De acuerdo a las sagradas escrituras, luego de conocer el asesinato de Juan el Bautista, Jesús cruzó el Mar de Tiberíades hacia un monte desierto cerca de la ciudad de Betsaida para estar a solas. Mucha gente lo siguió a pie, de forma que se encontró que había una gran multitud. Al ver los Apóstoles tanta gente a la que había que alimentar, acudieron al Maestro afligidos ya que no había nada para comer. Sin preocuparse, ordenó que todos se sentaran y de cinco panes y dos pescados alimentó a cinco mil hombres, sin contar a las mujeres y niños. Cuando todos quedaron saciados, mandó recoger las sobras y se juntaron doce canastas. Fue un verdadero milagro que habla de la santidad del Señor de las Naciones.
En contraposición a este hecho prodigioso, en nuestro país tenemos a un verdadero hacedor de milagros, un hombre que ha demostrado desde mucho tiempo atrás, que ha sido capaz de lo que muchos mortales son incapaces de lograr, la increíble multiplicación del dinero, la multiplicación de los votos y la resurrección de los muertos, que además votan. Una persona revestida del poder omnipresente que otorga el todopoderoso caudillo Daniel Ortega a gente que goza de su confianza personal, sin descuidar que también está investido del poder celestial que otorga la pureza cardenalicia de su mentor, el tercero de la Divina Triada de los afiches con que nos abrumaron en paredes y postes de luz durante la recién finalizada campaña electoral.
Robertito José Rivas Reyes es un hombre que ha tenido la virtud, casi milagrosa, de haber logrado la multiplicación del dinero a partir de un burrito muerto, convirtiéndolo en cientos de miles de burritos, que vivitos y coleando le han proporcionado una riqueza terrenal incalculable. Un burrito que de muerto se ha multiplicado en mansiones, aviones, carros de lujo y propiedades valiosas que lo convierten en la envidia del mismísimo Edir Macedo, el líder espiritual de la secta religiosa brasileña “Pare de Sufrir”. Rivas Reyes dejó de sufrir desde que, en COPROSA, encontró El Arca de la Alianza con D. O. S., de quien es ahora su fiel y seguro servidor.
Este santo varón ha obrado el milagro de la multiplicación de los votos, superando al Divino Maestro, ya que El Señor dio de comer a cinco mil hombres y quizás a otro tanto de mujeres y niños; en cambio el Milagroso Robertito José multiplicó mas de medio millón de votos el pasado 6 de Noviembre. Alcanzó lo que nunca el candidato inconstitucional, ilegal e ilegítimo había alcanzado en elecciones legalmente aceptables a través de su historia, un porcentaje superior al 63 %. Recordemos que en las elecciones de 1984 alcanzó cerca del 66 %, pero estas fueron casi en solitario. El máximo porcentaje alcanzado en la época post revolución fue del 42.3 %
El otro prodigio milagroso obrado por nuestro particular émulo de Cristo en Nicaragua, superó también a Aquel que resucitó a Lázaro en Betania. Robertito José logró, por obra y gracia de un Padrón Electoral cuya propiedad intelectual reclama para sí, resucitar a miles de muertos, que levantados de sus tumbas, reencarnados en miles de jóvenes, hombres y mujeres y con cedulas nuevecitas en mano, votaron por Daniel, llevándolo a alcanzar lo que nunca nadie antes había logrado, el supuesto apoyo popular de la inmensa mayoría de la población, expresado en mas de millón y medio de votos. Ni siquiera Anastasio Somoza García, que contaba con un singular personaje que también hacia verdaderas chambonadas milagrosas, el célebre Modesto Salmerón, se atrevió a hacer semejante barbaridad. Fue Salmerón el que acuñó la famosa frase, que ahora sin ningún pudor asume como propia Rivas Reyes: “Ustedes votan, pero yo cuento los votos”.
Tres milagros logrados en tiempo record que retratan la esencia de la corrupción, la inmoralidad, el cinismo y la ilegalidad de un oscuro personaje, que tomada de su mano encamina a Nicaragua, no al Paraíso Terrenal, sino al infierno de una nueva dictadura, que poco a poco se viene consolidando con la complicidad de muchos, que aun escépticos, consideran necesario darle una nueva oportunidad al verdugo para que acomode mejor la soga con que ahorca la Institucionalidad, la Democracia, el Estado de Derecho, la Libertad y la Paz.
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