sábado, 2 de octubre de 2010

DIVIDE Y VENCERAS, VIEJA TACTICA DEL ORTEGUISMO

La máxima Divide y Vencerás, del latín Divide et Vinces, es atribuida al emperador romano Cayo Julio Cesar,  quien la utilizó para referirse a su táctica de conquista de Las Galias, aprovechando las rencillas entre las diversas tribus germanas, lo que a la postre le facilitó la victoria. 
Sun Tzu, estratega militar chino, en su extraordinaria obra “El Arte de la Guerra” escrita hacia el año 500 antes de Cristo, plantea en el Capítulo III, referido a la Estrategia Ofensiva, una modalidad aplicada a la más pura estrategia militar de la máxima Cesariana. Citando textualmente la enseñanza número 5 recomienda: “Después, lo mejor es desbaratar sus alianzas. No permitas que tres enemigos se junten. Examina sus alianzas y trata de deshacerlas y destruirlas. Si un enemigo tiene alianzas el problema es grave y fuerte la posición del enemigo; si no tiene alianzas, el problema es menor y débil la posición del enemigo”.
Para nadie es un secreto que los estrategas del orteguismo han venido aplicando estas viejas tácticas con gran éxito y mas aplicadamente a partir de los años 90´s, luego de la derrota electoral a manos de Violeta Barrios de Chamorro. El método de infiltración de las nuevas fuerzas políticas adversarias, dejando “sembrados” cuadros que invariablemente ocupaban y ocupan cargos de dirección, para después utilizarlos en la creación de conflictos y fisuras internas que irremediablemente conllevan a la división, ha sido la modalidad preferida de los antiguos miembros de la Dirección General de la Seguridad del Estado, DGSE, devenidos ahora en la seguridad interna del partido orteguista, bajo la cobertura y amparo de la Secretaría de Organización de dicha agrupación política. MUN, APRE, PRONAL, MDN, MUC, MUR, AC entre otros, fueron alimentados y engordados en sus filas por el FSLN, de acuerdo a satíricas confesiones hechas ahora por quienes cumplieron esas acciones. Estos mismos aseguran, que la mayoría de los partidos que actúan en el espectro político nacional y que se oponen al gobierno del presidente Ortega, también están infiltrados a todos los niveles. No es casual entonces ver los desesperados intentos de muchos que se auto llaman opositores por dividir, confundir, figurar y atacar cuanto intento unitario aparezca de cara a las elecciones nacionales del próximo año. 
En los tiempos de la segunda etapa de la revolución, el objetivo final del orteguismo es único y ha sido expresado con meridiana claridad en todos sus documentos: La reelección del caudillo del partido en las próximas elecciones de Noviembre del 2011. La estrategia es simple: Desmovilizar y Dividir a la oposición que corra en contra del candidato del partido de gobierno. Esta estrategia se desarrolla fundamentalmente en dos ámbitos de acción: La Asamblea Nacional y el Electorado Nicaragüense.
En el primero, han obtenido un éxito relativo al quitar la mayoría parlamentaria a las fuerzas de la oposición, gracias a los votos de las bancadas de ALN y del BUN. De ALN nos ocupamos en nuestro editorial anterior. Los segundos, como su nombre lo insinúa, más ruido que cerebro, son una verdadera panda de mercenarios, compuesta en su mayoría por desertores de los partidos que los llevaron a las curules que actualmente usurpan. Esta bancada, auto llamada de Unidad Nicaragüense, sin más objetivos que servir de pie de amigo a la bancada oficialista, se debaten entre la mendicidad y la mediocridad política, el desprecio de la población y la ausencia de ideas que les permita, al menos, guardar las apariencias de que son diputados de oposición. Fueron creados de manera artificiosa para bajar el precio de los votos de aquellos mal acostumbrados a ver el parlamento como un mercado persa.
En relación al electorado nicaragüense, el orteguismo apunta a fortalecer el Abstencionismo y la Dispersión. La idea de inevitabilidad e invencibilidad de Ortega es la principal arma para desmotivar y desmovilizar a la población y mantener los niveles de abstencionismo cercanos al 30%. Las acciones prebendarias para fidelizar a la base de militantes orteguistas, garantizarían el voto duro necesario para mantener el 38 % histórico, suficiente para obtener la victoria.
Así mismo, el orteguismo ha optado por ampliar el abanico de modalidades para mantener dividida a la oposición, por lo que, de acuerdo a esta línea de trabajo, existen algunos partidos que actúan de oficio en su acción desestabilizadora y otros que desde supuestas alianzas tácticas, hacen el trabajo sucio diversionista y divisionista, recibiendo miserables prebendas, por supuesto mucho menores que las prometidas cuando negocian dichas alianzas. Vehículos, dinero en efectivo, cargos en el gobierno para ellos, sus familiares y amigos, participación ventajosa en algunos negocios, seguridad de su personería jurídica y financiamiento electoral entre otras,  es parte del menú que se ofrece a los prospectos a cooptar y comprar.
Existen también los llamados partidos de alquiler, quienes jamás han obtenido el favor de más del 4 % del electorado nacional, pero al servir a los intereses del orteguismo mantienen sus personerías jurídicas, algunos favores personales y cuando llegan las elecciones, son financiados y rellenados con fiscales para completarles sus tendidos electorales, ya que, huérfanos de bases, ni para eso “ajustan”.
Sin embargo, no todo el panorama es tan sombrío. En los cálculos del orteguismo no entraba la intención de una candidatura única, que eventualmente aglutine a la mayoría de los partidos y organizaciones de la verdadera oposición. En los escenarios que recreaban, especulaban con distintas fórmulas encabezadas la mayoría por Eduardo Montealegre. En otros, esperaban que como resultado de las primarias inter partidarias, corriera como candidato “opositor” triunfante el Dr. Arnoldo Alemán. La repentina aparición de Fabio Gadea Mantilla y el respaldo que ha concitado en muchos sectores, ha agarrado fuera de base a los estrategas de Ortega. Al desinflarse las famosas primarias, la “Opción Alemán” es vista ahora como un elemento de distracción y confusión de la base liberal. Se ha debilitado tanto, que el orteguismo ha enviado como refuerzo a los conservadores de Bolaños Davis para plantearse una alianza tan rara como un arroz con mango. Se juega también con el Factor ALN para enamorar a Fabio Gadea con el famoso cuento de la casilla segura de la segunda fuerza política a nivel nacional y siempre queda el recurso de hacer una elección con cerca de 15 partidos para dispersar a los electores.
Queda por ver que tan amplio puede llegar a ser el respaldo de los nicaragüenses hacia la candidatura de Fabio Gadea Mantilla. Las últimas encuestas mantienen cercanos al 45 % el sector de los llamados votantes independientes, verdaderos decisores de toda contienda electoral. Este segmento electoral más proclive a razonar su voto, ni es emotivo ni se moviliza con las consignas de “Todos contra Ortega” o “Todos con Fabio”. Esperarán a ver el programa de gobierno, la fórmula electoral, la composición del futuro gabinete y las listas de diputados que presente Gadea Mantilla.  De su calidad, idoneidad y balance dependerá que, entonces y solo hasta entonces, se pueda decir que los días de Ortega al frente del gobierno están contados.