sábado, 15 de octubre de 2011

AL BORDE DEL CAOS

Para nadie es un secreto la obsesión del Presidente Ortega de negociar, como se dice popularmente, al filo de la navaja o al borde del abismo. Dada su naturaleza conspirativa y proclive a la violencia, producto de un pasado y un presente turbulento, el esquema mental que ha desarrollado durante muchísimos años en su forma de relacionarse con las demás personas, es el avasallamiento a sus adversarios y el sometimiento de aquellos que le rodean. Invariablemente siempre ve enemigos y conspiraciones en todos lados, realmente está obligado a hacerlo, pues una ley no escrita de los dictadores de todas las latitudes es desconfiar de todo y de todos, ya que la historia es harto elocuente en ejemplos, en los que un pequeño descuido puede desencadenar una serie de eventos que acaban con gobiernos, reinados y dictaduras de décadas.
El gobierno tunecino sucumbió a causa de la ira popular desatada a consecuencia de la golpiza dada a un joven vendedor ambulante por parte de un energúmeno uniformado, producto de la cual, este mismo joven se inmoló, prendiéndose fuego ante la vista horrorizada de muchos ciudadanos. Nunca nadie se imaginó que el Coronel Gadafi, viejo amigo del Comandante Ortega, después de mas de cuarenta años en el poder y cuando mas fuerte se imaginaba, producto del veto levantado por Occidente a su régimen, al día de hoy sea el hombre mas buscado de Libia y que la justicia internacional esté afanada por echarle mano para hacerle pagar sus incontables crímenes y daños. Para no ir muy largo, meses antes de su vergonzosa huída de Nicaragua, miles de empleados públicos y fanáticos somocistas, al igual que ahora en las rotondas de Managua, gritaban a pulmón batiente en la explanada de Tiscapa el famoso estribillo “No te vas, te quedas”. La historia posterior es conocida por todos y es la historia misma la que se encarga de poner a cada quien en su lugar, cuando los personajes que la construyen insisten en repetir los errores que cometieron quienes los han precedido en el tiempo.
La Nicaragua de hoy, a pesar de los muchos años que nos separan de este ultimo evento político, el derrocamiento de la dictadura somocista, tiene una serie de similitudes que, para desgracia de todos nosotros, nos encamina a un nuevo ciclo de violencia, toda vez que se insiste en continuar en el camino equivocado de la intransigencia política y en tratar de consolidar una dictadura fascistoide, que se disfraza de un estrafalario socialismo cristiano y solidario. Quienes gobiernan el país, obcecados en una irracional aventura continuista, lejos de oír las voces llamando a la sensatez y a la cordura, que desde todos los sectores responsables de la sociedad se están haciendo, están decididos a ir hasta las ultimas consecuencias, bajo la creencia de que una parte de los nicaragüenses, una minoría, ellos, son mas valientes, y la otra parte, la mayoría, los que no están con ellos, son cobardes y estarían, en virtud de su supuesta cobardía, accediendo a someterse  “voluntariamente” a los caprichos del dictador.
Abocados los nicaragüenses a un proceso electoral, que no esta demás decirlo, debería de ser una fiesta cívica donde lo único que debería estar en juego es quien asume el poder el próximo 10 de Enero para ejecutar el plan de gobierno prometido a la nación, nos encontramos, nuevamente y para tristeza de todos los nicaragüenses, discutiendo el futuro del país, discusión  que se debate entre retornar a la Democracia o consolidar una Dictadura. Plagado de irregularidades, el proceso mismo constituye la última oportunidad de continuar el camino democrático que venia construyéndose después del periodo revolucionario y del que nos apartamos, gracias al pacto entre Ortega y Alemán, a partir del 2007. El pueblo nicaragüense ansia vivir en paz y recurre al único método establecido por nuestra Constitución para elegir a sus gobernantes, el sufragio popular. Desea ejercer este derecho a plenitud, sin coacciones de ningún tipo, sin amenazas, sin temor. Sin embargo, se insiste en coartar este derecho, por la ambición desmedida de una caterva de facinerosos, a los que solo les importa continuar en el poder para seguir enriqueciéndose a costa del poder mismo.
Nuevamente Nicaragua se encuentra en una situación, en la que solo se avizora el caos, si se continúa el camino enrevesado que llevan quienes insisten en ir en contra de la historia y de la razón. Se impuso la continuidad de 25 funcionarios con periodos vencidos, en virtud de un ilegal  e inconstitucional decreto que los convierte, de hecho, en funcionarios de facto. Se impuso una candidatura ilegal e inconstitucional, aprovechándose de la venia de los referidos funcionarios de facto y de la complicidad de unos supuestos opositores que vendieron su alma al diablo por dinero y comodidad, convirtiendo a dicha candidatura en nula de nulidad absoluta y que comprometen, legalmente, los votos que se obtengan por la formula Ortega - Hallesleven. Se limita la observación electoral nacional e internacional, bajo la creencia de que el resto de la población es ciega e incapaz de proteger sus propios votos. Se entregan cedulas a manos llenas a los partidarios del dictador, muchos de ellos menores de edad, negándoselas a aquellos ciudadanos que están bajo sospecha de ser desafectos al régimen y se pretende de que estos, ni siquiera protesten, ante tamaña arbitrariedad. Se cambiaron y se continúan cambiando, a conveniencia de quienes detentan el poder, las reglas del juego del actual proceso electoral, en la medida de que las alegres cuentas sacadas al inicio por los estrategas del orteguismo, no se ajustan a la realidad de hoy. Se hecha a andar una maquinaria fraudulenta que pretende, bajo diversas artimañas, burlar la voluntad del Soberano el próximo 6 de Noviembre, bajo el supuesto de que la población aun esta sometida al miedo de otras veces y que se repetirá el mismo escenario del 2008: dos días de berrinche y luego cada quien para su casa.
Ciertamente que partiendo de muchas premisas equivocadas, Ortega y los que lo acompañan, transitan al filo de la navaja. No se han entendido, o no se quieren entender, los altos y claros mensajes que a partir de Sebaco, la población que mayoritariamente respalda a Fabio Gadea y a Mundo Jarquin, han enviado en las últimas semanas. El último de ellos, Masaya, hasta hace pocos meses un bastión del orteguismo, debería hacerlos reflexionar. Fue en Masaya donde se forjo la caída del somocismo, al son del atabal y las bombas de contacto. Fue también aquí donde se marco la pauta para la caída del sandinismo, cuando mayoritariamente los masayas rechazaron la vieja y zalamera consigna de que Monimbo era Nicaragua y respaldaron a Violeta Barrios de Chamorro en 1990.
El mensaje de que el pueblo ha perdido el miedo y lo va a expresar, primero con su voto masivo el próximo 6 de Noviembre y posteriormente defendiéndolo, en las condiciones y circunstancias que impongan quienes pretendan burlarlo - y de esto que no quepa la menor duda - debería hacerlos recapacitar y apartarlos del borde del caos en el que imprudentemente caminan, en el que, para bien o para mal, son ellos los que mas tienen que perder.