Hoy 8 de Julio se cumple un
año de la masacre perpetrada por el régimen orteguista en contra del pueblo
caraceño, quien logró despertar de un letargo al que estuvo sometido durante
tanto tiempo. Nunca antes se había visto ni vivido lo que aconteció en esa fatídica
fecha, ni siquiera en los dias más cruentos de la lucha contra Somoza. Nunca
nadie se atrevió a desangrar un pueblo por sus cuatro costados, en un afán de
venganza, de odio y de soberbia. Este día, hace un año, se derramó sobre las
calles de Diriamba, Jinotepe y Dolores sangre joven, sangre limpia, de
luchadores populares que no hicieron más que expresar su rechazo a un gobierno
que asesinaba en el campo, que asesinaba en la ciudad, que depredaba los
recursos naturales que nos pertenecen a todos los ciudadanos de este país, que
se corrompía hasta los tuétanos y que en su afán de continuar la orgia de poder
y lucro insaciable, ya no le importaba vender la soberanía nacional, asesinar familias
enteras o entregarse al narcotráfico para continuar amasando más dinero sucio.
En la historia más reciente,
Carazo le ha dado la espalda a Daniel Ortega en varias ocasiones, como
preparando el momento definitivo de terminar con un gobierno que regreso al
poder montado en falsas promesas de cambio. En enero del 2006, un caraceño de
pura cepa puso en jaque el poder omnímodo de quien se consideraba el
predestinado a gobernar de nuevo nuestro país. Herty Lewites retó al dictador e
hizo tambalear sus estructuras, su lanzamiento político fue un fenómeno pocas
veces visto y hubo que asesinarlo para darle fin a una esperanza de democratización
partidaria que nacía. Esta ruptura se mantuvo hasta el 2008, cuando tuvieron
que hacer un fraude colosal para revertir el rechazo hacia el falso profeta. El
2011 se profundiza la distancia de Carazo con el liderazgo desgastado del
orteguismo, expresándose en los resultados de un proceso electoral igualmente
fraudulento, pero que rompía la cohesión tan cacareada del traicionado
sandinismo, con la aparición del Grupo “Sandino Vive”. Llegarían las elecciones
del 2016 y 2017 y nuevamente Carazo expresaría su rechazo al régimen con los más
altos niveles de abstención a nivel nacional, nuevamente el pueblo le cerraba
las puertas y le daba la espalda al tirano, en un aviso de lo que vendría poco
tiempo después.
El 19 de Abril del 2018 vendría
la ruptura total y definitiva entre quienes aspiraban a un futuro distinto y
los que vivían anclados en un pasado indigno, de oprobio y de vergüenza. Eran
unos pocos lo que aún se mantenían fieles a las dadivas, a los abusos que les permitían
los cargos partidarios, al robo descarado de las sobras de la cooperación
venezolana. Vendría la furia popular el 21 de Abril, que se descargaba en una
casa que muchos años atrás había sido robada impunemente a una familia
honorable de Jinotepe. La mayoría del pueblo se complacía de ver reducido a
cenizas el símbolo de la ignominia, de la desvergüenza y del cinismo, al igual
que lo hacían cuando caían estrepitosamente las pesadas estructuras metálicas que
simbolizaban las creencias esotéricas de la Vicepresidenta. Era el pueblo que decía
basta a un régimen que no tuvo empacho en agredir, asaltar y vejar a estudiantes
universitarios y pobladores que los apoyaban, cuando se dieron los acontecimientos
que se conocieron como OcupaINSS en el año 2013. Era el
mismo pueblo que rechazaba a los autores de la masacre de Las Jaguitas o a los
asesinos de los niños en La Cruz de Rio Grande. Fue el mismo pueblo que rechazó
a los atacantes la madrugada del 12 de Junio del 2018 propinándoles una
dolorosa derrota. Ese pueblo que al día siguiente amanecía trancado de lado a
lado para auto protegerse de los asesinos que gozaban de impunidad para asaltar
supermercados, asesinar jóvenes y hasta niños, sin importar se lo hacían a
balazos o carbonizándolos.
Y llegaría el fatídico 8 de
Julio, cuando más de 2500 criminales uniformados llegarían con los primeros
rayos de sol a asesinar a un pueblo que se defendía de quienes pretendían darle
una lección por el solo hecho de haber dicho basta. Fueron muchos los que
cayeron valientemente portando un mortero y una pañoleta azul y blanco. Al
igual que 40 años atrás, jóvenes jinotepinos, caraceños se reencontraban con
quienes cayeron en una lucha desigual contra la Guardia Nacional. José María
Campos, Marcos Villalobos, Vicente Rapacciolli, Josué Mojica, Miguel Obando,
Ricardo Largaespada, Jeffrey Calero, Gerald Barrera, Douglas Acevedo, Faber López,
Bismarck Arias, Luis Acevedo, Carlos Ochoa, José Manuel Narváez, Bismark
Padilla y Gerald Villavicencio se abrazaban con Arlen Siu, Hugo Arévalo, Chu Castellón,
Marlon Calderón, Fanor Chevez, Jorge Matus Téllez, Santiago López, Álvaro Sánchez,
Mauricio Duarte y con muchos jóvenes más que cayeron defendiendo sus ideales de
Libertad, de Justicia, de Paz y de Democracia.
Honor y Gloria a los Caídos!
La sangre derramada nunca será
en vano!
Ni Perdón, Ni Olvido!