sábado, 28 de mayo de 2011

MITO 5: DANIEL ORTEGA ES INVENCIBLE Y “YA GANÓ” LAS ELECCIONES

La estrategia del orteguismo se ha planteado un objetivo fundamental, ganar con mayoría abrumadora las elecciones nacionales del próximo 6 de Noviembre. Esto les permitiría, además de agenciarse el Ejecutivo, garantizar un mínimo de 56 diputados en la próxima Asamblea Nacional, a fin de poder hacer los cambios “profundos” que desde ya han delineado, cambio de sistema de gobierno entre ellos, para “Asegurar no entregar el poder hasta después de tres mandatos continuos del sandinismo. Es decir después de 15 años de gobierno revolucionario”.

Si algo hay que reconocerles, es que nada de lo que están haciendo es a escondidas y los pasos encaminados a cumplir sus objetivos lo están desarrollando a vista y paciencia de todos los nicaragüenses, muchos de los cuales contemplan impotentes y con rabia oculta la prepotencia y el avasallamiento característicos de quienes se creen dueños absolutos del país. Otros los observan con silencio cómplice y otros mas, pretenden no darse cuenta de lo que pasa pero están totalmente conscientes de ello. La idea final es crear y sostener en el subconsciente de la población el mito de la invencibilidad del Presidente Ortega, mismo que apunta a desmotivar y desmovilizar a los nicaragüenses, bajo el supuesto de que nada de lo que haga la oposición y quienes lo adversan, pertenezcan o no a partidos políticos, podrá revertir el triunfo inevitable del gallo ennavajado en su nueva versión recargada y corregida: Gallo Cristiano, Solidario y Socialista. Habrá 2 millones de nuevos militantes - carnet - express para garantizarlo.

Son tres los pilares con que pretenden sostener y mantener este mito, los que están claramente definidos en el documento “Hermandad Revolucionaria: Socialismo del Siglo XXI”. El primero de ellos es lograr la hegemonía y control de los poderes del estado, con el fin de asegurar la impunidad de todas las acciones que han realizado.  Con gran éxito han logrado cooptar la Asamblea Nacional manteniendo vivo el pacto entre Ortega y Alemán, comprando a precio de saldo a diputados electos en casillas opositoras al orteguismo, halagando a unos y presionando a otros.

La Corte Suprema de Justicia, dividida en dos bancadas una de las cuales aduce que la “calle está dura” como escudo protector a su complicidad, ha sido neutralizada y reducida a su mínima expresión de legitimidad y legalidad constitucional. Sus magistrados se han encargado de despejar el camino a la ilegal candidatura de Daniel Ortega. El Consejo Supremo Electoral, sufrió una transformación simbiótica, ya que de tener inicialmente dos bancadas en su composición, pasó a ser una sola, con el consiguiente parasitismo voluntario de una de ellas. Este poder del Estado goza del rechazo mayoritario de la población nicaragüense, pero se mantiene contra viento y marea por ser la garantía de la pretendida nueva victoria del Comandante el próximo 6 de Noviembre. Otros poderes han pasado a convertirse en verdaderas caricaturas de instituciones, tales como la Fiscalía General de la Republica, la Contraloría General de la Republica y la Procuraduría de los Derechos Humanos. De manera general se puede decir que en lo relacionado a las instituciones y poderes del estado, el trabajo está hecho y con excelentes calificaciones.

El segundo pilar es mostrar permanentemente el músculo partidario, para que el pueblo asuma como cierta la existencia de los famosos 2 millones de militantes y de paso evitar cualquier manifestación de protesta de la oposición. La experiencia de las marchas azul y blanco del pasado se convirtieron en un trauma para el orteguismo, debido a la sensación de reagrupamiento de las fuerzas de la oposición sobre demandas claras de democracia y libertad, lo que dejaría un sabor de disputa legítima de las calles, a como sucede en la Venezuela Chavista, lo que el orteguismo no estaría dispuesto a permitir. Perder las calles es asumir que el pueblo perdió el miedo y perder el miedo equivaldría a perder el poder. La solución más práctica ha sido sacar a desfilar permanentemente y en contra de su voluntad a los trabajadores del estado y alcaldías, estudiantes de secundaria y beneficiarios de los programas gubernamentales, con los que pretenden adueñarse de las calles y mantener intimidada a la población.

El tercer pilar del proyecto lo constituye el uso prebendario y partidista de los programas considerados emblemáticos de la Administración Ortega: Hambre Cero, Usura Cero y Casas para el Pueblo entre los más importantes. Sobre estos pretenden hacer descansar el atractivo del ilegal continuismo del candidato – presidente y el apoyo de los más pobres a su ilegitima reelección, en base a la compra de conciencia. El claro mensaje es que si gana Daniel, vendrán más. En el primer año entregaron un sinnúmero de beneficios de dichos programas a las bases liberales con el objetivo de sumar adeptos fuera de sus filas. Muy pronto se dieron cuenta de que estas se diferencian en mucho a buena parte de sus liderazgos, ya que tomaron lo que les llevaron, pero ni respaldan al gobierno ni se carnetizaron, por lo que a partir del segundo año decidieron regresar a sus propios activistas y fortalecer su base natural de votos. En resumen, Crecimiento Cero.

El efecto de todo esto es más psicológico que real y está dirigido a dejar sentada en la población la idea de que Ortega ya ganó las elecciones, que se avecina un gran fraude para las próximas elecciones, en las que vote quien vote, el triunfo electoral será de Daniel Ortega, pues entre otras cosas, quienes cuentan los votos están bajo su absoluto y total dominio.  Sin embargo, la última encuesta dada a conocer por la empresa Cid Gallup va dejando las cosas poco a poco en su lugar. Ortega, a pesar de los millones de dólares invertidos en su campaña electoral, que inició desde Enero del 2007, con la demagogia que le caracteriza y con todos los recursos del estado, arrancó, al igual que en las tres derrotas anteriores, con una intención de votos arriba del 45 % y a medida que se acercan los comicios, viene decayendo y acomodándose a su techo histórico del 38 %. Ha sido la historia de su vida y esta vez no parece que será diferente, por mucho que se esfuercen en dar la sensación de invencibilidad a su inconstitucional candidatura y su socio del pacto pretenda ponerle, nuevamente, las cosas suaves para que se reelija.

El pueblo debe de tenerlo bien claro, Ortega no es invencible y solo el abstencionismo podrá darle la victoria. El confía y promueve que la gente no salga a votar masivamente el próximo 6 de Noviembre, ya que en las anteriores elecciones a pesar de haber varias opciones para votar, el pueblo siempre lo derrotó. La población nicaragüense ansiaba un cambio y el mensaje fue inequívoco. Hoy, sin guerra, con una enorme ayuda económica jamás tenida por gobierno alguno y con el total apoyo internacional con que empezó su gobierno, no ha hecho nada diferente a lo que hizo en el pasado, por lo que está recogiendo los mismos fracasos a los que nos tiene acostumbrados, fracasos que desgraciadamente siempre los paga el pueblo.