jueves, 3 de enero de 2019

2019, UN NUEVO AÑO, EL AÑO DE LA LIBERACION!


Luego del balance del 2018, un año triste pero necesario, un año en el que se destruyeron mitos, cayeron ídolos de lata y de carne y hueso y se levantaron nuevos héroes, desde las calles, desde los tranques, desde las mazmorras orteguistas y desde las tumbas sagradas de nuestros mártires, llega el 2019 con los aires de un nuevo despertar, con la sensación de un Ortega solitario y prisionero dentro de Nicaragua, aislado y sin amigos fuera de ella, con un régimen que se aferra a sí mismo para no caerse, sostenido únicamente por las armas de sus fieles seguidores, policía, ejercito y paramilitares, como ha sido durante todos estos meses de represión. 

Este nuevo año está marcado por la hoja de ruta trazada por un renovado Secretario General de la OEA, una ruta que inicia con la casi segura aplicación de la Carta Democrática Interamericana que dejará al régimen de Ortega en condición de paria internacional y que pasará irremediablemente por la Corte Penal Internacional, donde serán juzgados por Crímenes de Lesa Humanidad tanto asesino desatado en nuestro país y con la segura condena de todos los países de la Unión Europea, lo que les quitará cualquier posibilidad de un exilio dorado en el viejo continente y poder disfrutar de lo robado en estos 11 años de latrocinio, dejándoles únicamente a Cuba, Venezuela y Rusia como únicas alternativas para tratar de escapar de la justicia global. 

La ruta, que no es la de la consigna que tanto le gusta a la gente, implicaría, casi seguro, un mayor aislamiento del régimen, más efectivo y más fuerte, con nuevas sanciones de los Estados Unidos, al amparo de la recién aprobada Ley Magnistky Nica, sanciones que pondrán a la economía del régimen de Ortega postrada y en peor situación que la vivida en los años 80’s, donde había un alto porcentaje de apoyo de la población nicaragüense al gobierno de la época, no los chingastes de hoy en día, que apoyan una segunda etapa de una revolución existente únicamente en la cabeza de los desquiciados que se alimentan de la sangre y del sufrimiento del pueblo, como los nuevos tigres de la extinta EEBI, solo que más feroces y más sanguinarios. Veremos nuevos acompañantes de Robertito José, Chico López, doña Rosario y Moncada Lau, señalados en las listas de la vergüenza internacional, probablemente el resto de la familia como un mensaje alto y claro de que no habrá salidas impunes.

Habrá que esperar la más que probable revisión del CAFTA por parte de los Estados Unidos, como para ponerle la tapa al pomo, cuando Ortega desate la verborrea antiimperialista, contenida hasta ahora por cobardía, más que por prudencia y eche a andar la “estrategia gallopintera”, la versión aumentada y corregida de los años 80’s y los períodos especiales de los cubanos, asesores de la desgracia y la lipidia. Habrá que esperar dentro de la “estrategia de supervivencia” más corridos del estado, con el disfraz de “Compactación”, un término y una medida ya usada en las postrimerías de la Revolución, que salvo muy pocas excepciones, resultó en un fracaso total y sumó miles de votos en contra de sus creadores en las elecciones que llevaron a doña Violeta al poder. Es casi seguro que los nuevos y obligados miembros del ejército de desempleados, por voluntad del comandante y su hasta hoy vice, se convertirán en poco tiempo en nuevos miembros de la oposición, por lo que habría que guardarles el espacio en las filas azul y blanco. 

Este triste y crudo escenario de lo que podría venir en el 2019 haría que la economía nacional caiga a niveles pocas veces visto, lo que obligará a quienes se resistieron a decretar un Paro Nacional Indefinido cuando las posibilidades de dar el golpe final a Ortega era real, a alejarse definitivamente del dictador. Sin posibilidades de producir con seguridad, con mercados internacionales igualmente inseguros, con bancos al borde de la quiebra, sin financiamiento, con la amenaza de confiscaciones y tomas de tierras a los que pronto serán llamados “burgueses-vendepatria-golpistas-terroristas”, con una turba de parásitos asolando la propiedad privada, con un nuevo y mayor éxodo de nicaragüenses hacia los países vecinos y con el trinomio cómplice por acción y omisión, ejercito, policía y paramilitares apuntalando esta nueva fase de la represión, el viaje hacia el fondo del barril se antoja rápido y seguro. 

Y que podremos hacer los nicaragüenses que deseamos y luchamos por la liberación definitiva de nuestra sufrida nación, desde dentro y fuera del país? 

Primero: lo más importante, lo que nos pide la comunidad internacional, lo que nos exigen nuestros reos políticos, lo que nos obliga toda la sangre derramada: LA UNIDAD. Sin unidad la agonía del pueblo se prolonga. Sin unidad Ortega estira sus últimos dias. Sin unidad somos un rebaño descontrolado. Sin unidad nadie nos mira con seriedad. Unidad entre la OPOSICION al régimen, entre los opositores al régimen, no con sus socios, abiertos o disfrazados. Hoy en día los quintas columnas le hacen el trabajo sucio al gobierno desde una supuesta oposición, de esos habrá que cuidarse. No son oposición, se disfrazan de oposición y enredan y confunden. Cada día que pasa hay más grupos que se organizan fuera de Nicaragua, la llamada Diáspora crece más y más, todo mundo quiere organizarse y es legítimo, pero con tantas organizaciones la dispersión es mayor. No hay, ni se percibe desde fuera, sentido de Unidad y eso es grave y más grave aún si la labor de confundir está siendo efectiva.   

Segundo: Desde esa unidad, legitima y verdadera, deberemos definir y construir un LIDERAZGO. La lucha de los primeros meses sin lideres visibles, con mucha horizontalidad, con líderes territoriales, populares y con la mística necesaria para poner al régimen de espaldas al precipicio, tuvo su justificación por las condiciones que imperaron en esos dias, sin embargo a estas alturas se vuelve un problema. NO es tan fácil obviar una cultura atávica, en la que el pueblo necesita un Santo para ir a la procesión. Creer que con ocho meses y medio cambio de tajo la cultura política de Nicaragua y los nicaragüenses, es desconocer la historia y la idiosincrasia popular. La oposición dentro de Nicaragua y la llamada Diáspora distribuida fuera del país, tendremos que hacer un supremo esfuerzo para ponernos de acuerdo en esto. Uno de los peligros reales es que se convierta en la manzana de la discordia, habiendo tanto cacique, pero en algún momento habrá que enfrentar esta situación y entre más rápido, mejor. El premio mayor será tener un interlocutor válido y legitimo ante todas las instancias internacionales y un factor de unidad de todos los nicaragüenses.  

Tercero: Unidad y Liderazgo sin una Estrategia sería como tomar cualquier ruta porque no sabemos hacia dónde queremos ir. Ni más ni menos como la doña del bus. La estrategia es el tercer vértice del triángulo, tanto o más necesario que los dos anteriores. Una estrategia que permita la definición de objetivos claros, que permita la construcción de una ruta igual de clara para todos y poder alcanzar dichos objetivos, una estrategia que sea entendida, compartida y aceptada por los principales líderes que están adentro y afuera del país, una estrategia que se complemente con todos los esfuerzos de la comunidad internacional. 

Fue por la falta de una estrategia que Ortega no cayó en los primeros meses, cuando estaba acorralado y casi vencido, al borde del precipicio, incluso tan desesperado que acariciaron la idea de una intervención militar cubano-venezolana. Fue por falta de una estrategia que pudo retomar la iniciativa perdida y liberar los tranques que lo ahogaban y paralizaron sus principales fuerzas de ataque. Fue por la falta de una estrategia que pudo sobrevivir y poner al país entero como prisionero y rehén. Tenemos que aprender de los errores, superarlos y reinventarnos en esta lucha que no da para más tiempo, pues cada día que pasa hay que contarlos en presos, en muertos, en desaparecidos, en exiliados, en desesperanza y desconfianza. Ese es nuestro aporte, unirnos en torno a un liderazgo sólido, confiable y creíble y poder trazar una estrategia de lucha que termine de una vez por todas con este régimen de oprobio y crimen. Si lo logramos, podemos estar seguros que el 2019 será el año de la liberación definitiva de Nicaragua.  

lunes, 31 de diciembre de 2018

UN BALANCE NECESARIO


Se termina el 2018 y se hace necesario hacer un balance de todo lo acontecido durante el mismo, todo lo positivo que hemos vivido durante esta dura jornada iniciada en el mes de abril y también hablar de lo negativo que nos ha dejado el año. El análisis del balance nos debe dar las pistas sobre lo que podemos esperar del año que está por comenzar y acerca de lo que se vuelve imperioso y necesario hacer, por cada uno de nosotros, para que este sea el de nuestra definitiva liberación, la liberación de una dictadura criminal, mafiosa y delictiva, señalada como tal por la comunidad internacional. 

No podríamos hacer este balance sin anotar lo que acontecía durante el primer trimestre del año. Se continuaba, aunque ya con algunas dudas, el famoso “Consenso” entre las cúpulas empresariales y el Gran Capital con Ortega, las dudas provenían de la aplicación de la Magnitski Global Act a Robertito José y el cambio de la política del gobierno norteamericano hacia el régimen de Ortega, sin embargo las enormes utilidades en la industria energética, el aumento de las exportaciones de lácteos, carne y otros productos hacia Centroamérica, el crecimiento pronosticado del FMI del 4.7 % y el mantenimiento de las exoneraciones cercanas a los Mil Millones de dólares, aún mantenía la relación viva y con las esperanzas puestas en que en algún momento el comandante cambiaria. Dichas esperanzas se basaban en la suscripción del Memorándum de Entendimiento con la OEA para la “perfección” del sistema electoral en las próximas elecciones. Se hacía poco caso a los continuos señalamientos de la corrupción rampante a todos los niveles en el gobierno y el partido y a las denuncias de los asesinatos cometidos por fuerzas del Ejército y la Policía en La Cruz de Rio Grande contra dos menores de edad. Un presagio de lo que se nos vendría pocos dias después. Eran los meses en que “teníamos” a una de las mejores policías del continente y un Muro de Contención que no dejaba pasar ni moscas a los carteles de la droga, algo que como veríamos después, era una invención muy bien organizada para la exportación. Llevábamos un año del fraude electoral del 2016 y los poderes facticos hablaban poco de eso. Pero…

Pero llegaría el 18 de Abril, una fecha fatídica para el poder porque trastocaría de raíz el orden establecido desde el 10 de enero del 2007. Un cumulo de agravios guardados en la conciencia colectiva de muchos saldría disparado y destruiría lo que afanosamente venían construyendo: una dictadura dinástica, que se preparaba para cederle las riendas del gobierno a Rosario Murillo. Abril sería una dura estocada a estas aspiraciones continuistas, la que se convertiría en mortal, luego de las sanciones norteamericanas. Quizás uno de los factores más positivos de esta jornada, la señora no podrá aspirar ni siquiera a ser concejal de Managua. El mayor de ellos, casi por unanimidad, el despertar de un pueblo que durante años pareció anestesiado a punta de láminas de zinc, chanchos, gallinas y demás programas clientelistas. Atrás quedaban los raquíticos, pero místicos, miércoles de protestas, las marchas bloqueadas a punta de cadenas, garrotes y motorizados de los campesinos anti canal y las reuniones interminables para tratar de construir una alternativa creíble al régimen de Ortega. A partir de Abril, Nicaragua y el mundo verían las mayores marchas ciudadanas pidiendo la salida de los que durante casi cuatro décadas han hecho de nuestro país una hacienda particular. También llegaría el inexorable fin del idilio entre el capital y el poder y la organización a la carrera de una coalición que intenta representar a todo el pueblo opositor. Abril nos regalaría un fuerte y valiente liderazgo religioso, que despejaría las dudas de quienes querían que fuera la Conferencia Episcopal la que asumiera el papel de conducción política. Era la continuidad, en la práctica, de aquel contundente y profético documento del 21 de Mayo del 2014: “En búsqueda de nuevos horizontes para una Nicaragua mejor”, quizás la campanada perfecta que no quisieron oír, ni atender, ni entender. Si lo hubieran hecho, tal vez no estarían en el atolladero en que se encuentran, pero el poder ciega y mucho. Abril nos deja una revitalizada OEA, con el Secretario General que todos deseábamos desde sus tímidos intentos de “perfeccionar” el sistema electoral nicaragüense. Nos deja un régimen con un pie afuera y el otro en el vacío, acosado internacionalmente, aislado y a punto de juzgamiento por una comunidad que ya dejó de tragarse los cuentos del golpe de estado suave. Queda Ortega solo con la razón de las armas, solo con su policía, su ejército, sus paramilitares y su secta partidaria. Sin socios y con algunos pocos aliados, que también, irremediablemente, lo dejaran solo.  

Abril nos deja también exilio, sangre y muerte, nos deja más presos políticos de lo que alguna vez tuvo el somocismo, nos deja crímenes de Lesa Humanidad, nos deja una historia de horror desatada por policías, paramilitares, secretarios políticos, retirados del ejército y del ministerio del interior, políticos fanatizados del orteguismo y cuanto lumpen pudieron reclutar para la orgia espantosa que en el mes de enero cumplirá nueve meses, un doloroso parto de un país destrozado por verdaderos criminales, enlutado y ensangrentado por sus cuatro costados. Jamás, ni en los peores dias de la dictadura de los Somoza, se vio y vivió tanta saña, tantas atrocidades como las cometidas por estos psicópatas asesinos. Las historias de torturas contadas por PJCh en su libro “Estirpe Sangrienta” parecen un cuento de niños a la par de los terribles testimonios que nos ha tocado escuchar de quienes estuvieron presos en el Chipote o en cárceles clandestinas, donde los Chico López, los Gustavo Porras, los Raúl Venerio, los Leopoldo Rivas, los Fidel Moreno y unos cuantos asesinos más, desataron su furia homicida en defensa de un gobierno genocida y enfermo. Lo que no nos cabe duda alguna, es que estos criminales pagarán sus culpas ante tribunales nacionales o internacionales, serán juzgados y terminarán sus tristes dias huyendo o tras los barrotes de las frías cárceles que los esperarán con los brazos abiertos.