Los sandinistas
recibían de Pablo entre 500 y 1000 dólares
por cada kilo de
cocaína, dependiendo del tamaño del embarque.
Aparte de esto,
cobraban 200 dólares
por el
almacenamiento y custodia de cada kilo de coca.
Pág. 55. “El
verdadero Pablo”. Astrid Legarda.
Confesiones de
“Popeye”, su principal lugarteniente.
En los últimos días y con una gran
cobertura, los medios de comunicación han destacado el quiebre de una supuesta
red de narcotraficantes en la que estaría involucrado el Magistrado Suplente
del Consejo Supremo Electoral Julio Cesar Ozuna, vinculándolo a la estructura
que el Cartel de la Familia Michoacana tiene en
Centroamérica y cuyo cabecilla local es Alejandro Jiménez (a) “El
Palidejo”, principal sospechoso de haber dado muerte al cantautor argentino
Facundo Cabral. El Cartel en cuestión, está identificado como uno de los más
extraños y mortíferos del mundo, ya que aparte de su alianza con el Cartel de
Sinaloa, cultiva una rara mezcla de mesianismo religioso, defensa de la
dignidad y bienestar de los Michoacanos.
Debido
a las acusaciones de Karla Fariñas, la hermana del detenido Henry Fariñas, es que
se ha logrado destapar una olla podrida que salpica a varias instituciones.
Karla ha denunciado los estrechos vínculos amistosos de altos mandos de la
Policía Nacional con su hermano, destacando el financiamiento para reparaciones
en delegaciones policiales, así como las constantes visitas de jefes policiales
al negocio de Fariñas, un “Club” para adultos, en el cual, según la hermana,
muchos departían alegremente con “El Palidejo”, algo que según ella lo tiene
grabado en videos. Pareciera ser que este tipo de comportamiento no es nuevo,
recordemos cuando en Marzo del 2006 y tras la muerte de Jerónimo Polanco, dueño
también de un lupanar llamado “Aquí Polanco”, un hijo del occiso denunció,
entre otros, a un alto comisionado a quien se le pagaba mensualmente grandes
cantidades de dinero supuestamente por “protección”. Con la baja del alto jefe
policial se pretendió sepultar cualquier vínculo de la institución con el caso.
El problema de éste y el de Fariñas – “El Palidejo”, es que hay un elemento en
común, la relación de altos mandos policiales con los personajes mencionados en
el escándalo, ya sea brindando “protección”, al mejor estilo de la mafia
italiana o involucrados en situaciones indeseables que manchan la
institucionalidad de quienes deben de estar al servicio de toda la ciudadanía,
no solo de los que pueden pagar altas sumas de dinero o de los que tienen
negocios donde se comercia con la dignidad y el cuerpo de las mujeres.
Sin
embargo, el fenómeno de la corrupción en las instituciones del estado
nicaragüense no es nuevo. Acostumbrados a la vida fácil, muchos políticos y
funcionarios han vendido gustosamente su alma al diablo para mantener un nivel
de vida que nada tiene que ver con lo que ganan “nominalmente” y esto, en un
país donde la institucionalidad y el estado de derecho son tan frágiles, es fácilmente detectable por los grandes
carteles de la droga, convirtiendo a nuestro territorio en presa fácil de sus
tentáculos. Hay muchos ejemplos de esto, que no es de ahora, sino veamos.
Durante los años 80´s, el Capo colombiano Pablo Escobar Gaviria estableció sus
redes en Nicaragua bajo el amparo oficial. Eran los años de la famosa
triangulación creada por Escobar con Panamá, Cuba y Nicaragua para el trasiego
de la droga, en cuya operación quien pagó los platos rotos fue el General
Arnaldo Ochoa ya que fue fusilado por el régimen cubano. Años después de la muerte
del “Patrón”, a como le gustaba que le llamaran a Escobar, han salido en varios
libros escritos por gente muy cercana al Capo los vericuetos de esta nefasta
asociación. En dos de ellos, uno escrito por la amante de Pablo, Virginia
Vallejos “Amando a Pablo, Odiando a
Escobar” y otro escrito por Astrid Legarda “El Verdadero Pablo, sangre, traición y muerte”, se habla profusamente
de esta sórdida relación entre supuestos “revolucionarios” y quien fuera el jefe
del mayor cartel de drogas del mundo.
En
el primer atentado al World Trade Center, el 26 de Febrero de 1993, durante los
allanamientos a los sospechosos de haber planeado y ejecutado el ataque, se
encontraron pasaportes nicaragüenses extendidos por autoridades nacionales. En el
año 2003, el mismo Primer Comisionado de la Policía Edwin Cordero, en una
“cándida” declaración que sacudió los cimientos de toda la sociedad, por
increíble que parezca legitimaba el hecho de que a sus soplones la policía les
pagaba con drogas, incautadas a su vez al narcotráfico. Aunque tuvo que
retractarse por presiones de sus antecesores, Caldera y Montealegre, ya el daño
y la confesión estaban hechos.
En el año 2004, nos enteramos cómo un Magistrado
de la “Honorable” Corte Suprema de Justicia hace desaparecer 600 mil dólares
capturados al narcotraficante Luis González Largo y alegremente se los reparte
con otro u otros, en un alarde de impunidad y cinismo. A pesar de haber
cometido un flagrante delito que ensuciaba al máximo tribunal de justicia del
país, la cosa quedó ahí. Eran los felices años del pacto y todo quedaba entre
socios. Entre el año 2004 al 2008, el “Honorable” Magistrado Presidente del CSE
“extrajo” 407 millones de córdobas de la institución, burlando todas las normas
de control gubernamental. A través de facturas falsas y empresas igualmente
falsas, Rivas aumentó su patrimonio familiar a costa del erario público, sin
que nadie tuviese nada que señalar, en el colmo de la desfachatez y el
encubrimiento gubernamental.
En el año 2008, el miembro de las FARC Alberto
Bermúdez (a) “El Cojo” recibió cédula nicaragüense en un trámite expedito que
ni los mismos nacionales lo pueden disfrutar. Bermúdez se encontraba en
Nicaragua desde un año atrás, posiblemente en acciones de tipo logístico para
la guerrilla colombiana. En el año 2011, nuevamente Roberto Rivas Reyes fue
acusado en la vecina Costa Rica por enriquecimiento ilícito, siendo requerido a
partir de este año por las autoridades ticas. Aviones, mansiones, vehículos de
lujo, valiosas propiedades en el mar y un largo etcétera no bastan, ni siquiera,
para sonrojar a un gobierno que se auto llama Cristiano, Socialista y
Solidario. Ninguna autoridad nacional se ha hecho eco de la denuncia tica y más
bien da la impresión que el Magistrado de Facto goza, además de su ilegal
inmunidad, de total impunidad para delinquir tanto dentro como fuera del país.
Corrupción
aparte, surge ahora el caso Ozuna, que por las aristas que presenta pareciera
ser que forma parte de un juego a mayor escala y todo indica que el hermano de
la recién nombrada Presidenta del PLC será quien pague los platos rotos de la
fiesta. Existen algunos elementos para presumir que Ortega ha decidido tomar al
toro por los cuernos en su relación con los Estados Unidos y ha subido el tono
en un intento de negociar al filo de la navaja, conociendo cuáles serían los
puntos débiles de la actual Administración Obama.
En el mes de Mayo se dieron
varios eventos que se hace necesario analizar para comprobar que nada de lo que
pasa en el país es producto de la casualidad. El primero de ellos fueron las declaraciones
de la Embajadora de los Estados Unidos Phyllis Powers cuando argumentaba el
porqué estaba difícil la aprobación de los Waivers, un golpe en la cara a
Ortega y sus comparsas “capitalistas y burgueses”. El segundo fue la respuesta
de Bayardo Arce Castaño, asesor económico de Ortega, cuyas declaraciones eran
una amenaza velada de dejar de lado el compromiso de Nicaragua con los
norteamericanos en la lucha contra el narcotráfico, la inmigración ilegal y el
terrorismo a cambio de no meterse en los asuntos domésticos de Nicaragua. El
tercer evento fue la captura de 44 cubanos ilegales en el Departamento de
Ocotepeque en el occidente de Honduras el pasado 25 de Mayo. De acuerdo a las
investigaciones de las autoridades hondureñas, los ilegales pasaron por
Nicaragua como ultimo destino antes de llegar a tierras catrachas. Un cuarto
evento es la condonación de la deuda contraída por Nicaragua con Irán durante
los años 80´s. Esto ha sido paralelamente al anuncio de la visita del
vicepresidente iraní a tierras nicaragüenses y el compromiso de conceder un
préstamo de 250 millones de dólares, algo que se ve todavía más largo que el
camino transitado para que nos perdonaran los 160 millones de dólares de la
deuda. Finalmente, el quinto evento es la captura del Magistrado Suplente del
CSE Julio Cesar Ozuna Ruiz, pieza importante en el trasiego del dinero narco en
vehículos oficiales y la entrega de cedulas express a narcotraficantes. Cuesta
creer que en este país donde existe un férreo control de todo el engranaje
estatal, la actividad de Ozuna era desconocida para sus superiores,
independientemente de que un trastabillante y desprestigiado Roberto Rivas
Reyes haya jurado lo contrario en su patética conferencia de prensa.
No
hace falta ser un avezado analista político para intuir que nuevamente Ortega juega
con fuego, subiendo al máximo la apuesta para forzar una eventual negociación
con Estados Unidos, cuyo objetivo final sería la aprobación de los Waivers,
sobre todo el de la propiedad, que es el que mayor daño haría a su
administración, toda vez que su rechazo bloquearía el acceso a fondos del FMI,
el BM y el BID. Con un Chávez que aparentemente vive sus últimos días, la
crisis europea encima, el corte de la ayuda bilateral de muchos países de
Europa y atravesando una seria crisis de legitimidad, la negativa de las
dispensas norteamericanas sería fatal para su gobierno. Es por eso que
aparentemente ha decidido ir a fondo con el asunto y estaríamos una vez más en
presencia de la práctica política orteguista del garrote y la zanahoria. El Garrote que representa la amenaza y el
chantaje de disminuir la lucha contra el narcotráfico, la inmigración ilegal y
el coqueteo con los iraníes y la Zanahoria
expresada en la entrega de la célula del Cartel de la Familia Michoacana en
Nicaragua, que dicho sea de paso, nadie o casi nadie sabía que operaba en el
país, y el chivatazo a los hondureños que conllevó a la captura de los
inmigrantes ilegales cubanos.
Un
juego peligroso en que nuevamente Ortega pretende involucrar al país. Si antes
fue una guerra fratricida que desangró al país, ahora sería algo mucho peor:
caer totalmente en las garras del narcotráfico. México, Colombia, Guatemala y
El Salvador son algunos ejemplos de estados sometidos a este flagelo y que se
deberían evaluar muy bien antes de continuar con esta loca aventura.