sábado, 1 de diciembre de 2012

REPRESION INSTITUCIONAL PARA SOSTENER EL NUEVO MODELO



“Nos obligaron a permanecer con los brazos para arriba y las piernas abiertas
 desde las ocho de la noche hasta la una de la mañana del día siguiente.
Estábamos rendidas y cuando queríamos componer los pies,
llegaban y a punta de patadas nos las abrían.

Elízabeth Pavón García.
Denunciante de torturas por la Policía en Nueva Guinea.


La represión desatada en Nueva Guinea y otros municipios del país, luego de las protestas ocurridas a raíz del fraude electoral, solo es el presagio de lo que se espera en el futuro inmediato y que se ha venido denunciando por algunos sectores, sobre todo los que están claramente decididos a alcanzar el retorno de la democracia y el estado de derecho perdido a partir de Enero del 2007. Lo que en el anterior periodo de gobierno del comandante Ortega eran determinadas expresiones de abusos policiales, poco a poco se han ido convirtiendo en una constante de este ilegal período, como respuesta a los justos reclamos de gran parte de la población nicaragüense. 

Lo que antes se consideraba como acciones aisladas de parte de algunos funcionarios policiales en algunos territorios, (al menos esa era siempre la respuesta de la Primer Comisionada), al día de hoy, la represión se ha institucionalizado para tratar de imponer la voluntad de la cúpula gubernamental, ya sea en relación al fraude electoral que pretende legalizar el robo de una gran cantidad de municipios donde perdieron las elecciones a pesar del enorme abstencionismo ocurrido, sea para contener las protestas de familias pobres que justamente reclaman ser trasladadas a otros lugares donde no se les hunda la tierra, sea contra pobladores que mantienen una protesta en contra de una empresa generadora de energía eléctrica, o sencillamente contra ciudadanos que reclamaron en contra de la imposición de candidatos del partido oficialista en las recién pasadas elecciones municipales. 

Treinta y dos municipios de trece departamentos levantados en contra del dedazo de la pareja presidencial: Nueva Segovia, Madriz, Estelí, Masaya, Granada, Rivas, Carazo, RAAS, Jinotega, Matagalpa, Chinandega, León y Managua; tres municipios levantados espontáneamente por circunstancias ajenas a las elecciones y cuatro municipios tomados por las fuerzas del “orden” por protestar contra el fraude electoral, son el resultado de una jornada en la que se evidencia la falacia de la cohesión partidaria monolítica de la que tanta gala hacen y sobre todo, de la falsedad del burdo eslogan del gobierno de que aquí todos gozamos de la alegría de vivir en paz. 

Desde finales del año pasado hasta prácticamente el arranque de la campaña electoral municipal, militantes de vieja data del sandinismo, retirados del EPS y MINT, desmovilizados del SMP, colaboradores y combatientes históricos y hasta Madres de Héroes y Mártires sufrieron el rechazo de la nueva organización que se construye sobre los restos de lo que fue el FSLN. Despreciados y apartados por funcionarios políticos de menor categoría, los que una vez fueron el bastión de la resistencia del partido durante los 16 años de sequía de poder, hoy se cuentan entre los apaleados por la represión policial que no distingue pelo, color ni tamaño, solo el cumplimiento ciego de las ordenes de “arriba”. 

Atrás había quedado, casi como un lejano recuerdo, el episodio de La Paz Centro en Septiembre del 2008, donde una población enardecida por el asesinato de un joven a manos de un agente, había arrasado con la delegación de la Policía Nacional en este municipio, en un claro mensaje de lo que la ciudadanía indignada es capaz de hacer cuando se decide a reclamar con ira y razón una injusticia cometida. Fue aquí que se inauguró el nuevo estilo de garrotear, balear y luego pedir perdón. Como quien dice, el que peca y reza, empata. Luego de estos lamentables sucesos, pasaron un par de años en los que la actuación policial estuvo más o menos dentro de los cauces normales y ceñida, con alguna que otra irregularidad, al mandato constitucional, hasta que llegaron las elecciones nacionales del 2011, donde de nuevo, la institución policial agarró partido “con el partido” e inicio su desbocada carrera por perder todo vestigio de institucionalidad, apartidismo, neutralidad y sujeción a las leyes. Era la prueba de amor que exigía Ortega para garantizar su ilegal candidatura y posterior reelección. Y la prueba le fue dada sin disimulo y con complacencia. 

La violencia gubernamental, gozando de la complicidad, o en el mejor de los casos con “la neutralidad activa” de la policía, fue desatada antes de las elecciones en los departamentos de Nueva Segovia, Madriz, Matagalpa, Jinotega, RAAN, Chinandega, Masaya y Carazo. La actuación policial inmediatamente después de las elecciones de Noviembre de ese año dejó una estela de atrocidad e impunidad que difícilmente quedará en el olvido de los pobladores de El Carrizo, donde cuatro policías junto al Secretario Político del orteguismo en la zona, masacraron a una familia campesina, por el solo pecado de ser opositores. Luego siguió Siuna, Jalapa, Matiguas, Rio Blanco, La Concha, Jinotepe, Ciudad Darío, entre otros lugares, donde la represión institucionalizada del gobierno y del partido se hizo sentir con mayor rigor. 

Y como para no perder la costumbre, llegaron las elecciones municipales de este año y con ellas, por supuesto, la continuidad de la represión. Ahora no solo era contra opositores declarados, sino que a la lista de objetivos se sumaban los antiguos militantes que en el pasado reciente habían sido los comandos electorales, las fuerzas de choque del orteguismo y el voto duro del partido. La orden dada era reprimir todo lo que oliera a oposición, independientemente de quien fuera. Se trataba de resguardar las “nuevas victorias” anunciadas desde meses antes por los voceros oficiales y oficiosos del gobierno. Y las nuevas victorias llegaron de la mano del siempre eficiente Roberto Rivas Reyes, el Hacedor de Milagros, el que resucita a los muertos, el que los hace votar y que en el colmo de la santidad, hasta les permite ser candidatos del zancudismo. Y para resguardar las nuevas victorias, quien mejor que la nueva Policía Orteguista, reforzada por ilegales camisas azules, por paramilitares (antiguos DGSE) autorizados para “interrogar” a prisioneros y por las bandas armadas motorizadas “de apoyo”. 

Las denuncias hechas en esta semana que termina son simplemente el preludio de lo que le espera a Nicaragua durante el tiempo que dure esta ilegal administración. Sencillamente aberrante la actuación policial en Nueva Guinea. Violación sistemática a los derechos humanos de civiles opositores cuyo único delito es protestar cívicamente por el robo de la alcaldía de ese municipio a manos del partido oficialista. Abuso sexual comprobado en contra de mujeres y jóvenes menores de edad que fueron hechas prisioneras y por increíble que parezca, hasta una delegada de la Comisaría de la Mujer participando de estos abusos. Qué dirá su Jefa? La modalidad de cuanto régimen dictatorial hubo en Latino América, de humillar y violentar los derechos de los prisioneros. Tortura después de la represión, para quienes tuvieron la mala suerte de caer bajo la bota de la nueva guardia pretoriana de Ortega, igual o peor que la de Anastasio Somoza. Los hechos hablan por sí solos. Pasillo hecho por policías por donde pasan los prisioneros para recibir la golpiza Cristiana, Socialista y Solidaria. Cuál es la diferencia entre la violencia que ejercían aquellos y la que ejercen estos ahora? La sistematización, dirán algunos. La institucionalización, dirán otros. Ambas cosas, violencia, represión y tortura sistemática e institucionalizada están en camino, pues para mantenerse en el poder, esta gente requiere de obediencia ciega, falta de hígados e ignorancia sin límites, para que las ordenes, cualesquiera que sean estas, se cumplan sin reparo ni discusión alguna. 

Apelamos desde esta acera, a todos aquellos mandos que aun conservan la dignidad, los principios y los valores aprendidos en la lucha revolucionaria, para que hagan valer estos principios y no se dejen arrastrar por la vorágine de violencia, ilegalidad  e irrespeto a los derechos de los nicaragüenses emprendía por aquellos quienes piensan solamente en continuar enriqueciéndose al amparo del poder. No hay que olvidar las lecciones de la historia.