sábado, 4 de agosto de 2012

METAMORFOSIS, WAIVER Y ELECCIONES


¿De dónde han salido los barcos de la Mamenic? Del asalto al pueblo.
¿De dónde han salido los aviones de "La Nica"? Del asalto de la familia Somoza al pueblo.
¿De dónde han salido los trescientos latifundios? Del asalto al pueblo.
¿De dónde han salido "Montelimar" y "La Fundadora"? Del asalto al pueblo.
¿De dónde han salido las diez mil casas? Del asalto al pueblo.
¿De dónde han salido los millones de dólares depositados en los bancos yanquis y suizos?
Del asalto de la familia Somoza al pueblo de Nicaragua.

Desde la cárcel yo acuso a la dictadura. 1964.
Carlos Fonseca Amador


Se dice comúnmente que las organizaciones adquieren el carácter que tienen sus dirigentes. En la medida en que estos se mantienen fieles a los postulados que motivaron su surgimiento, las organizaciones se encaminan con buen paso al cumplimiento de sus objetivos sin separarse de los principios con que nacieron. Muchas organizaciones dieron origen a grandes movimientos sociales, revoluciones inclusive, pero en el transcurrir del tiempo su dirigencia sucumbió a los embates de la corrupción o sencillamente se acomodaron a la vida fácil, quizás cansados de luchar o por advertir, ya en el ocaso de sus vidas, que tanto esfuerzo no valió la pena y que hay que disfrutar de lo que por muchos años se privaron. La historia nos da innumerables ejemplos de organizaciones y liderazgos que habiendo nacido de verdaderas gestas heroicas, poco a poco se transformaron en lo que tanto odiaron y por lo que lucharon.

La organización política que dio origen a la Gran Revolución de Octubre en la Rusia zarista devino, en la época de Stalin, en un partido que llevo a cabo una verdadera carnicería entre su propio pueblo. Luego de la desintegración de la URSS, el Partido Comunista Soviético, el PCUS, fue inhabilitado constitucionalmente para participar en la vida política por 100 años. El PRI mexicano, supuestos herederos de la Revolución Mexicana, se convirtió en la Dictadura Perfecta que gobernó el país durante 71 años corrompiendo al país de cabo a rabo. Las FARC colombianas, un movimiento guerrillero legitimo, nacido en el seno del Partido Comunista Colombiano como consecuencia del bogotazo del 48 y la represión gubernamental ordenada por el Presidente Ospina luego del asesinato del candidato Jorge Eliecer Gaitán, se convirtió en un grupo terrorista cuyas practicas más recurrentes eran los secuestros de civiles y su principal fuente de financiamiento el narcotráfico.

En nuestro país las cosas no han andado tan alejadas de estos ejemplos, partidos de larga trayectoria e historia como el Partido Conservador, cuya lejana referencia de decoro y honestidad se remonta a los famosos 30 años de gobiernos bajo este signo, hoy son una caricatura deforme de ese recuerdo, gracias a dirigentes que arrojaron a la basura este legado y prefirieron pactar con el enemigo para medrar en el erario público. Liberales que en el pasado encabezaron una revolución que transformó al país, llevándolo de la mano hacia las puertas de una modernidad tan necesitada, hoy son, a fuerza de la atomización y de un liderazgo prebendario, en los nuevos zancudos, sustituyendo a sus antiguos adversarios históricos en tan indigna actividad.

Y de esta metamorfosis no se escapó ni siquiera el FSLN, un partido surgido y formado al calor de la lucha guerrillera a inicios de los años 60, cuyo principal dirigente y fundador, Carlos Fonseca Amador, era el prototipo del militante sandinista. Un partido que durante los años de su duro trajinar vio caer a sus mejores hombres. Un liderazgo incorruptible, legendario, heroico, que en muchos casos escribió verdaderas páginas  épicas, como las escritas por Julio Buitrago y Leonel Rugama. Un liderazgo forjado en la lucha guerrillera, en el campo y la ciudad, que en la casi totalidad de los casos prefirió morir combatiendo que caer en manos del enemigo. Un liderazgo que escribió con sangre el ejemplo que dejaba a las futuras generaciones. Un liderazgo que mantenía un discurso totalmente coherente con la práctica cotidiana y que forjó una organización que supo y pudo llevar a feliz término en Julio del 79 la obra iniciada en 1961. Una organización que se transformó en un partido, el FSLN, que condujo las transformaciones revolucionarias de los años 80’s y que soportó las acometidas dirigidas por las administraciones norteamericanas encabezadas por Ronald Reagan y George Bush, que se tradujeron en una guerra civil que duró una década y cuyo saldo sangriento fue casi el doble que durante los 45 años del periodo somocista. Un partido que supo reconocer la derrota del 90 y entregar el poder a una coalición triunfante encabezada por Violeta Barrios de Chamorro.

Sin embargo, algunos dirigentes fueron tentados por la codicia y sucumbieron al disfrute de las mieles del poder. Los 45 años del sistema anterior, basado en el arribismo, el enriquecimiento ilícito, el usufructo del erario público y el abuso del poder para el beneficio personal no habían pasado en vano. El somocismo revivía de la mano de los más vivianes y en muchos de ellos quedaría para siempre como una práctica cotidiana. El poder se hizo para ejercerlo, para disfrutarlo y para lucrarse de él, parecía ser la enseñanza mejor aprendida. Vinieron los 16 años de sequía en donde la sobrevivencia se basó no en el ejemplo de estoicismo dejado por los fundadores, por los héroes y los mártires, la sobrevivencia se basó en el ejemplo dejado por el dictador derrocado: el chantaje, el halago, la amenaza. Un mecanismo perverso en el que el más débil quedaba en manos de quienes disponían de jueces a su gusto y antojo. Una corruptela que marcaría por el resto de sus vidas el accionar futuro de dichos personajes. Líderes que podían engañar a muchos un tiempo, pero no a todos todo el tiempo. Líderes que muy pronto quedaban al desnudo en su verdadera naturaleza depredadora.

Y luego vinieron los años de las vacas gordas, aunque a decir verdad para muchos de ellos nunca hubo vacas flacas. Regresaron los y las que se habían ido a llorar las penas al extranjero. Y nuevamente el somocismo galopando victorioso sobre fraudes electorales, convirtiendo al antiguo anti imperialista en un dócil salvaguarda de los intereses del otrora “enemigo de la humanidad”. Atrás quedaba la estrofa incómoda que en los años 80’s se enarbolaba con legítimo orgullo. Eran otros tiempos, ahora había que demostrar sumisión, arrepentimiento y reconversión. Pragmatismo dirán algunos, oportunismo dirán otros. El poder valía hacer el sacrificio. Narcotráfico, inmigración ilegal y terrorismo eran las tareas asignadas y había que cumplirlas con notas sobresalientes. Antes del 79 era la lucha contra el comunismo. Somoza mutaba felizmente.

Vino el susto del Waiver, un llamado de atención por la poca transparencia en el manejo de la cosa pública, mas no por la demolición de la democracia, la institucionalidad y el estado de derecho iniciado en el 2007. Este asunto nos permitió ver a un eficientísimo procurador haciendo de tripas corazón, con el apoyo de la cúpula empresarial, para no perder la dispensa que significaría volver a ser paria internacional. Un episodio que retrató en su justa dimensión el doble discurso de un dirigente que se debate entre el pasado trasnochado y un confuso presente. Anti imperialista para las bases de la secta, pero acólito de Obama cuando de money se trata. Perder la venia del norte equivalía a tener que sacar los petrodólares venezolanos para que el país sobreviva y en asuntos de plata se puede jugar con el santo menos con la limosna. Y el Waiver se hizo, dando el respiro y la tranquilidad perdida en estos pocos meses.

Y ahora entramos a una nueva prueba, prueba para los árbitros de que se puede hacer nuevamente un fraude electoral sin molestar mucho a la comunidad internacional, porque a nivel interno importa un comino lo que pensemos los nicaragüenses. Enfrentamos un nuevo proceso electoral cargado de las mismas mañas de los tres procesos anteriores, mañas que son ejecutadas precisamente por quienes debería velar por la justeza y transparencia de los comicios. Si los Somoza tuvieron a Modesto Salmerón para contar los votos y decidir que quien ganaba siempre era el dictador de turno, este de ahora tiene en Roberto Rivas Reyes su cuenta votos particular, más sucio y descarado que su antecesor en tan infame labor. Nuevamente los nicaragüenses somos puestos en el dilema de ir o no a votar, poniendo en duda la legitimidad del sufragio universal, libre y secreto como medio constitucional para sustituir gobernantes. Una vez más, la metamorfosis política que convirtió al FSLN en un partido tradicionalista, el orteguismo, mismo que pretende mantenerse en el poder a toda costa, fraude incluido, esta vez en todos los municipios, para continuar su labor depredadora del erario público.

Quizás las palabras de Carlos Fonseca se pueden aplicar a los restos que quedaron del movimiento guerrillero que ayudó a fundar, del que fue su principal dirigente y que después del triunfo de la Revolución se convertía en un partido cuyas principales divisas eran la mística, la entrega, el sacrificio y el decoro, pero que después de la derrota del 90 sucumbía ante el tradicionalismo político y lo convertía en uno más del montón. Se refería Carlos Fonseca a estas organizaciones de la siguiente forma: La influencia que aún pueden conservar los partidos tradicionales es una influencia en deterioro, en total decadencia; jamás en la historia del país habían entrado esos partidos en una etapa de descomposición tan grande. Nunca fueron más validas las palabras del Comandante que hoy en día.