sábado, 23 de noviembre de 2013

EL TRASFONDO DE LOS CAMBIOS AL CODIGO DE ORGANIZACION MILITAR

¿Qué debe hacer un soldado? Matar, matar, matar.
¿Qué son ustedes? Soldados.
¿Qué son realmente? Tigres.
¿Qué comen los tigres? Sangre roja.
¿Sangre de quién? Del pueblo.
Guía de Carácter del Soldado EEBI.




Luego de presentadas las reformas a la Constitución Política por el comandante Ortega, se veía venir la adecuación del Código de Organización Militar para mantener las apariencias de institucionalidad, sin embargo, los cambios que la institución castrense está proponiendo, ponen de relieve las verdaderas intenciones de Ortega, con la aparente complacencia de los altos mandos militares, que podrían arrastrar al Ejército a una especie de suicidio político. Las nuevas “misiones” contempladas en el Código, de resguardo de instituciones públicas y empresas de capital mixto, tratan de ocultar que los nuevos “objetivos” a proteger son las empresas de la familia presidencial, pero sobre todo las vinculadas al proyecto del Canal e infraestructura asociada: dos aeropuertos, dos puertos de aguas profundas, dos zonas de libre comercio, el oleoducto y la línea férrea para transporte de carga o Canal Seco.

Utilizando como referencia dos obras parecidas: el Canal de Panamá y el Oleoducto Caño Limón – Coveñas, en Colombia, podríamos tener una aproximación de la necesidad de personal militar involucrado en la protección de las obras relacionadas con el proyecto de Ortega y Wang Jing, además de los ulteriores alcances que esto podría tener. En el primer caso, la protección del Canal en sus 80 kilómetros de extensión, requiere de 3 a 4 mil efectivos de los 15 mil con que cuenta la Policía Nacional Panameña, sin que en el país canalero tenga el nivel de inestabilidad política, social y económica, ni los niveles de pobreza y pobreza extrema nuestros, mucho menos la acción de grupos armados o “bandas delincuenciales”, como les gusta llamarles al gobierno. En el Oleoducto colombiano, están empeñados permanentemente 1500 efectivos en los 780 kilómetros que mide, siendo este el más atacado del mundo, tanto por las FARC, el narcotráfico y por la delincuencia organizada. De acuerdo a estas cifras, fácilmente podríamos deducir que para la protección de los proyectos asociados al  Canal, la cantidad de personal necesario podría estar en el orden de los ocho a diez mil efectivos. 

El tamaño actual del EN es de aproximadamente 10,000 efectivos, entre Oficiales, Clases, Soldados y Trabajadores Civiles, por lo que comprometer a todo el ejército en labores de vigilancia es impensable. Sin embargo, a la luz de las reformas constitucionales, los cambios al Código de Organización Militar y las últimas medidas anunciadas de llamar a filas a oficiales que salieron de la institución a partir de 1994, año de creación del IPSM, se pueden identificar algunos  elementos vinculados a estas medidas:

1.- Es de prever un crecimiento del Ejército Nacional, cercano al doble del tamaño actual, para poder cumplir con las necesidades de protección de los proyectos mencionados.

2.- Se requerirá una cantidad importante de oficiales para el mando de estos nuevos reclutas, oficiales que ya estén preparados y tengan experiencia en el mando de pequeñas unidades (formarlos en la Academia Militar ocuparía demasiado tiempo y recursos); de ahí que la medida anunciada de llamar a oficiales en “retiro activo” se justifica claramente. Obra como ventaja del gobierno, la situación de precariedad económica de una gran cantidad de oficiales de baja graduación, retirados a partir del año 94.

3.- Es previsible que la preparación de reclutas y oficiales para el cumplimiento de las “nuevas misiones” esté a cargo del Ejército Chino. No en balde las reformas contemplan el “estacionamiento de personal militar extranjero para fines de adiestramiento, instrucción e intercambio”.  

4.- Las nuevas fuerzas necesitarán nuevo armamento, lo cual puede ser abastecido por la misma China o bien por Rusia, país con el que últimamente se ha visto un mayor acercamiento militar. Las recientes visitas de buques de la Armada Rusa y aviones de combate lo confirman. Esta nueva situación, hay que advertirlo, creará más tensiones con los países vecinos, Costa Rica, Honduras y El Salvador fundamentalmente, ya que estos plantearían ante organismos regionales, la OEA uno de ellos, el reclamo hacia Nicaragua de un desbalance del tamaño de las fuerzas militares actuales, lo que eventualmente obligaría a un plan de rearme de sus ejércitos y en consecuencia la repetición de viejos escenarios armamentistas en la región, cuando lo más importante es disponer los presupuestos nacionales para salud, educación y lucha contra la pobreza.

5.- Por otro lado, en el mediano plazo es de esperar un reclutamiento masivo, una vez que los proyectos empiecen a desarrollarse, lo cual puede ser, tanto por la vía del llamado a filas de nuevos soldados, lo cual no tendría mayores complicaciones si tomamos en cuenta la crisis económica de la mayoría de las familias nicaragüenses, o bien por la movilización de la Juventud Sandinista para estas labores, en una nueva modalidad “solidaria” del Servicio Militar Patriótico, planteándose la misma como una misión partidaria, algo que ya han estado haciendo en el pantanal de Harbour Head y en apoyo al “dragado” que realiza Edén Pastora en el Rio San Juan, cocodrilos incluidos.

Todos estos elementos analizados serían del beneplácito de los altos mandos militares y del propio Ortega, ya que implicarían, entre otras cosas: el crecimiento desmesurado del Ejercito en armamento y efectivos, lo que daría mayor confianza y seguridad al comandante para meter el pie a fondo en la consolidación del proyecto dictatorial y dinástico; la ampliación del presupuesto destinado a la institución castrense en perjuicio obviamente de educación y salud, algo que les encanta a los militares de todas las latitudes; reanudación o fortalecimiento de las relaciones militares con Rusia y China, provocando un nuevo escenario de tensión geo política en la región, algo que Ortega añora del conflicto de la guerra fría de los años 80’s; resguardo institucional y constitucional por parte del Ejercito a las empresas familiares, producto de la rapiña y la privatización del convenio petrolero venezolano; y finalmente y no menos perverso, posicionar en la mente de los nicaragüenses, que al igual que los Somoza, Daniel Ortega también tiene su propia Guardia Nacional, la que después de la aprobación de las reformas constitucionales, al igual que pasó con Somoza, esta ataría su futuro a la suerte del dictador.