Inicia un nuevo año y con él nuevos retos en el ambiente político nacional, el principal de ellos la unidad de las fuerzas de oposición al régimen de Ortega, quien gracias al fraude electoral de las elecciones del 6 de Noviembre pasado, será investido el próximo 10 de Enero como Presidente de los nicaragüenses en su tercer mandato, por demás Ilegítimo e Inconstitucional, en virtud de la violación al Artículo 147 de la Constitución Política, mismo que prohibía por dos veces su ilegal candidatura. Un día antes, el 9 de Enero, se instalará el nuevo período legislativo en la Asamblea Nacional con la entrega de las credenciales a los diputados electos, unos por el voto popular y otros por el fraude.
El foco de atención y ataque de parte de algunas de las fuerzas que se asumen de oposición, es precisamente la decisión de los diputados de la Alianza PLI de asumir las diputaciones ganadas limpiamente gracias a la voluntad popular, la que igualmente fue vulnerada al impedir, fraudulentamente, que un mayor numero de diputados, tanto nacionales como departamentales, se alzara con la victoria. Se pretende hacer un paralelismo entre la decisión del candidato a la presidencia, don Fabio Gadea, de no asumir la curul que le corresponde y la disposición de los diputados de asumir sus escaños. La decisión de don Fabio, completamente válida, se basa en que él fue despojado por el fraude, de la posibilidad de haber sido el triunfador en las elecciones recién pasadas y en consecuencia ser el Presidente Constitucional de los nicaragüenses. En el caso de los diputados la situación es diferente, ya que en lugar de 26 deberían haber sido, al menos, 15 o 20 más, sin embargo, se ataca con mayor virulencia a los legítimos que a los fraudulentos, a la Alianza PLI que al mismo Ortega.
Siempre es necesario recordar y analizar las cifras y los resultados de todas las elecciones anteriores que ha habido en el país a partir de 1990, ya que existen tendencias históricas relativas al número de diputados que han sido electos en muchos departamentos y que en las elecciones de Noviembre del año pasado fueron artificiosamente manipuladas. Masaya, Granada, Carazo, Rivas, Chinandega, León, Matagalpa, Chontales, entre otros, son un claro ejemplo de lugares donde se torció la voluntad popular, al mejor estilo de Modesto Salmerón, quien en las elecciones que organizaba Anastasio Somoza García, únicamente cambiaba las cifras, dando al gobierno los votos que eran de la oposición y viceversa. El fraude en las recientes elecciones fue cometido en contra de la Alianza PLI, no al revés, aunque pareciera ser que, de manera equivocada, algunos miden a todos con el mismo rasero.
Probablemente, existan algunos errores que se estén cometiendo por parte de las organizaciones, que de manera radical protestan por la incorporación de los diputados electos a la Asamblea Nacional. Uno de ellos pudiera ser el hecho de creer que el acto de asumir lo que legítimamente se conquistó, legitime el fraude electoral del 6 de Noviembre. Nada más alejado de la realidad, ya que ningún acto de este tipo podrá eliminar de la memoria colectiva, no solo de los nicaragüenses, sino de la comunidad internacional, el gran fraude cometido. Los informes preliminares de las misiones de observaciones de la Unión Europea y la OEA, sumados a los informes de los organismos nacionales son diáfanos en expresar el torrente de irregularidades cometidos en el proceso electoral por el partido de gobierno y la institución encargada de organizar y dirigir los comicios, el Consejo Supremo Electoral. El solo hecho de aceptar la candidatura inconstitucional del Presidente Ortega y el hecho mismo de ser, la mayoría de los magistrados del Consejo, funcionarios de Facto, los deslegitima de cabo a rabo. Pero hay que estar claros que los ilegítimos son ellos, no los demás que participaron en la justa electoral.
Otro de los errores que probablemente se esté cometiendo, es creer que el único foro de discusión de los problemas del país será la Asamblea Nacional. Todos, empezando por los diputados, deben estar claros de que la Asamblea será Un escenario, no El escenario donde todas las fuerzas de la nación se tendrán que poner de acuerdo sobre el presente y el futuro del país. La Asamblea Nacional deberá ser una pieza en la articulación nacional de la estrategia de lucha por restablecer la democracia y el Estado de Derecho en Nicaragua. Será Una voz, no La voz, dentro del conjunto de voces que tendrán que articularse desde la oposición para hacerse oír. Y aquí estará el gran reto y compromiso de los diputados electos en la Casilla 13, sacar el máximo provecho, nacional e internacionalmente, de esta tarima de denuncia de los abusos del régimen. Los timoratos, los que se acomoden, los vacilantes y los cobardes, esos sí deberán ser denunciados y repudiados. Por lo pronto, todos ellos debieran de gozar de la confianza de toda la ciudadanía opositora o al menos del beneficio de la duda. Descalificarlos a priori no procede en estos momentos.
Con un país partido en dos, una parte con el gobierno, nuevo o repetición del viejo, que para el caso es lo mismo y la otra en contra, sera muy difícil que el inconstitucionalmente reelecto presidente Ortega pueda salir adelante, sobre todo si se toma en cuenta los potenciales grandes peligros que en el futuro inmediato acecharían a nuestro país. Crisis económica internacional; crisis de legitimidad interna y externa; serias fisuras a lo interno del partido puestas de relieve y de forma publica por el defenestrado alcalde de León Comandante Manuel Calderón; presión política, económica y quizás hasta militar por parte de un eventual gobierno republicano en los Estados Unidos a partir del 2013; cierre de la llave petrolera venezolana, toda vez que Hugo Chávez, el Big Brother y mayor benefactor del presidente Ortega desaparezca de la escena política; descomunal alza de los precios del petróleo, si a como se vaticina, la escalada de las tensiones entre Irán, Estados Unidos y Europa aumenta a niveles de conflicto militar; mayor presión por parte de Honduras y Costa Rica bajo el pretexto de problemas limítrofes y la construcción de la carretera fronteriza en la rivera tica del Rio San Juan, serán entre otros, los potenciales peligros que asediarán el ilegal tercer periodo presidencial de Daniel Ortega.
Gobernar sólo con y para una parte de los nicaragüenses, sería un suicidio al que difícilmente accederá el mandatario, aunque su propia naturaleza lo tiente a cada momento. La cruda realidad de lo que enfrentará el gobierno a partir del 10 de Enero, forzosamente le exigirá la cuota necesaria de realismo político que tendrá que asumir para poder mantenerse en tan complicado escenario. El concurso de todas las fuerzas políticas, sociales, económicas y religiosas será necesario para poder salir a flote. El consenso que logre alcanzar tendrá que ser la base de su propia sobrevivencia. Es en este escenario en el que se impone el verdadero reto: la unidad de todos los que se dicen de oposición para dar la batalla como un solo cuerpo en un gran frente común. Es en este escenario en donde se tendrán que hacer valer las premisas del país que queremos, haciendo uso de los medios pacíficos y civilistas que la Constitución permite. La meta es lograr un país en Democracia, que goce de un verdadero Estado de Derecho, con Institucionalidad y verdaderas Instituciones al servicio de todos los nicaragüenses.
No hay comentarios:
Publicar un comentario