sábado, 12 de enero de 2019
UN ESCENARIO ANUNCIADO
Hay dos elementos de la semana que finaliza muy importantes dentro del proceso de salida de Daniel Ortega y Rosario Murillo de la escena política, al menos formal. Uno de ellos, fundamental para el aislamiento del régimen y forzarlos a iniciar una negociación, prevista inclusive para el muy corto plazo, me refiero a lo ocurrido en la OEA. El otro, la fuga sorpresiva del Magistrado Rafael Solís del país, un verdadero golpe político de incalculables consecuencias para la dictadura. Veamos.
Primero: La situación internacional continúa complicándosele al régimen dado los resultados del primer round en la OEA. El molino de la Carta Democrática Interamericana ya comenzó a andar y como los Molinos del Señor, muelen despacio pero muy fino. Ha sido bastante bien explicada la ruta que pasará este proceso y todo hace pensar que su camino será firme y positivo para los intereses nacionales. Realmente es muy poco lo que puede hacer el orteguismo para evitar la acción de la comunidad internacional agrupada en la Organización de Estados Americanos, máxime con las novatadas y ridiculeces del canciller Moncada, una vergüenza para la diplomacia nicaragüense. Ya el cuento del Golpe de Estado fraguado por el Imperialismo Norteamericano no convence a nadie y la gran mayoría de países del continente se terminan de convencer de la amarga realidad: lo que ha habido es la violación sistemática, con violencia excesiva y rayando en la categorización de Crímenes de Lesa Humanidad, de los Derechos Humanos de los nicaragüenses por parte del gobierno. Ha sido crucial el informe del GIEI, donde se demuestra con lujo de detalles lo anterior. Fue este informe el que ha motivado que muchos de los países que han mantenido una posición muy dual con el régimen de Ortega, estén considerando muy seriamente continuar su apoyo a éste. Lo que debemos entender es que estos procesos llevan tiempo, no caminan al ritmo que todos quisiéramos, sin embargo debemos estar muy satisfechos por lo alcanzado hasta ahora, máxime si nos comparamos con la situación de Venezuela, país que le tocó diez años estar en el punto en el que está ahorita mismo Nicaragua. Tenemos que estar atentos a que todo esto va a desembocar en un proceso de negociación, en el cual Ortega buscará algún tipo de salida que garantice un proceso de transición favorable a sus intereses. Es a lo que está apostando el Secretario General Almagro y la comunidad internacional. A esta parte me referiré en otro artículo.
Segundo: La deserción de las filas orteguistas de uno de sus principales operadores políticos es un golpe devastador para la dictadura, toda vez que el ex - magistrado Rafael Solís se lleva consigo la mayoría de secretos de todo tipo: políticos, económicos, movimientos secretos de capitales mal habidos, información de los socios, aliados y cooperadores necesarios que ha tenido el régimen durante todo este tiempo, conocimiento de los crímenes políticos de antes y de ahora, vínculos con el narcotráfico y un muy largo etcétera. Con mucha razón, la cúpula del orteguismo debe estar altamente preocupada por todo lo que representa esta fuga. Es más que probable que estén tomando todas las previsiones para evitar lo que no podrán detener, la fuga de más funcionarios de arriba, de en medio y de abajo con secretos e informaciones que revelar. Es una de las consecuencias, ya previstas, de la aplicación de las leyes aprobadas por el Gobierno de los Estados Unidos, de la percepción a lo interno de que el orteguismo va de salida y del movimiento de piezas en el ajedrez de la conspiradera que se juega en nuestro país en muy altas esferas. En relación a esto último, si alguien piensa que la fuga de Solís fue motivado por una repentina toma de conciencia, pues le diría que lo analice mejor.
Ante este panorama, Ortega y Rosario Murillo están en un callejón sin salida y es cuestión de tiempo para que el primero haga un llamado a continuar el Dialogo Nacional. Tanto la OEA como el gobierno norteamericano están dejándoles un pequeño espacio de salida y van a tenerlo que aprovechar. Los cuentos de guerra de resistencia, de periodos especiales, de estrategias gallopinteras y de otras locuritas, no son más que intentos desesperados para mantener una cohesión que poco a poco se desmorona.
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