sábado, 23 de abril de 2016

ELECCIONES NACIONALES 2016. EL ORTEGUISMO Y EL MITO DE LA INVENCIBILIDAD (PARTE III)

Continuamos con la tercera entrega del análisis de las Elecciones Nacionales 2016, en el que hemos escrito, en la primera, acerca del complicado entorno internacional en que le toca bregar al partido de gobierno y a Ortega en particular, toda vez que con la muerte de Hugo Chávez, el derrumbe del Socialismo del Siglo XXI y el naufragio de su heredero político, la plata que permitió consolidar un gobierno autoritario y dictatorial está llegando a su fin, así como la amplia impunidad que en el concierto latinoamericano le ofrecía Chávez a través de su influencia política y económica. La OEA de Insulza no es la OEA de Luis Almagro y como dice Mundo, ya el radar internacional empieza a apuntar a Nicaragua. En la segunda entrega analizamos la problemática del CSE, en tanto institución al servicio de Ortega y del orteguismo y no al servicio de la ciudadanía para garantizarle elecciones libres, transparentes y competitivas. En esta tercera entrega analizaremos la problemática del partido en el poder, sus demonios internos y sobre todo el mito de su invencibilidad.  

DEL FSLN AL ORTEGUISMO

Son muchos los que se preguntan cuándo fue que se inició la transformación del FSLN en lo que es hoy, el orteguismo, ya que un partido surgido y forjado al calor de la lucha guerrillera, que vio caer en los difíciles años del clandestinaje a sus mejores hombres, con un liderazgo legendario que escribió paginas heroicas en contra el somocismo, es inexplicable, para no pocos que aún se consideran revolucionarios, la metamorfosis sufrida. Unos consideran que el virus somocista inoculado durante cerca de 45 años al pueblo nicaragüense infectó y se mantuvo latente en algunos hasta el día de hoy y es la causa de tanto retroceso político e ideológico. Otros achacan el cambio surgido al síndrome de la derrota del 90, cuando una parte del liderazgo de la época, muchos de los cuales están vigentes aun, se sintió traicionado por el pueblo que le dio el voto a Doña Violeta y que “no agradeció el sacrificio hecho por ellos durante los años de la revolución”. Para otros, la causa se origina en que una parte del sandinismo no estaba preparada para la derrota a manos de la UNO, se resistía a evolucionar la mentalidad conspirativa, atada a la época de la guerra fría, alejada de cualquier forma de modernidad política y más bien, por aquello de que los extremos al final se juntan, se acercaban rápidamente a darle continuidad al somocismo, bajo el modelo más simple del tradicionalismo político: pactos, componendas, acomodo a cuotas de poder, enriquecimiento ilícito, uso del poder para beneficio personal, familiar y partidario, para finalmente, acceder al poder a cualquier costo para hacer lo que hacen hoy y convertirse en lo que son actualmente. Sin embargo y cualesquiera sean las causas de tanta involución, no hay que olvidar que, nacido luego de las ultimas contradicciones a lo interno del sandinismo y posterior a la derrota a manos de Violeta Barrios de Chamorro, el orteguismo es la liquidación física, moral y espiritual del FSLN, un partido construido sobre las bases del legado de Dignidad, Soberanía, Patria, Libertad y Justicia Social del General Sandino; de la lucha guerrillera del Chaparral, Raiti y Bocay y de los valores y principios revolucionarios inculcados por Carlos Fonseca, Silvio Mayorga, Oscar Turcios, Ricardo Morales Avilés y otros valiosos compañeros caídos.

LA SUCESIÓN: LA MADRE DEL CORDERO

Como todo partido que ha involucionado de esa forma, con un caudillo sustituyendo al liderazgo colectivo, sin programa político más que el prebendarismo y la compra de conciencias y transformado en una entidad corporativa que parasita del poder para enriquecerse descomunalmente, el asunto de la sucesión es un tema que se había postergado por varios años. El mismo problema de todos los caudillos o aspirantes a serlo, se creen eternos, inmortales e imprescindibles. Sin embargo, los problemas de salud del comandante y las serias aspiraciones de la compañera, quien considera que su tiempo ha llegado, han llevado la incertidumbre en un amplio sector del partido, que no comulga ni confía en que la primera dama, Rosario Murillo, sea la mejor alternativa a suceder a Ortega en el poder. Lo que muchos no entienden, es que el asunto no es totalmente político, es más económico, ya que el enorme capital acumulado a la sombra de la privatizada cooperación venezolana requiere legitimación. Este es el verdadero meollo del asunto, quién asumirá el poder en caso de ausencia temporal o total del comandante y que no ponga en peligro la seguridad de los más de 3,500 millones de dólares en manos de la familia Ortega Murillo (4,500 para el Congreso venezolano). Entre febrero y marzo del 2014 se le presentó a la compañera la oportunidad de analizar en detalle el problema de la sucesión, echando a andar un gobierno paralelo ante la crítica situación de salud que presento el comandante, quien tuvo que ser enviado de urgencia a la Isla de Cuba (ver Editorial del 15 de marzo del 2014 “La resurrección de Daniel y el Gobierno Paralelo”). En ese entonces pudo medir las lealtades del Ejército, de la Asamblea Nacional y de la Policía, entre las más importantes y comprobó que si no está en la línea de sucesión constitucional, las cosas pueden llegar a torcerse, máxime si el Vicepresidente maneja su propia agenda.

VIEJA GUARDIA DANIELISTA VRS. JUVENTUD MURILLISTA

El eventual nombramiento de la compañera como fórmula de Daniel Ortega en las elecciones de noviembre de este año despejaría el problema de la sucesión, así como la salvaguarda y legitimación del capital familiar, sin embargo ensancharía un flanco peligroso que no ha podido cerrarse: la disputa, unas veces velada y otras veces frontal y abierta, entre la vieja guardia sandinista – danielista y la falange juvenil que respalda a la compañera. Críticos, convencidos de que se merecen mucho más de lo que les han dado y relegados de casi todas las estructuras de poder, se han convertido en adversarios acérrimos de Murillo. Con mucha historia que los respalda, resienten que no se les reconozca su aporte a la lucha revolucionaria, su participación en la guerra de los 80`s y su lealtad al comandante durante los años de gobiernos   neoliberales. No han podido entender, que a diferencia de los jóvenes Murillistas, ellos ya no son necesarios, se volvieron imprescindibles, descartables, indeseables para quien tiene su propia agenda de poder, su particular concepción de ejercerlo y sus propios intereses. Ella no quiere competencia en el usufructo del capital acumulado, de las empresas levantadas a la sombra de la cooperación venezolana y tampoco quiere a nadie que le haga sombra en el poder, así tenga más historia o galones que ella misma. Es más, a estos los considera un peligro inminente para sus aspiraciones.

EL TRIPODE QUE SOSTIENE AL REGIMEN

Los Somoza disfrutaron de largos años en el poder debido a que lograron identificar y construir sus propias bases de sustento: la Guardia Nacional, el Partido Liberal Nacionalista (somocista), la alianza con el Gran Capital y un sólido matrimonio con su adversario político, el Partido Conservador, que inicio con el “Pacto de los Generales” entre Anastasio Somoza García y Emiliano Chamorro. Era una mesa de cuatro patas y un razonamiento bien simple: Plata, Palo y Plomo. Fiel al tradicionalismo político que ha hecho gala Ortega luego del “Pacto de los Mengalos” entre él y Arnoldo Alemán, también ha construido las bases en las que sustenta su poder: las Fuerzas Armadas, Ejército y Policía; su alianza con las cúpulas empresariales y el Gran Capital; y el control total y absoluto del Estado, del Gobierno y de las Alcaldías Municipales. Desaparecieron al partido, el FSLN, para licuarlo en algo que se llama orteguismo; compraron, atomizaron, corrompieron y construyeron una oposición a la medida de sus intereses, usando para ello el enorme flujo de plata proveniente de Venezuela y el control de las Instituciones. Superaron a los Somoza en el control de todas las instancias de poder nacional, local e institucional. Simplemente le cortaron una de las patas a la mesa y la transformaron en un trípode o una pata de pollo. La oposición tradicionalista, intrascendente, pactista y prebendaria fue innecesaria como para tomarla en cuenta. Era la cuarta pata de la mesa de los Somoza, la que estos descartaron por inútil.
    
BARRIDA DEL LIDERAZGO TERRITORIAL

La pugna entre Danielistas y Murillistas ha conllevado a una barrida de los cuadros de la vieja guardia en todas las instancias de poder. Esto se ha hecho sentir sobre todo en el liderazgo territorial, en el que descansaba la movilización de los barrios a las actividades del partido, la defensa del voto con las legiones de comandos electorales, que elección tras elección ejecutaban los fraudes electorales, pero sobre todo, estaban a cargo del activismo partidario. Todo esto ha ido desapareciendo paulatinamente, no solo porque han sido sustituidos en los cargos de poder local por la Juventud “Sandinista”, sino porque también han sido ninguneados, humillados y excluidos de la repartidera de los panes que llegaron a borbollones de Venezuela. La respuesta de ellos ha sido aislarse y rechazar a los enviados del partido que les piden volver al sacrificio ya conocido, que les hablan de mística revolucionaria, de izquierda y derecha, de defender  la segunda etapa de la revolución, de recordar a los héroes y mártires y su ejemplo inmortal. En fin, echan mano de todo lo posible y lo imposible para que vuelvan al rebaño, sin embargo los excluidos, los marginados, los ninguneados saben que ya los ríos de leche y miel se secaron, igual que se secan las fuentes de agua de nuestro país, y es ahora, hasta ahora que los buscan cuando ya no hay nada que repartir, solo las letanías de sacrificio, mística y desvelo.

LA CORRUPCIÓN: EL TALÓN DE AQUILES

Si hay algo que ha alejado a la militancia sandinista que comulgaba con el orteguismo ha sido la rampante y casi generalizada corrupción en los territorios. Las alcaldías municipales, las secretarias políticas y muchas instituciones de gobierno se han convertido en focos de esa terrible enfermedad que perjudica a todos los nicaragüenses, que quita el dinero destinado a mejorar las condiciones de salud, de educación, de obras sociales, de proyectos de inversión pública en los municipios. Han visto cómo sus dirigentes departamentales, municipales y de barrios han ascendido rápidamente en la pirámide social a costa del robo del dinero público y de los programas clientelistas del gobierno. El zinc del Plan Techo se queda entre los familiares de quienes los reparten. Vacas, cerdos y gallinas han ido a parar a fincas particulares, obtenidas bajo el amparo del robo de tierras e invasiones de fincas por quienes hace 8 años no tenían ni donde escupir. El colmo es que hay casos documentados de que hasta los juguetes enviados para los niños pobres en diciembre pasado fueron vendidos en tiendas propias o ajenas. Y lo peor, lo que no se tolera en las filas del sandinismo alejado de las estructuras oficiales, es que existan tantos Alcaldes y Secretarios Políticos defenestrados por corrupción y ninguno haya sido obligado a devolver lo robado o haya caído preso. Ni uno.

LA BURBUJA DE LOS MEGA PROYECTOS

Los Mega Proyectos sirvieron en su momento para garantizar la “victoria” del 2011. Muchos nicaragüenses se llenaron de esperanzas por la bonanza prometida. Muchos creyeron y compraron las ilusiones que se ofertaban a manos llenas. Muchos llenaron fichas de trabajo que “compañeros” inescrupulosos pero “conectados arriba” ofrecían, con el obvio pago de una módica suma para “papeleo y movilización”. Muchos ya se hacían trabajando en la Refinería, en la carretera que iba a unir la Costa Caribe con el Pacifico; otros se preparaban para irse a la construcción de Tumarin y no pocos sacaban licencias de manejo de equipos pesados porque ya pronto los llamaban los encargados de construir el Canal. Eran miles, muchos miles de empleos bien remunerados, que prometían a diestra y siniestra Telemaco y “el asesor chele del comandante”, gente seria, que no miente y que hablan por el mismísimo Daniel. La verdad, la triste realidad es que: el que iba a dar los reales para la Refinería se murió y se llevó a la tumba el proyecto; en cuanto a la carretera a la Costa parece que al Batallón de Ingenieros del Ejército Venezolano se les olvido el mandado; los que iban a construir Tumarin están presos en Brasil; y la construcción del Canal, bueno, habrá que esperar, pues desde hace año y medio solo han hecho dos callejones en Brito. Este último está Igual o peor que la famosa medalla del recordado Argelio.

EL SÍNDROME DEL 90 Y LA DECISIÓN CLAVE: HACER FRAUDE DE BAJA O ALTA INTENSIDAD


Puestas así las cosas, la situación está cuesta arriba. Ni el comandante ni la compañera creen en las encuestas que les auguran un 70 % de simpatía. De creerlas hace tiempo que hubieran hecho el llamado a elecciones y no estarían tan preocupados.  Hay variables que no cuadran, ni dentro ni fuera del país. Están más que claros de las enormes fisuras a lo interno de la secta. La puja por la sucesión, vale decir la Vicepresidencia, merece un exhaustivo análisis de costo – beneficio. Hay mucha plata en juego como para jugarse el poder como en el 90. Ese síndrome terrible, espantoso, de perder el poder en las urnas, es la fuente de mucho desvelo. Como conjugar legitimidad sin observación electoral. Sin Fabio la cosa cambia, pero, y si la gente sale a votar masivamente por perico de los palotes? Y si al fin los políticos entienden que la manada junta es la que mejor le hace frente al león? La OEA y la UE dejaron marcadas, por activas y por pasivas, sus “inquietudes” en contra del CSE. Almagro no es Insulza. Chávez ya no está, a Maduro no le hace caso ni el perrito de su casa. Vale la pena arriesgarse con un fraude que ponga en duda la legitimidad del proceso? Dos días antes de la elección nuestra se conocerá el próximo presidente de los Estados Unidos. “Aguantará” el nuevo presidente un fraude como lo aguantó el morenito en el 2011? De nuevo, la situación está cuesta arriba. El mito de la invencibilidad del orteguismo es eso, un mito, pero muchos se resisten a entenderlo.