El viernes
20, con unos pocos días de retraso, el Juez Militar aplicó la pena de tres
meses y quince días de prisión al Teniente Primero Yader Montiel, acusado de
cometer delito en contra del decoro militar, por el simple hecho de expresar en
voz alta su opinión, rechazando la represión que en ese momento sufrían ciudadanos
de El Tule a manos de miembros del Ejército y la Policía, represión ordenada
por el régimen hacia todos aquellos pobladores que se resistan a ser
expropiados a causa del proyecto canalero, una estafa que en la práctica
transforma, por las vías de hecho, la Ley de la Propiedad urbana y rural, en
beneficio de quienes tienen la particularidad de ser jueces y parte en este
enorme negocio montado a costa de la Soberanía Nacional. De acuerdo a las
informaciones, la condena prácticamente estaría cumplida por el Médico y
Teniente Primero Montiel, ya que guarda prisión desde el mes de enero, por lo
que el Ejército trató de desembarazarse de un problema creado por ellos mismos,
aplicando prácticamente la pena mínima. Sin embargo, lo realmente importante a
destacar es que en este y otros casos se han juntado varios elementos dignos de
ser analizados.
AMENAZA
Y REPRESIÓN: DETONANTES PERFECTOS.
La represión
desatada desde finales del año pasado en contra de los pobladores que tuvieron
la desgracia de estar en el paso de la ruta canalera ha tocado las fibras más sensibles
de la sociedad nicaragüense y como debía esperarse, ni los miembros del
orteguismo ni de las Fuerzas Armadas iban a quedar exentas de esta situación.
En el primer caso, lideres, concejales y comunidades enteras que profesaban su
apego al orteguismo, sufren en carne propia la amenaza inminente de la confiscación
y el desarraigo, por lo que han terminado y de la peor manera, su relación con
el partido propiedad de la familia gobernante. En el caso de las Fuerzas Armadas,
el Teniente Primero Yader Montiel podría ser uno de muchos oficiales que no está
de acuerdo ni con la represión ordenada por Ortega al Ejército, ni con la ruta
que lleva la institución armada, siguiendo la agenda reeleccionista del
comandante. Esto no solo trae a la memoria los episodios de la famosa Navidad
Roja expresada por Montiel, sino eventos aún más lejanos, como la sumisión de
la Guardia Nacional a la dictadura dinástica de los Somoza.
EL
EJERCITO DE TUMBO EN TUMBO.
Por increíble
que parezca, una institución que se preciaba de ser la más reconocida en el país
por su profesionalismo y seriedad, ha dilapidado en un periodo relativamente
corto este enorme capital y prestigio en acciones inverosímiles, algunas de
ellas rozando y excediendo los límites de la legalidad, la constitucionalidad y
el famoso decoro militar. La represión sufrida por los habitantes de Ciudad Darío
a raíz de los fatídicos acontecimientos del 19J recién pasado, en la que
ciudadanos nicaragüenses fueron objeto de secuestro y desapariciones, habrían sido
ejecutadas por miembros de la Inteligencia Militar. Se llevó a cabo una
pantomima de juicio, en la que fue la Policía la institución que cargó con la
sorna y el desprestigio de haber hecho tanto ruido para no llegar a nada. Luego
fue el evento de la caída del “Meteorito” en las cercanías de las instalaciones
de la Fuerza Aérea, fragmento espacial producto de la imaginación interestelar de
quien gobierna de hecho este país, pero que dejó en ridículo a quienes
respaldaron la farsa montada para ocultar otra cosa, entre ellos al Ejercito. A
continuación fue el asunto de los MIG – 29, una aspiración armamentista tan
descabellada como irrealizable, sobre todo tomando en cuenta los niveles de
pobreza de nuestro país y que contradice totalmente la teoría del Muro de Contención
que presume el gobierno en la lucha contra el narcotráfico internacional. Posteriormente
fue la acción terrorista de la “Mochila Bomba”, una brutalidad en todo el
sentido de la palabra, ya que no proporcionó ninguna ventaja táctica o estratégica,
sino todo lo contrario, puesto que la repulsa y condena a dicha acción fue
nacional, afectando seriamente la credibilidad de la institución castrense. Finalmente,
el ultimo tumbo ha sido el encarcelamiento y condena del Teniente Primero Yader
Montiel, acusándolo de un delito inexistente y que, para salir rápido del embrollo
en que se metieron, hicieron que la condena fuera la mínima posible, sin
embargo, la repulsa hacia la actuación del Ejercito en este caso ha sido
nacional y la solidaridad con Yader ha venido de todos los sectores del país.
Ante todo esto, uno no puede más que preguntarse ¿Con que necesidad?
EL
EFECTO DE LA PRESIÓN.
Mucha
gente considera, equivocadamente, que si no es por la presión armada, el
gobierno o las autoridades militares no cederían en las demandas de sectores específicos.
Los hechos han demostrado en todos estos casos expuestos anteriormente, que la presión
de la ciudadanía sí produce efectos positivos, pero además, sirve como un
catalizador para provocar que gente adormecida despierte y mucha más dentro de
las filas orteguistas abra los ojos. No es cierto que con este rosario de
abusos y tropelías el gobierno tiene más seguidores, a como tampoco es cierto
que con la precaria situación económica de la mayoría de las familias nicaragüenses,
provocada por un modelo económico elitista, injusto y que privilegia a los más
ricos, el gobierno haya aumentado su caudal político o incrementado su
popularidad entre la población. Poco a poco la solidaridad entre nicaragüenses tan
distantes y aparentemente con intereses tan distintos, va tendiendo un puente
que acerca a las personas en causas que se van volviendo comunes para todos,
provocando una oleada de presión que erosiona la credibilidad del gobierno,
precisamente el activo más importante que mantiene en el poder a los
gobernantes en la mayoría de los países del mundo. Luego de eso, solo queda la represión,
la violencia y la mentira y ese camino ya ha sido transitado un par de veces.