Daniel Ortega y la cúpula que lo rodea han cometido en un periodo de cuatro años dos errores estratégicos, por los que indefectiblemente están pagando las consecuencias por el primero y las pagarán por el segundo en el futuro inmediato. El primero de ellos fue el fraude electoral de las elecciones municipales del 2008, que le permitió agenciarse con no menos de 40 alcaldías adicionales a las que había ganado en esos comicios. La reacción por este asalto a la voluntad popular fue el retiro de buena parte de la cooperación internacional, sobre todo europea, que resintieron la pérdida del equilibrio de poder en los territorios, la eventual demolición de los mecanismos de participación ciudadana y el fracaso del proceso de descentralización administrativa hacia los municipios, proceso en el que habían invertido una inmensa cantidad de dinero y esfuerzos.
Pero el error estratégico no fue precisamente el alejamiento de la cooperación europea, ya que Ortega ha atado su suerte a la cooperación venezolana y hasta el momento le ha ido bien, sino que al cometer el fraude electoral del 2008, dejó en evidencia al Consejo Supremo Electoral como sospechoso de complicidad en el robo, restándole toda credibilidad para administrar este tipo de procesos en el futuro, por lo que la comunidad internacional quedó en estado de alerta esperando las elecciones del 6 de Noviembre. En pocas palabras, el fraude del 2008, producto de la ambición de acumular mas poder y dominio como una extensión del Ejecutivo y tener la posibilidad de encaminar la reelección desde las alcaldías, permitió que la comunidad internacional tenga al día de hoy y con los resultados anunciados por Roberto Rivas, en entredicho a nuestro país y se esté hablando inclusive, de invocar la Carta Democrática de la OEA.
El gran problema para la administración del Presidente Ortega no es la sospecha de fraude en las elecciones nacionales recién pasadas, sino que ya existe un antecedente fraudulento que no solo lo acusa, sino que lo condena. En estas condiciones la argumentación que seguramente todos se hacen es: Si ya lo hizo una vez, que le impedía volverlo a hacer? Y con todas las trampas, zancadillas, golpes bajos, irregularidades o como quiera llamársele, con que el CSE administró este proceso, no solo queda en evidencia, sino que trajo a la memoria de la comunidad internacional lo vivido hace tres años. Contrario a la norma jurídica, de que todo acusado es inocente mientras no se demuestre lo contrario, para el exterior, el Presidente Ortega es culpable mientras no pruebe lo contrario, a como se lo están haciendo saber en todos los idiomas y de todas las formas posibles. Otra cosa es que ante las acusaciones haga las del avestruz y tenga como único argumento desempolvar el viejo y desacreditado arsenal ideológico de los años 80´s, para acusar a diestra y siniestra de una inverosímil conspiración hacia su gobierno por parte de la Embajada Norteamericana.
El segundo gran error cometido por el Presidente Ortega y que tarde que temprano le pasará factura, es la voracidad cometida en el “conteo” de los votos a cargo de Roberto Rivas. Darle el 62.46 % del total de votos y por consiguiente la mayoría absoluta, 62 diputados en la Asamblea Nacional, implica entre otras cosas, de que todo cuanto pase en el país es responsabilidad única y exclusiva del Gobierno y su bancada parlamentaria. Ya no necesitan llegar a acuerdos de ningún tipo con nadie en la Asamblea para tomar las decisiones que tengan que tomar, pero lo más importante, se cae la justificación de que por culpa de la “oligarquía vende patria y pro imperialista” no se ha hecho tal o cuál cosa. Además, rueda por el piso el argumento de culpabilidad de los pasados 16 años de gobiernos neo liberales por todas las desgracias presentes y futuras del nuevo? gobierno. Ahora, su antecedente inmediato es él mismo y como no puede echarse la culpa prefiere acusar a los viejos y los nuevos enemigos: El Imperialismo Norteamericano y el Neo Colonialismo Europeo.
Las ansias desmedidas de poder dejarán al Presidente Ortega en la posición más incómoda posible, producto de sus propios errores. El absolutismo que a partir de enero del 2012 viviremos los nicaragüenses, dará paso a una pesada carga que difícilmente el gobierno podrá asumir. Será victima de su propia gula y tendrá que lidiar con cuatro escenarios a nivel internacional, sumado a las difíciles condiciones sociales y económicas que se vayan generando en el país, producto de las impopulares medidas económicas que a fuerza tendrá que tomar a partir del próximo año. El primero de ellos, es el más que probable ascenso de los Republicanos al poder en los Estados Unidos en el 2012. El segundo, la situación de Chávez en Venezuela, no solo por el deterioro evidente de su salud, sino que, en el peor de los casos, por una esperada derrota electoral en las elecciones del 2012. El tercero, la reducción de la ayuda internacional producto del fraude electoral del 6 de Noviembre y el Cuarto, la crisis económica mundial que se avecina a pasos agigantados y que irremediablemente, en mayor o menor medida, impactará a nuestra frágil economía.
Contra esto Ortega tendrá que luchar solo, toda vez que ejecute lo que desde ahora se espera que haga, dados sus antecedentes autoritarios y dictatoriales: reformas constitucionales a la medida de sus ambiciones, mas autoritarismo en el ejercicio del poder, mas exclusión política, mayor represión a la oposición política y a las organizaciones de la sociedad civil que no comulguen con él, mayor concentración de poder, si es que aun cabe tener mas del que ya tiene, mayor tirantez con la Iglesia Católica, profundización de la desinstitucionalización de los cuerpos armados del Estado, Policía y Ejercito, para comprometerlos con el proyecto continuista.
Posiblemente trate de negociar buscando mejores condiciones para poder sobrellevar la crisis interna y externa. Es por eso que siguiendo fielmente el libreto de los años 80´s, dio inicio a las eventuales “conversaciones” con la amenaza de cárcel, desaforación y persecución a líderes opositores, utilizando como pretexto la burda denuncia de un reo acusado de intento de secuestro a una de las hijas del Presidente, uso indebido de armas de fuego y lesiones a un promesante en las pasadas fiestas de Santo Domingo. Muy solicito, el fiscal electoral, cual perro de presa, anunció ya la pronta persecución a tan peligrosísimos sujetos, quienes de acuerdo al “comunicado” leído por el reo en mención, que de acusado se transforma en acusador, confabulaban una maquiavélica conspiración para desacreditar al Honorable Consejo Supremo Electoral, así como el pulcro y transparente proceso electoral que dirigían y lo mas terrible de la acusación, estaban siendo financiados por la Embajada Americana.
Un panorama sombrío que solamente el Presidente Ortega tendrá en sus manos la decisión de transitarlo o evitarlo. Sin embargo, nunca está de más recordarle que aquellos que no aprenden de la historia están condenados a repetir sus propios errores.