sábado, 15 de enero de 2011

LA COYUNTURA ELECTORAL DEL 2011

Este nuevo año 2011 que apenas comienza, pero se perfila como de rápido avance, está signado por el proceso electoral que culminará el próximo 6 de Noviembre, proceso que desde ya está envuelto en un manto de dudas, toda vez que los magistrados actuales del Consejo Supremo Electoral, de facto, desprestigiados y carentes de toda legitimidad, sean los encargados de dirigir dicho proceso. La sola inscripción del presidente Ortega como candidato del orteguismo, violaría la Constitución Política dadas las dos prohibiciones constitucionales que descalifican dicha candidatura. Sin embargo, si tomamos el rosario de violaciones a nuestra Carta Magna por parte de quien debiera ser el máximo exponente de respeto y lealtad a la misma, no se pueda más que pensar que, a troche y moche, Daniel Ortega insistirá en su sexta candidatura y tercera reelección presidencial. El 2011 será entonces un año electoral, en el que, semejando un cuadrilátero, estarán en sus cuatro esquinas los sectores y factores que tendrán antes, durante o después, un protagonismo mas fuerte o más débil, en dependencia de los intereses que estén en juego para cada uno de ellos.
En un primer vértice de este cuadrilátero se encuentra el orteguismo al frente de las instituciones del Estado, Consejo Supremo Electoral incluido; alcaldías municipales, las obtenidas producto del fraude y las arrebatadas por la fuerza del chantaje o del halago; sus aliados, entre los que se incluyen los partidos que conforman el chacuatol conocido como “La Convergencia”; los diputados pre pago, que desde posiciones dizque de oposición en la Asamblea Nacional están al servicio de los intereses del gobernante de turno; un amplio sector de la Policía y uno reducido del Ejercito, quienes se identifican con el discurso populista de Ortega y la masa de votantes del orteguismo, descontentos una parte considerable de ellos, debido a que no todos han alcanzado en la repartidera prebendaria oficial.
La estrategia del orteguismo se debate entre ganar las elecciones por la vía del fraude electoral, si las cosas se enredan por causa de un voto masivo, o garantizar la victoria sin necesidad de robarse el voto popular, siempre y cuando el electorado llegue a Noviembre cansado de las pugnas internas entre la oposición y desmotivado por la creencia de que Ortega es inevitable e invencible. Un elemento que obrará en favor de la estrategia orteguista será echar la casa por la ventana en los municipios más importantes del país, a costa de las transferencias presupuestarias del nivel central y del presupuesto propio de las alcaldias, en un claro intento de halagar a los sectores llamados independientes. Inversiones en carreteras, caminos, adoquinamiento de calles, reparación de colegios, iglesias, entrega de escrituras de templos a los sectores evangélicos, casas para el pueblo en lugares muy visibles, miles de nuevos empleos no productivos en el estado, sobre todo en las áreas de educación y salud, serán entre otras,  las ilusiones del espejismo de bonanza económica, progreso y paz social que tratará de vender Ortega a los nicaragüenses en la campaña electoral. 
En un segundo vértice se ubican los sectores de la oposición verdadera al orteguismo. Unos desde posiciones meramente políticas, como los que integran la UNE y los votantes anti orteguistas duros.  Otros desde posiciones religiosas, como la Conferencia Episcopal y la mayor parte del clero católico, adversos a la idea de permitir que Nicaragua sea un estado donde el sincretismo religioso, basado en una simbiosis entre el  catolicismo y el esoterismo, se constituya en la religión oficial. La estrategia de este sector estará determinada por la fortaleza de la candidatura de don Fabio Gadea Mantilla, la que incluye fórmula, programa, casilla, candidatos a diputados y propuesta de gabinete de gobierno. De la capacidad de atraer a otros sectores políticos no orteguistas y del atractivo que pueda despertar en una campaña electoral bien hilvanada y coordinada, dependerá la posibilidad de convencer al sector independiente,  mayoritario en todas las encuestas y a la postre decisivo para un eventual triunfo electoral. Un factor decisivo en la estrategia de este sector lo constituye la masividad del voto de los nicaragüenses el próximo  6 de Noviembre.
El tercer vértice lo constituye el sector que podría considerarse indeciso y dubitativo. Lo componen empresarios medianos y grandes y sus cúpulas respectivas, que hasta el momento han tenido un comportamiento que oscila entre lo timorato y lo complaciente con el orteguismo. El amplio sector evangélico cuyo liderazgo está siendo tentado por las dadivas y prebendas que ofrecen los operadores políticos oficialistas forma parte de este grupo, así como el mayoritario sector de votantes independientes o sin partido, cuyo tamaño las encuestas lo ubican en un rango que oscila entre el 40 y 50 % del electorado nacional. También conforman este sector la Coalición Democrática y los partidos ALN, PLC y PC, cuyos dirigentes se debaten entre la especulación y la incertidumbre de ir solos o en alianza con la verdadera oposición representada en la UNE. De la decisión que tomen dependerá la posibilidad de sobrevivir como opciones políticas en el futuro. Somoza en el PLN y Agüero en el PC son claros ejemplos de que las decisiones tomadas pueden significar la vida o la muerte política de un partido. En general, este sector significa el premio mayor y quien lo logre convencer tiene la victoria asegurada, asumiendo, por supuesto, que se juegue con reglas claras.
Finalmente, el cuarto vértice lo constituye el entorno internacional, conformado por países, grupos de países y factores coyunturales externos, los que de una forma u otra tendrán un peso importante en el desarrollo del proceso electoral. Estados Unidos, con un cambio sumamente importante en la correlación de fuerzas políticas a lo interno, muy probablemente dejará de ser, a partir de Febrero, el factor complaciente y tolerante con los desmanes de Ortega. La Unión Europea, el Grupo de Apoyo Presupuestario y la Organización de Estados Americanos, OEA, tendrán que decidir si se apuntan o no a validar un proceso en donde la ilegitimidad, ilegalidad e impunidad son la carta de presentación del mismo. De la evolución del proceso político venezolano dependerá el flujo de la ayuda económica a Ortega, vital para su proyecto futuro y del curso que tome el diferendo con Costa Rica dependerá también el usufructo, que en términos de réditos políticos para su campaña electoral, pueda hacer el presidente Ortega. El entorno internacional representa un campo minado para la posibilidad de un fraude electoral como el sufrido en el 2008. Las elecciones nacionales representan de por sí una relevancia muchísimo mayor que las municipales y el orteguismo tendrá que pensarla varias veces antes de repetir el robo del voto popular.
Los dados ya han sido tirados y la suerte está echada. De los nicaragüenses y su masiva participación en el proceso electoral dependerá el resultado que estará en juego en Noviembre próximo: Democracia o Dictadura.