sábado, 24 de septiembre de 2011

EL PELIGROSO COQUETEO DE LOS EMPRESARIOS CON ORTEGA

La mayoría de la clase empresarial nicaragüense ha mantenido, a través de la historia, una conducta proclive a la complicidad con las castas gobernantes, a fin de mantener o aumentar los privilegios, que como dádivas otorgadas por los gobiernos de turno, son entregados como parte del cálculo político que se hace, en interés de mantener el estatus quo tan necesario para que el poder y los negocios caminen en perfecta armonía. Nunca el “Comed y Comamos” fue tan efectivo como en estos aciagos días, en que una dictadura se consolida a vista y paciencia de todos los nicaragüenses, incluidos una gran cantidad de empresarios, que como borregos camino al matadero, esperan un milagro para no ser sacrificados, que es el equivalente a que el dictador de turno no los desplace de sus negocios.
Durante el somocismo, Anastasio Somoza García fue categórico en su relación con la empresa privada, sencillamente los privaba de sus empresas. Negocio o propiedad que le gustaba, negocio o propiedad de la que se adueñaba. Una recua de mensajeros llegaba a transmitir los deseos del Jefe y su propuesta de compra a las víctimas seleccionadas por la voracidad del fundador de la dinastía. Eran, al mejor estilo de don Vito Corleone, propuestas que no se podían rechazar. Vendía o vendía y siempre al “precio sugerido”. En caso contrario, las opciones eran simples: confiscación, destrucción o muerte.  
Su sucesor, Anastasio Somoza Debayle fue más fino en su relación inicial con los empresarios: Comían todos y se respetaban las áreas de trabajo de cada grupo empresarial, las que estaban convenientemente divididas y para garantizar la estabilidad, altos oficiales de la Guardia Nacional al frente de Aduanas y Hacienda. Fue el terremoto del 72 quien propició el rompimiento del amoroso e interesado Kupia Kumi entre el dictador y los empresarios, cuando en el primero se despertó la voracidad por echarle mano a los cuantiosos recursos que provenían de la generosa ayuda internacional, destinada a la reconstrucción del país. Tímidamente al comienzo y frontalmente después, la clase empresarial rompió con su socio de años, mas por sentirse desplazados en el reparto del nuevo pastel, que por inconveniencias políticas o ideológicas.
Durante los años 80´s, la relación entre Daniel Ortega y el empresariado que se quedó en el país, fue en exceso accidentada. Represión, control gubernamental de las divisas, nacionalización del comercio interior y exterior, nacionalización de la banca, confiscaciones, tomas de tierras, encarcelamientos y el asesinato de  Jorge Salazar, principal dirigente empresarial del COSEP, fue la tónica que marcó la época.
En los años 90´s Ortega tuvo un discurso dual. Por una parte despotricaba de los empresarios hasta más no poder. Vende patrias, agentes imperialistas, lacayos del imperio, vampiros y sanguijuelas eran los epítetos preferidos, pero en la medida que se acercaban las elecciones, bajaba el tono y se mostraba más conciliador y pacífico. Eran entonces los momentos de cambiar el discurso y de repente aquellos se convertían en los “hermanos empresarios”, con el objetivo de acercarlos, como arañas en su tela a las moscas, a la eterna Convergencia. Camuflados unos con la falsa vestimenta de nuevos y modernos magnates, producto de la rapiña y el oportunismo de los últimos meses de la “revolución” y Ortega con su atuendo blanco virginal, trataban de atraerlos para que les levantaran el veto, producto de la desconfianza cultivada durante tantos años de tirantez. Luego de las derrotas, tres consecutivas, volvía al mismo discurso confrontativo y áspero, culpándolos de sus desgracias personales.
De la mano de otro “empresario de ocasión”, que de comerciante de huevos devino en nuevo millonario, gracias al siempre condescendiente, mudo y ciego erario público, Ortega logró la presidencia en el 2006. Con la lección aprendida durante los 16 años de “neo liberalismo brutal y salvaje”, optó, en lugar de la venganza, la coexistencia pacífica con sus viejos enemigos. Nuevamente el somocismo de nuevo cuño se abría paso a través de la historia.  Mejor amigos y aliados, siempre y cuando coman de su mano. La vieja enseñanza de los dos Somoza, “Comed y Comamos” de nuevo en acción, para mantener la estabilidad de la economía y la tranquilidad de un estado de cosas, en la que ambos sectores están contentos con los roles asignados. Uno, el nuevo patrón que comparte las riquezas provenientes de la ayuda venezolana. El otro, los eternos comelones que se sienten satisfechos por la generosidad del primero.
Sin embargo, detrás de tantas muestras de cariño y de recíproca complacencia, se esconde la soga con que, tarde o temprano, los nuevos aliados, el CPC de los empresarios, a como los llamó, serán ahorcados. En el documento “Socialismo del Siglo XXI, Hermandad Revolucionaria”, se leen íntegramente las intenciones y los objetivos de tanta zalamería: Impulsar una Alianza táctica con los empresarios, concentrando nuestros esfuerzos en el otorgamiento de prebendas y políticas que les generen ciertos espacios mínimos, en la que se constituyan un aliado y no en un enemigo del FSLN. Concentrarse en las características de liderazgos personales para ganar su apoyo a nuestro sistema.
Hasta el momento Ortega y su grupo empresarial - familiar se ha concentrado en la Industria Energética como punta de lanza para consolidar su poderío económico. Monopolio en la importación del Petróleo, monopolio en el almacenamiento del crudo, amplia participación en la distribución de combustible, sólida y creciente participación en el pastel de la generación energética y con la mira puesta en el monopolio de la distribución de energía. Paralelo a esto, está en proceso la consolidación de su grupo en la industria de las comunicaciones, televisión y radio, como principales medios para llevar la única verdad, “la verdad revolucionaria”. Posee además la exclusividad para la exportación de todo tipo de productos a Venezuela, pasando por encima de las plañideras solicitudes de la cúpula empresarial de crear un TLC con este país, de manera que puedan participar, en igualdad de condiciones, en el reparto de las ganancias de esta relación, que han crecido exponencialmente de 2 millones en los 90´s, a más de 300 millones de dólares actualmente.
Pragmático en este nuevo asunto de los negocios y de la mano de su millonario asesor principal, mantiene 17 mil millones de córdobas depositados en tres bancos, como para mantener a los banqueros tranquilos y calladitos; da a otra parte una generosa participación en el sector de la generación de energía y a través de su “micro financiera” facilita al Estado el crédito suficiente para el pago de las deudas contraídas con los generadores; les mantiene las exoneraciones y es bondadoso en lo que respecta al pago de impuestos. En correspondencia, el Gran Capital respalda al gobierno en su Venta de Nicaragua, un país estable y seguro, donde la gente rebosa de felicidad, come a tiempo los tres tiempos y es casi una réplica del paraíso terrenal. 
Hasta dónde y hasta cuándo durará este “affaire” entre Ortega y los empresarios, nadie lo sabe. Mientras las muestras de cariño se sigan prodigando por parte del primero y los otros estén contentos, la estabilidad estaría asegurada. A como dice el viejo refrán, “dan darán suenan las campanas”.

lunes, 19 de septiembre de 2011

A UN MES DEL CRIMEN, TRES VERSIONES DISTINTAS Y UN SILENCIO COMPLICE

Hoy se cumple un mes del crimen del Padre Marlon Pupiro y nada de la versión oficial, mantenida contra viento y marea hasta el día de hoy, convence ni a la población ni a sus familiares, por más que las autoridades se empeñen en pretender dar por cerrado el caso asumiendo que el asesinato fue cometido por un solitario y auto inculpado criminal, conocido entre la población de La Concha como el “Súper Mesero” o “El Increíble Hulk”. Si no fuera por lo serio del caso esto motivaría a risa, sin embargo, es parte de la burlesca reacción de los habitantes de La Concha ante la respuesta oficial del gobierno por el atroz crimen.
Existen una serie de razones técnicas que no calzan en la versión dada por la Policía y que muchos han abundado en explicaciones a través de los diferentes medios. Estas son, entre otras: 1) El hecho de haber dejado las llaves pegadas en su habitación, luego de que supuestamente iba a llevar a sus casas a algunas personas que se lo solicitaron, después de una boda en la que estuvo antes; 2) Que el supuesto asesino cargaba, muy convenientemente, potentes pastillas para dormir; 3) Que el robo fue la principal motivación, cuando ya el padre estaba dormido bajo el efecto de las famosas pastillas y a merced del supuesto ladrón; 4) El extenso recorrido, de día y de noche, con el cadáver del Padre Marlon, entrando y saliendo de moteles y negocios; 5) Que el peso del cadáver era de aproximadamente 250 libras y el auto inculpado asesino tenía problemas en su columna, según sus familiares; 6) Que de acuerdo a la versión de sus familiares, el Padre no ingería licor, contrastando con la versión de la Policía, de que había estado tomando en el restaurante donde trabajaba su supuesto asesino, hasta altas horas de la madrugada; 7) Las contradicciones entre el primer informe forense y la posterior versión policial, en el que se mencionaba haber sido quemado en los pies, en clara señal de tortura y haber recibido un disparo en la parte trasera de la cabeza, al mejor estilo de una ejecución.  
Sin embargo, aparte de estas evidentes contradicciones y lagunas, hay varios elementos previos y posteriores a la versión oficial que motivan a la reflexión. Primero, de parte interesada se dio un proceso de filtración de información posterior al informe forense, en la cual se colocaba al Padre Pupiro como asiduo visitante del Restaurante La Borgoña, para acondicionar a la población de que este ingería licor regularmente. Segundo, las mismas filtraciones y el retrato hablado (Identikit) del principal sospechoso, convenientemente dibujado, pretenden ubicar al Padre Pupiro ante la opinión pública con claras tendencias homosexuales. Estos dos suspicacias, bebedor y homosexual, persiguen un solo objetivo, acondicionar a la población, sin decirlo, que el móvil del crimen, además del robo, tuvo ribetes pasionales.
Esto, en términos conspirativos, se llama Ablandamiento de la Opinión Pública y persigue que, de previo, la gente haga sus propias conclusiones, poniendo en duda la integridad del sujeto de interés, en este caso el sacerdote y disminuir las dudas relativas a la versión oficial. Tercero, posterior al pronunciamiento de la policía y luego de la valiente reacción de la Conferencia Episcopal rechazando el mismo, elementos del oficialismo se han dado a la tarea de convencer a personas notables de La Concha, para que estos a su vez convenzan a la gente en la que tienen influencia, de que lo dicho por la policía es la verdad y que el único culpable ya declaró, está preso y esperando por una larga condena, que no podrá ser menor de los 30 años.
Pero la población de La Concha maneja otras versiones del crimen, robustecidas estas por la serie de cabos sueltos que ellos mismos han empezado a atar. Posiblemente sean elucubraciones propias de quienes no aceptan como cierto lo que se les pretende hacer creer, sobre todo cuando al interior del círculo más cercano de trabajo y de los familiares del Padre Pupiro, conocen más de cerca como era este en realidad, tanto en su relación con la comunidad católica y en su vida personal.
La primera versión que se maneja es que al Padre, por alguna vía, le llegó información relacionada con actividad del narcotráfico, que informó a alguien y este alguien filtró la información a quienes posteriormente lo esperaron en su casa de habitación, para, antes de asesinarlo, sacarle toda la información que había comunicado, incluida la fuente por supuesto. El primer informe forense reflejaba quemadura en los pies y disparo en la cabeza, lo que se corresponde con un posible cuadro de tortura y ejecución. El pueblo se pregunta si hay alguien poderoso detrás, como para motivar toda una conspiración.
La segunda versión que el pueblo manifiesta en las calles de La Concha, es que “alguien caído” conspiró contra “los que lo botaron” para montar toda la trama y perjudicar a estos últimos, de cara a las elecciones del próximo 6 de Noviembre. El problema de esta versión es que si ese “alguien caído” no goza de la protección oficial, puede ser inculpado y enjuiciado, a menos que sea lo suficientemente poderoso como para “persuadir” de la “inconveniencia” de estas intenciones.
La tercera versión es que la trama fue montada “desde arriba” para dar una lección a los “curas”, que están atacando mucho al poder y están poniendo en peligro la “estabilidad” del proyecto continuista. El claro mensaje a transmitir es que “haremos lo que tengamos que hacer para no perder el poder”.
Como se puede apreciar, las tres versiones que se manejan en La Concha, producto quizás de la inconsistencia de la versión oficial y por consiguiente su poca credibilidad ante la opinión pública o sencillamente por la imaginación popular, exacerbada en la medida en que considera que no se le está diciendo la verdad, deja mal parados a la institución policial y al gobierno.
A como lo expresaron con toda valentía los miembros de la Conferencia Episcopal, el pueblo quiere LA VERDAD, pues cuando el mismo pueblo considera que no se le está diciendo toda la verdad, saca sus propias conclusiones de los hechos, motivados por la creencia de que se les está escondiendo algo, que hay silencio cómplice de parte de las autoridades y en consecuencia de que todo lo que se les ha dicho es falso.
La Conferencia Episcopal ha demandando con firmeza y contundencia la realidad de los hechos, independientemente de las revelaciones que salgan en el proceso de esclarecimiento del crimen del Padre Pupiro. Si se pretendió chantajear a la Iglesia insinuando lo que quisieron insinuar, que el sacerdote era bebedor y homosexual, fallaron. Esta conferencia ha demostrado entereza y valentía como nunca antes. Saben que Dios y el pueblo están con ellos y que ambos los acompañaran hasta las últimas consecuencias.
Por eso, a un mes del crimen, el pueblo exige JUSTICIA y demanda CASTIGO  para los culpables.