"Si
aquí no hay plata para el medioambiente,
si
aquí no hay plata para la lucha contra los estupefacientes,
tampoco
habrá plata para esos agentes del imperio…"
Daniel
Ortega
Como se suponía, la respuesta de Ortega ante el anuncio
oficial de la suspensión del Waiver por parte del Departamento de Estado de los
Estados Unidos no se hizo esperar y a como nos tiene acostumbrados, hizo el
discurso virulento, amenazante y repleto de antiimperialismo que para este tipo
de ocasiones siempre tiene preparado, dirigido sobre todo a las bases
orteguistas, las que, ante el aviso norteamericano de meterle presión a su
gobierno, no sabe que pensar en estos momentos y su reacción va a depender del
mensaje que el liderazgo partidario y gubernamental envíe. Aunque esta masa de
militantes y simpatizantes, que en su gran mayoría no vivió el enfrentamiento
de los años 80´s contra los Estados Unidos y que se tradujo en un conflicto
bélico que llevó a miles de nicaragüenses a la muerte, causó la destrucción de
la economía y gran parte de la infraestructura productiva, en especial la que
se encontraba en los escenarios de la guerra, muchos de ellos intuyen que una
nueva confrontación contra el país del norte estaría condenada al fracaso y una
vez mas, tanto la economía nacional como el futuro de los jóvenes, ellos
mismos, estarían seriamente comprometidos, iniciando estos últimos la ruta hacia
una nueva generación perdida. Efectivamente, Ortega con su intransigencia,
encamina a Nicaragua hacia un escenario indeseable, en la que todos, incluidos
ellos mismos, estarían en riesgo. Acostumbrado a negociar al filo de la navaja,
considera que blandiendo el machete obligará a los Estados Unidos y a la
comunidad internacional a negociar y en las condiciones que él proponga.
Muchas voces sensatas en su gobierno están convencidas
que el clima enrarecido que se empieza a alimentar en el entorno internacional,
no conviene para nada a los intereses económicos y políticos del gobierno. Consideran
que, atendiendo a la fragilidad de nuestra economía, el momento actual exige más cerebro que lengua y por lo tanto,
la construcción de un clima de distensión es lo más apropiado en estos
momentos. Este sector considera que la modernización de la economía pasa por
modernizar al estado y a pesar de que han sacado no pocos réditos económicos a la
situación de des-institucionalización del país, saben que de continuar el rumbo
que se empieza a plantear, las perspectivas de que este modelo sobreviva en el
corto y mediano plazo son altamente improbables. Han acumulado mucho, por lo
tanto tienen mucho que perder y no están dispuestos a volver a una vida de
sobresaltos y limitaciones. Han saboreado lo que tanto atacaron en el pasado,
las “comodidades de la burguesía”; se han acostumbrado tanto a ellas que por
nada del mundo las cambiarían, razón por la cual están en contra de echar por
la borda la estabilidad que lograron mantener con los Estados Unidos durante el
período de gobierno anterior. Consideran que un entendimiento a largo plazo con
la clase empresarial es vital para sus intereses económicos y muy hábilmente se
han entremezclado con ellos cediendo cuotas de poder, a fin de mantener esta
alianza lo más sólida y confiable posible. El capital acumulado, si bien es
cierto tiene como capital semilla la piñata del 90, ha ido “legitimándose” en
la medida que la clase empresarial los ha ido acogiendo como parte de ellos, en
una relación oportunista en la que “piñateros y burgueses” se toleran y
alimentan mutuamente.
Sin embargo, existe un sector de incondicionales a
Ortega, muchos de ellos viejos ideólogos de la época revolucionaria, que faltos
de emociones nuevas por estar cerca del ocaso de sus vidas, aconsejan al
comandante “subir la parada” y mostrar el musculo a los “enemigos de la
humanidad”. Atrapados todavía, aunque parezca increíble a estas alturas de la
vida y la historia, en lo más oscuro de la guerra fría, pavimentan de manera
irresponsable el camino que conduce a la profundización del conflicto, quizás
porque muchos de ellos no lo vivieron en los 80´s por estar a cargo de “tareas
políticas” o porque sencillamente se encontraban cumpliendo misiones en el
exterior. O quizás porque sus hijos y familiares no estarán expuestos, a como
muchos de ellos no lo estuvieron en el pasado, pues tuvieron el cuidado de
ponerlos a buen recaudo. Este sector, identificado con las posiciones
ideológicas mas duras, sobre todo las provenientes del chavismo venezolano,
creen que el panorama internacional es completamente desfavorable al
“Imperialismo norteamericano” y al capitalismo mundial y al igual que el octogenario
Fidel, consideran que verán el entierro del Imperio antes de que él sea
enterrado.
Muchos de estos elementos gozan de una enorme riqueza,
gracias al manejo discrecional de la cooperación petrolera venezolana, tienen
sus vidas y las de varias generaciones siguientes aseguradas y creen
ilusamente, de que este estado de bonanza será eterno. Se ven como
sobrevivientes de cualquier conflicto, porque creen en la inmortalidad de Hugo
Chávez y de que el cuerno de la abundancia que les llega mes a mes en los barcos
de petróleo será interminable. Han comprado conciencias y fomentado la
corrupción en las mas altas esferas, en una copia calcada del modelo chavista, lo
que, según ellos, les dará paz y tranquilidad. Odian a la “burguesía
capitalista” criolla, ya que al igual que en los años 80´s, los continúan
viendo como hijos de casa del imperialismo. Todo lo ven color blanco o negro y creen
que los únicos ricos solamente pueden ser ellos, pues esta condición de la que
gozan actualmente es un regalo divino y un premio celestial por los
infortunios, carencias y dificultades del pasado. Recelan y ven con
desconfianza al “otro grupo”, ya que según ellos, son frágiles ideológicamente
y se han acomodado a la convivencia con los capitalistas nacionales. Para
ellos, estos últimos son un trago amargo que hay que aguantar, pero que en
cualquier momento los regurgitarán, ya que ni social, ni política, ni
económicamente tienen nada en común. Este sector es el que tiene los resortes
del poder en el estado y en el gobierno y puja, abiertamente en algunos casos y
solapadamente en otros, por desaparecer la influencia de sus compañeros –
adversarios del otro grupo.
A juicio de lo escuchado en la famosa comparecencia,
pareciera ser que Ortega escucha más al segundo grupo que al primero y como si
de toma y daca se tratara, los primeros blancos de su violencia verbal fueron
las organizaciones de la Sociedad Civil, indirectamente acusadas de conspirar
día y noche en contra de su inconstitucional gobierno. Equiparó, en el colmo
del desatino, la obligación que tiene “su gobierno” de velar por la salud del
pueblo nicaragüense, sobre todo de su juventud, con un vulgar chantaje a
Estados Unidos de disminuir la lucha contra el narcotráfico, desconociendo o
pretendiendo desconocer, que mucha de la droga que pasa por el país rumbo al
norte, una buena parte de ella se queda en nuestro territorio, convirtiéndose
en una verdadera plaga que azota a comunidades enteras, como es el caso de la
Costa Caribe, o a miles de jóvenes que sucumben a diario ante el crac, la
cocaína y la marihuana.
Pareciera ser, que el Ortega que estamos viendo en los
últimos días, es el mismo al que nos acostumbramos ver en los años 80´s,
acusando a todos los que no están con él de conspiradores, vende patrias,
burgueses, capitalistas, vendidos al imperialismo norteamericano, al
colonialismo europeo y al capitalismo internacional. El mismo Ortega de
siempre, incapaz de ver que producto de su propia obsesión de poder y riquezas,
empujado por el grupo que está en su entorno mas cercano, es quien nos tiene
metido en este embrollo con la comunidad internacional. Ni fueron los europeos,
ni los norteamericanos los que se robaron las elecciones municipales del 2008 o
las nacionales del 2011. Fueron ellos, el orteguismo, los que provocaron este lío en el cual están
metidos hasta el cuello y que en lugar de salir de el, caminan irracionalmente
hacia adelante, desgraciadamente arrastrándonos a todos.
El mismo Ortega, que
en lugar de limpiar, para su propio provecho, las instituciones del estado,
prefiere la diatriba, la amenaza y el chantaje a las organizaciones de la
sociedad civil. El mismo Ortega, que aunque sepa a lo que se expone, cometerá
otro fraude más el 4 de Noviembre próximo. El mismo Ortega, que comete
exactamente los mismos errores del pasado y que por consiguiente, recogerá los
mismos fracasos de antes.