sábado, 21 de junio de 2014

VIEJAS COSTUMBRES, NUEVAS MODALIDADES

Históricamente, la relación de Daniel Ortega con la Iglesia ha sido muy complicada, ya que en diferentes épocas de su vida ha intentado someterla a sus intereses políticos, en los años 80’s como líder del sandinismo y a partir de los años 90’s, como caudillo del orteguismo. Su relación con un amplio sector de la Iglesia Evangélica ha sido exitosa, ya que ha logrado neutralizar cualquier intento de crítica a su gestión política, acercándolos a su gobierno, sea en cargos públicos o en listas partidarias a cargos de elección popular, donaciones económicas o escrituración y titulación de terrenos donde se asientan algunos templos evangélicos. Sin embargo, la relación es totalmente diferente con la Iglesia Católica, sobre todo en los años más recientes, que es cuando se ha puesto de manifiesto que las viejas costumbres prevalecen, solo que, en ocasiones, con nuevas modalidades de ataque. 

IGLESIA Y REVOLUCIÓN, UNA ENORME CONTRADICCIÓN.

La tensión entre Ortega y el clero católico data de inicios de los años 80’s, cuando se percibió al liderazgo de la iglesia como potenciales enemigos del proceso revolucionario que recién iniciaba. La modalidad fue el ataque frontal y directo, antes que el dialogo y la negociación, ya que, aunque se diga lo contrario, la concepción hegemonista, autoritaria y totalizante siempre prevaleció en la mentalidad de la dirigencia de la época. Eso conllevó a los casos harto conocidos de Monseñor Salvador Schaeffler, dirigiendo el éxodo de miles de indígenas misquitos hacia Honduras; el del Padre Bismark Carballo, siendo vejado y humillado públicamente por agentes de la Seguridad del Estado; el del Padre Amado Peña, al que involucraron en una trama conspirativa armada por la misma Seguridad del Estado, todos estos casos en el año 1982. En 1984, Monseñor Pablo Antonio Vega, Obispo de la Diócesis de Chontales, fue expulsado del país, siendo transportado a la fuerza hasta territorio hondureño en helicóptero, casi en pijamas y en horas de la noche y madrugada.

LA RELACIÓN EN LA NICARAGUA CRISTIANA, SOLIDARIA Y SOCIALISTA.

La primera administración de Ortega finalizó con el deleznable crimen del Padre Marlon Pupiro, cura párroco del municipio de La Concha. El 20 de Agosto del 2011, a escasos dos meses y medio de las elecciones de Noviembre de ese año, se perpetraba el asesinato del Padre Pupiro, un tenaz e incansable critico de Ortega y si bien no fue ejecutado en el pulpito durante la misa dominical, a como lo fue Monseñor Oscar Arnulfo Romero, sus últimas homilías recuerdan precisamente al Mártir Salvadoreño. Su “NO TENGAN MIEDO!” resonaba estrepitosamente en los oídos de sus enemigos y aunque hayan presentado a un autor material confeso, la ciudadanía católica de La Concha, sus familiares y amigos, desde lo hondo de su corazón, saben que casi tres años después, en la sombra aún se esconden sus asesinos intelectuales. Se pretendió dar una lección al clero católico de que meterse en política y sobre todo, en contra de Ortega, tiene sus riesgos…y a veces mortales.

Meses antes, el primero de Abril del 2011, dos delincuentes armados incursionaron en la sede del Seminario Nacional Arquidiocesano “La Purísima” y aunque las autoridades policiales en todo momento minimizaron el hecho declarándolo como un “supuesto robo con intimidación”, jamás presentaron a los autores “supuestos”. En el corredor donde ocurrió el hecho, estaba el dormitorio de Monseñor Silvio Báez, muy probablemente el objetivo principal de la incursión. Ya en el 2010, el mismo Monseñor Báez fue objeto de intimidación por sujetos armados cuando se movilizaba por la carretera norte. Meses antes, había sido objeto del robo de su maletín personal, el que había dejado en el vehículo, toda una práctica con “marca de fábrica” reconocida, para recolectar información directa de computadoras y documentos escritos.

LA NUEVA MODALIDAD: SEMBRAR LA DUDA Y LA DESCONFIANZA.
Ante el documento “En Búsqueda de Nuevos Horizontes para una Nicaragua Mejor”, la primera reacción fue el artículo en el sitio oficial del estado-gobierno-familia, el 19 Digital “De la realidad mal contada no surge la verdad revelada”, atacando a Monseñor Mata y a Monseñor Rene Sandigo. Sin embargo, y lo dijimos en nuestro Editorial “Crónica de una Reacción Anunciada”, había que esperar más de este primer aviso, lo que no tardó en llegar, esta vez bajo una modalidad más sofisticada, pero siempre con los mismos objetivos: sembrar la duda, la desconfianza y el germen de la división. El General Hugo Torres Jiménez, muy acertadamente lo catalogó como un “Juego Operativo”, un sector de la población, como una claudicación de la Conferencia Episcopal, y los más radicales, como la entrega de Monseñor Mata a Ortega.

La aprobación de la solicitud interpuesta hacía dos años por parte del Lic. Roberto Petray ante la Corte Suprema de Justicia para formar parte de la carrera judicial, nombrándolo como miembro del Tribunal de Apelaciones de Estelí, es la jugada que se ha implementado con la finalidad de sacar de juego a Monseñor Abelardo Mata, uno de los críticos más fuertes a Ortega dentro del clero nacional, toda vez que la población asocia dicho nombramiento con el de Roberto Rivas en el Consejo Supremo Electoral, situación que no solo neutralizó al entonces Cardenal Obando y Bravo, sino que lo obligó a pasarse al bando que adversaba, atrayendo a la egida orteguista a otros sacerdotes, lo que en alguna medida ha creado la confusión entre un sector de la feligresía católica.

Ante la imposibilidad de poder responder al documento de los obispos con acciones correctivas concretas, porque hacerlo sería negarse a sí mismo o aceptar el descalabro institucional al que han sometido al país, se prefiere el recurso que proviene del oscuro cálculo político y de la manipulación artera. Falta por ver la actuación de Petray en el TAE y si cumple su palabra de mantener el decoro personal y la posición inclaudicable que ha mantenido durante todos estos años, denunciando los abusos del poder, defendiendo a los que han sufrido el acoso y la persecución del orteguismo y señalando directamente la complicidad de las autoridades policiales y militares con algunos abusos. Petray tiene ante sí una carga más pesada que la que tenía como asesor de la  Asociación Pro Derechos Humanos. Su nombramiento ha obligado a que la población esté pendiente de su actuación en el nuevo cargo que ostenta, así como de Monseñor Abelardo Mata, y ese es precisamente  el efecto del Juego Operativo, señalarlos como culpables mientras no demuestren lo contrario. Una jugada perversa, pero altamente efectiva y el mejor espejo en el que hay que verse es en el de Robertito José.