Decíamos en nuestro Editorial anterior que Ortega había cometido dos errores estratégicos en escasos cuatro años, por los que, invariablemente, iba a tener que pagar un costo. La dimensión de este costo es lo que falta por averiguar, aunque desde ya se esta viendo venir lo que le espera a todos los nicaragüenses, que somos los que al final del día pagaremos las consecuencias de la ambición desmedida de poder del orteguismo y de la torpeza con que han pretendido satisfacer dichas ambiciones. No ha pasado un mes del fraude electoral del 6 de Noviembre y prontamente desde el exterior empiezan a ajustar las cuentas para pasar factura por lo que la comunidad internacional ha identificado como un burdo atraco a la voluntad popular, que le dio a Ortega la inconstitucional reelección con el infumable 62 % del voto de los nicaragüenses.
Los primeros en actuar han sido un grupo de congresistas de los Estados Unidos, liderados por la representante republicana de La Florida Ileana Ross Lethinen, cuyos antecedentes políticos se remontan a la época del presidente Ronald Reagan y la Fundación Heritage. Fue dicha fundación la que aportó la plataforma ideológica de los dos mandatos de Reagan.
Efectivamente, en el transcurso de esta semana que finaliza, lo impensable durante tantos años se ha hecho realidad: estar nuevamente en la mira del gobierno norteamericano, gracias a la voluntad de Daniel Ortega y del orteguismo de continuar en el poder, aun a costa de violar la constitución y violentar la voluntad popular mediante el inmenso fraude electoral ejecutado en los recién pasados comicios electorales. Relativamente acomodado con el gobierno norteamericano, Ortega disfrutó de cinco años de luna de miel con la actual administración del Presidente Obama, amparado en que los intereses norteamericanos estaban siendo celosamente resguardados por su gobierno, el de Ortega, a partir del combate al narcotráfico, contener la inmigración ilegal hacia el país del norte y facilitar las condiciones locales para ayudar al combate contra el terrorismo en territorio norteamericano. Este escenario, favorable tanto a los intereses de la cúpula gobernante en Nicaragua como del gobierno norteamericano, rápidamente viene cambiando al ritmo que imponen las condiciones internas de la política estadounidense.
Lo que no entró en los cálculos de Ortega ni de sus estrategas a la hora de echar a andar el fraude, es que la carrera por la presidencia en los Estados Unidos empezó desde ya con la lucha por la nominación de la candidatura de los republicanos y la misma está enfocada en atacar los puntos débiles de la administración Obama, tanto en el manejo doméstico de la economía, como en política exterior. En relación a esta ultima, el principal ataque es la posición blandengue y de poca firmeza en sus relaciones con los regímenes claramente anti norteamericanos y dictatoriales, entre los que destacan aquellos gobiernos que se identifican con el ALBA. Esto puede motivar, y aquí radica el gran problema no solo para Ortega, sino para todos los nicaragüenses, que nuestro país se convierta de pronto, en un tema electoral dentro de la carrera entre demócratas y republicanos por la presidencia norteamericana. La desgracia es que, de convertirse Nicaragua en un tema electoral, todos tratarán de ser los más radicales para congraciarse con sus electores, unos en virtud de su propia naturaleza, otros por conveniencia política y en ambos casos, las consecuencias que nos esperan no serán del todo agradables.
De repente y gracias a la ambición desmedida del presidente Ortega y de la torpeza del contador de votos, Roberto Rivas, vuelve Nicaragua a estar en el centro de la tormenta, en el ojo del huracán. Le toca entonces a Ortega enfrentar a la congresista cubano - americana Ileana Ross Lehtinen, Presidenta del Comité de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes, que por pura coincidencia histórica, es el mismo cargo que ocupó el fallecido Senador Jesse Helms, considerado en su momento como la “Bestia Negra de los Sandinistas” y que prácticamente asumió como cosa personal la lucha en contra de Nicaragua durante los años 80´s. Ortega enfrentará también al ultra conservador Connie Mack, quien junto a Ross estuvo al frente de la audiencia del congreso norteamericano de esta semana, misma que para no dejar ninguna duda de sus eventuales alcances, se llamó: “Democracia Secuestrada en Nicaragua, Parte I”.
No previeron tampoco el protagonismo que poco a poco viene consolidando en la política norteamericana el llamado “Tea Party”, que no es otra cosa que la derecha ultra conservadora estadounidense, agrupada en un movimiento que nace precisamente como una reacción a las medidas de gasto publico tomadas por el presidente Obama en el 2009. Uno de sus principales dirigentes, Marco Rubio, primer senador de origen cubano en la historia, es precisamente uno de los que con mas vehemencia se opuso a la nominación de Jonathan Farrar como embajador en nuestro país, por considerarlo “poco firme” cuando estuvo al frente de la delegación estadounidense en Cuba.
Tanto Ross, como Rubio y Mack, descendientes directos de los viejos “halcones” de la política norteamericana en tiempos de la guerra fría, propugnan por aplicar fuertes sanciones al gobierno de Ortega por el fraude electoral del 6 de Noviembre. Entre estas mencionan no enviar embajador a Nicaragua, prohibir el visado norteamericano a ciudadanos nicaragüenses, no aprobación del Waiver a nuestro país, lo que imposibilitaría recibir recursos del Banco Mundial, BM, del Fondo Monetario Internacional, FMI, y del Banco Interamericano de Desarrollo, BID, suspensión de la ayuda económica y por consiguiente la aplicación de un embargo comercial a Nicaragua, entre otras. Y esto que apenas son “oposición” al gobierno de Obama, imaginémonos cuando sean gobierno, si se hacen realidad las previsiones de una victoria republicana en las elecciones del próximo año en los Estados Unidos.
Habría que ver si entre los cálculos del fraude, Ortega previó las consecuencias que tendrá que pagar inevitablemente con el principal socio comercial de nuestra frágil economía, 31 % del total de nuestras exportaciones (a Venezuela corresponde el 11.8 %), consecuencias que, desgraciadamente, no las sufrirá ni la cúpula partidaria, ni la familia gobernante, sino todas las familias nicaragüenses que en su gran mayoría están en el desempleo o en el sub empleo y que serán las primeras en recibir los impactos de una crisis que poco a poco se le va viendo cara y cuerpo en nuestro país. Habría que ver también, si dentro de los cálculos de Ortega está que Venezuela sustituya la ayuda norteamericana y europea, en caso de alejarse ambas, como parece será la tónica del discurso de la "toma de posesión" del próximo 10 de Enero.
De ser así, ojalá y no pase como con los 50 millones de dólares de la fenecida Cuenta Reto del Milenio prometidos por Chávez y la carretera que uniría el Pacifico con la Costa Caribe, supuestamente a cargo de un Batallón de Ingenieros del Ejército Venezolano, ya que ambos casos se convirtieron en algo así como la famosa promesa del legendario manager Argelio Córdoba: La medalla viene, chico! Y todavía la estamos esperando…