos
los resucitados el propio día de las elecciones (y solo por este día) votan siempre
en la casilla del oficialismo. Ellos también cuentan para alcanzar las nuevas
victorias.