viernes, 19 de julio de 2013

SOMOCISMO, ORTEGUISMO, CORRUPCION Y REVOLUCION: LAS CLAVES DEL 34 / 19


Cuesta entender la excesiva y costosa fanfarria organizada para conmemorar la victoria del pueblo nicaragüense sobre la dictadura somocista este 19 de Julio, sobre todo si tomamos en cuenta que cada año que pasa, los que la dirigen se apartan de las banderas enarboladas durante la lucha y se acercan, a pasos agigantados, precisamente a lo que le dio origen a la misma. Entender este distanciamiento de los valores éticos y los principios revolucionarios no es cosa fácil para muchos, que casi religiosamente, año con año, se dan cita en la Plaza para reencontrarse con los viejos amigos, contar las mismas historias como si fuera la primera vez, recordar a los compañeros del barrio, de la escuadra o de la columna caídos en combate o de aquellos que fueron capturados, torturados y asesinados por la Guardia. 

Es una jornada para compartir y rememorar, en la que muy pocos prestan atención a los cansinos estribillos y a la absurda y complicada verborrea de la misma maestra de ceremonia, que como se dice popularmente, toca las campanas, pide la limosna, oficia la misa, limpia la iglesia, enciende las velas y hace las confesiones. Mucho menos que atiendan cuando le toca el turno al comandante, que a esas alturas, casi siempre al empezar la noche, ya muchos están bajo el influjo de los infaltables “piquinyuquis” o cansados de la asoleada. Sin embargo, este 34/19, como reza la propaganda oficial, hay que entenderlo con algunas claves.  

EL SOMOCISMO.

Nacido bajo la imposición de la intervención norteamericana y teniendo como partida de nacimiento el asesinato del General Augusto Cesar Sandino, durante 45 años se enquistó en nuestro país una dictadura familiar y dinástica, cuyas principales bases de sustento eran el clientelismo, que sometía a la población más pobre; la complacencia de una parte de los empresarios, quienes compartían los negocios con el gobernante; un sector de la clase política, dizque de oposición, cooptada por cargos públicos y prebendas; un partido político, hecho como traje a la medida de las ambiciones de la familia gobernante; y el infaltable aparato coercitivo, la Guardia Nacional, subordinada totalmente a los caprichos del dictador.

La dinastía somocista, durante todos los años que gobernó el país, sea con el fundador Somoza García o con su descendiente Somoza Debayle, invariablemente se valieron del poder para amasar una inmensa fortuna, mediante el enriquecimiento ilícito, la creación de monopolios al amparo de la protección oficial, el uso de información privilegiada para desarrollar sus negocios, compras forzadas de propiedades valiosas, desarrollo de empresas en sectores claves que se beneficiaban de las necesidades del estado, y si las necesidades no existían, se creaban. En fin, un entramado de corrupción en la que se mezclaban los intereses del estado, del partido y de la guardia, con los intereses de la familia. Algunos calculan entre 800 y 1,200 millones de dólares la riqueza acumulada durante los 45 años que duró el somocismo.

EL ORTEGUISMO.

Nacido luego de las ultimas contradicciones a lo interno del sandinismo y posterior a la derrota a manos de Violeta Barrios de Chamorro, el orteguismo es la liquidación física, moral y espiritual del FSLN, un partido construido sobre las bases del legado de Dignidad, Soberanía, Patria, Libertad y Justicia Social del General Sandino; de la lucha guerrillera del Chaparral, Raiti y Bocay y de los valores y principios revolucionarios inculcados por Carlos Fonseca, Silvio Mayorga, Oscar Turcios, Ricardo Morales Avilés, entre muchos valiosos compañeros.

El orteguismo, una aberración del sandinismo, se sustenta en el clientelismo perverso que obliga a los más pobres, la inmensa mayoría de los nicaragüenses, a vivir bajo la esperanza de la dádiva, del regalo, de la misericordia del poder. Sea con láminas de zinc, gallinitas, chanchitos, un trabajo mal pagado o sencillamente estar en lista de espera, han convertido a un amplio sector de la sociedad nicaragüense en eternos pedigüeños. Además, se sustenta también en la alianza que mantiene con un sector del empresariado nacional; la cooptación de una parte importante de los políticos que se auto llaman de oposición; la subordinación total y absoluta de la Policía Nacional, de casi todas las instituciones del estado y en la mayoría de las instancias del poder local del país; y en el partido orteguista, convertido en una secta donde el culto a la personalidad del caudillo y su esposa solo recuerdan a la Italia de Mussolini y la Rumania de Caucescu.

CORRUPCION.

Luego de su llegada al poder en el 2007, el orteguismo inició un proceso de dos vías: consolidación del poder político y del poder económico. Para el primero bastaron las viejas recetas del somocismo: plata para los corruptos. Colgaban de los bolsillos de los operadores del régimen un buen grupo de políticos que se llamaban de oposición, quienes torcieron las leyes y las acomodaron al gusto del patrón. Una panda de inútiles, vividores, zánganos y sinvergüenzas que vendieron hasta el alma, si es que aún les quedaba, para agenciarse unos cuantos pesos a costa de dejar al país entero en la estacada.

Para el segundo, la ayuda venezolana cayó como anillo al dedo y a partir de su ilegal e inmoral privatización, se empezó a construir un emporio económico como nunca antes se había visto en Nicaragua. Como nuevos ricos empezaron a comprar cualquier cosa, hasta que se enfocaron en lo que realmente valía la pena. Monopolio de la importación del petróleo, monopolio en el almacenamiento del crudo, robo de las plantas de generación de energía donadas por Taiwán y Venezuela, creación de un emporio de medios de comunicación, monopolio del comercio con Venezuela, desarrollo de inversiones empresariales en sectores claves, aplicación de la receta del Kirchnerismo argentino: no más coima en los nuevos negocios, sino participación accionaria obligada en los mismos, y últimamente la nueva modalidad: usar a testaferros en contratos onerosos, en los que el estado queda atado de pies y manos a merced de la ambiciosa voluntad del comandante. 100 años con la concesión canalera y 15 años con la concesión a la famosa empresa de los escáneres. La Constitución y las leyes del país son como papel mojado ante la voracidad sin límites de una familia, que al igual que antes del 1/19, otra familia, la somocista, había convertido al país en coto privado de sus fechorías.

REVOLUCION.

Hace 34 años, el pueblo nicaragüense escribía con sangre y fuego una de las gestas más heroicas y dramáticas de la historia latinoamericana: la derrota de la dictadura somocista, una hazaña política y militar que concitó la admiración y simpatía del resto del mundo. Miles de ciudadanos, dirigidos por un movimiento guerrillero que había logrado superar sus propias diferencias, daban fin a una de los regímenes dictatoriales más sangrientos del sub continente. Se daba paso a la construcción de los sueños de tantos héroes que habían visualizado este momento. Héroes que lo habían dado todo a cambio de nada. Héroes que murieron durante 45 años y que no pudieron ver el sueño hecho realidad. 

34 años después, ante tanta corrupción, tanta riqueza mal habida, tantos monopolios, tantas empresas de la familia que surgen como hongos después del aguacero, tanto derroche obsceno, vienen a la memoria dos personas, dos héroes, dos leyendas: Francisco Rivera Quintero, “El Zorro”, Comandante Guerrillero y de Brigada  y Heriberto Rodríguez, enlace entre generaciones de guerrilleros. Dos hombres que murieron en la más abyecta pobreza, abandono y olvido. El Zorro y Heriberton son dos bofetadas al rostro de los que hoy, viviendo de la sangre derramada por miles y miles de nicaragüenses, personifican las causas por las que ellos lucharon.