sábado, 20 de abril de 2013

14 DE ABRIL: INICIO DEL FIN DEL CHAVISMO












Terminó el proceso electoral formal en la Venezuela post chavista y lo previsto empieza a madurar, unas elecciones que han dejado más dudas que respuestas, un candidato declarado ganador con el estigma de perder más de un millón de votos que le había heredado su mentor y un candidato perdedor con una imagen de verdadero estadista y de legitimo vencedor. Hace un mes, nadie en su sano juicio, iba a predecir semejante descalabro del chavismo, cuando hasta las encuestas menos inclinadas al oficialismo, daban un margen de ventaja de más de 14 puntos al candidato Maduro, que al final salió mucho mas celeque de lo que se pensaba. Un resultado que viene a confirmar lo que tantas veces se dijo y muchos no lo creyeron: no hay chavismo sin Chávez. La copia quedó muy distante del original, tanto así, que si a como parece, los números no se han arreglado en el impase de la totalización del sufragio, a estas alturas el pajarito estaría afónico de tanto chillar de desesperación.

Entra Venezuela a un terreno ampliamente conocido por los nicaragüenses: el de la incertidumbre sobre si los resultados anunciados son reales o fraudulentos, la pérdida descarada de neutralidad por los árbitros, la desconfianza en el sistema electoral, las amenazas para no desprenderse de lo arrebatado, la sospecha de ilegitimidad por parte de un sector de la comunidad internacional hacia el proclamado vencedor, pero también el chavismo inicia el camino de la debacle moral, las luchas intestinas, las acusaciones, las purgas y las inevitables deserciones.  

Los acontecimientos que se han desencadenado en la patria de Bolívar luego de conocidos los resultados de la votación, la aceptación por parte de Maduro del reconteo que por ley está previsto, de la negativa posterior a hacerlo con el apoyo militante de los encargados de ejecutarlo, el Concejo Nacional Electoral, CNE y ahora con  la decisión anunciada de hacerlo, poniendo marcha atrás a sus posiciones iniciales, tienen en vilo al país y a la comunidad internacional, en la que se incluyen varios aliados sudamericanos, quienes también habrían presionado por un conteo de los votos que legitime el triunfo chavista. Ya no bastan por sí solas las amenazas del baño de sangre que prometen los Cabello, los Ramírez, los Molero y demás figuras representativas del oficialismo. Con toda razón los vecinos de Venezuela están altamente preocupados, pues conocen los peligros de una desestabilización a lo interno del país y las consecuencias que para ellos mismos tendría. La situación económica internacional no da para una locura de ese tipo, lo que no quita que algunos ya estén pensando tomar el lugar de Chávez en el liderazgo regional, pues están mas que convencidos de las enormes limitaciones del proclamado ganador. 

Las figuras más representativas del chavismo amenazan a diestra y siniestra a la oposición, aludiendo a que si antes no se había hecho es porque el mismísimo Chávez los contenía y, según estos, desaparecido el caudillo, pueden ejecutar “esas ideas locas” de las que tanto se ufanan. Ciertamente, heridos a como están, ya que conocen de primera mano los números reales de los comicios del pasado 14, son más peligrosos que nunca. El mayor peligro que se cierne sobre la oposición venezolana y sobre el país mismo, son las Milicias Nacionales Bolivarianas. Hugo Chávez, durante sus años de gobierno y siguiendo el guion cubano, muy conocido en Nicaragua, armó a miles de sus partidarios y conformó esta fuerza paralela al margen del Ejercito, por si acaso. Se habla actualmente de 150 mil milicianos armados de fusiles AK proporcionados por Rusia. Era su principal disuasivo para contener posibles traiciones dentro de las Fuerzas Armadas y ni siquiera responden a estas, obedecen al partido. La mayoría está aglutinada en el Frente Francisco de Miranda, cuyo dirigente máximo es el Canciller Elías Jaua, considerado el Talibán del Chavismo. 

Esto ha permitido que Venezuela, por la cantidad de gente armada existente y la impunidad que gozan como grupos paramilitares al servicio del gobierno, sea uno de los países más violentos del mundo, con una de las tasas de criminalidad más alta a nivel global. De acuerdo a las estadísticas, durante los 14 años de mandato de Chávez, se produjeron más de 150,000 crímenes violentos. No hay que devanarse mucho los sesos para saber quiénes llevarían la peor parte en caso de que se desate una lucha entre chavistas y opositores y solo un loco podría mandar al matadero a sus seguidores, lo que habla mucho de la prudencia de Capriles para evitar tener que darle las excusas al gobierno para ocasionar la guerra civil que estarían intentado provocar.  

Los resultados electorales no hacen más que confirmar lo que muchos sospechaban, el liderazgo minusválido que quedaba a la muerte de Chávez, dado que éste  jamás confió en nadie y los mantuvo a todos disputándose la gracia del líder. Ni Maduro, ni Cabello, ni Rafael Ramírez el Presidente de PDVSA, ni su yerno Jorge Arreaza, ahora Vicepresidente, ni el mismo Diego Molero, nombrado Ministro de Defensa a la carrera, tienen la capacidad de conducir a Venezuela hacia algo más que al despeñadero social, político y económico, al borde del cual la dejó el difunto. 

En estos momentos de calentura de parte del oficialismo, solo la violencia puede ocultar sus miserias, ya que la debacle presenciada el domingo pasado no es huérfana, tiene nombre y apellido y al menos el círculo de poder que ambiciona desplazar a Maduro, ya lo señala como el principal culpable. Independientemente del desenlace de la crisis política de Venezuela, moros y cristianos saben que ya nada será igual que antes. Si la muerte del caudillo marcó un antes y un después en el país, el 14 de Abril marcó el punto de ruptura del chavismo. Quedan muchas cosas encima de la mesa para ser analizadas y la capitalización de estas definirá la suerte de los venezolanos en el futuro cercano. 

Habrá que dar seguimiento al millón de votos que migró y se abstuvo, ya que seguirán muchos más cambiando de bando, esperando dar el golpe definitivo dentro de tres años cuando salgan a una nueva votación, el Referendo Revocatorio. Capriles es el candidato perdedor con una derrota con sabor a victoria y Maduro, el candidato ganador, se ha hecho de una victoria con sabor a derrota. Con 40 años, Henrique Capriles Radonsky se erige desde ahora como el próximo presidente de Venezuela y si la torpeza de Maduro lo empuja a encarcelarlo, es más que probable que de la cárcel salga directo al Palacio Miraflores. El chavismo comprobó que los votos no se heredan, algo que ya se sabía, pero que al gobierno le tocó comprobarlo de la peor forma. Nuevamente se reafirma la lección de que la micro economía, la economía de las familias, de los hogares, de la gente de a pie, es el principal motor que dirige la acción de la gente. Y finalmente, la lección más grande que queda para todos: las revoluciones de mentira tienen los días contados. Un movimiento político que se asienta sobre la dádiva, sobre la corrupción, sobre la cooptación y perversión de las instituciones, sobre el ventajismo y el enriquecimiento ilícito de las cúpulas, sobre el caudillismo, sobre la represión, eso es cualquier cosa menos Revolución. 

Asistimos entonces al ocaso del chavismo, un movimiento que nació de un golpe de estado fallido, con un líder cuyo legado más oscuro es el odio de clases que inculcó durante 14 años y que por ironías del destino, son los pobres de Venezuela los que le han dado el golpe mortal, del que difícilmente podrá recuperarse.