La conocida frase Pan y Circo, creada por el escritor romano Juvenal, nacido el año 55 después de Cristo, se aplica para denunciar todas aquellas soluciones de corto plazo que presentan las siguientes características:
· No solucionan el problema.
· Empeoran la situación a largo plazo.
· Son aceptadas por la mayoría de la población que no piensa en las consecuencias.
La idea nació producto de la practica romana de subvencionar el pan hacia sus ciudadanos, hasta que, producto de las pérdidas de territorios, y por consiguiente, el suministro de cereales, dicha subvención empezó a disminuir hasta casi desaparecer, lo que trajo el descontento de la población. Ante esto, los emperadores romanos utilizaron el circo como el elemento más eficaz para distraer a su población y evitar rebeliones internas. En el gran coliseo romano, durante los juegos que duraban meses, se repartía gratuitamente, arrojándole a los más pobres, mendrugos de pan. Esto los mantenía alejados de cualquier protesta, pues tanto, pan y circo gratuito, embotaba sus mentes y mediatizaba sus luchas. Obviamente, esta situación no podía mantenerse por tiempo indefinido, el circo distrae pero no llena y los romanos querían soluciones de largo plazo. Al final, la historia nos da a conocer la caída del imperio romano, una caída estrepitosa, sobre todo si tomamos en cuenta de que había sido uno de los imperios más poderosos del mundo antiguo.
Este feo ejemplo del Pan y Circo, ha sido copiado por muchos malos gobernantes en el mundo moderno, que incapaces de dar soluciones estables y duraderas a los problemas de sus gobernados, prefieren la salida fácil y más cómoda: aprovecharse de la miseria del pueblo, para darle las migajas del festín y tratar de alargar los plazos de la caída, que a causa del empobrecimiento de la mayoría de la población, es casi siempre inevitable.
Para estos, los malos gobernantes, cualquier oportunidad es propicia, campeonatos deportivos, fiestas patronales, fiestas patrias, celebraciones religiosas, navidad y fin de año. Todo es válido, pues lo que importa son los fines, al mejor estilo de Maquiavelo. De lo que se trata es de que la población no piense en su pobreza, no reaccione ante su miseria, mediatizar sus aspiraciones de un trabajo y de una vida digna, en fin, de prolongar la agonía.
Asistimos ahora al triste espectáculo en nuestro país, una vez más, del manoseo de los símbolos religiosos de la mayoría de los nicaragüenses, como es la celebración de la Purísima Concepción de María, la celebración a la madre de Jesús, tan íntimamente ligada a la tradición e identidad de un pueblo que se define mayormente Mariano. Pero no es solamente el manoseo de esta celebración, sino también de dejar al desnudo la miseria y el hambre del pueblo, que clama por trabajo, no por las sobras del festín de los poderosos, que al amparo de una cooperación privatizada se enriquecen de manera inmoral.
Son desagradables las largas filas, bajo el inclemente sol de Managua, de una masa paupérrima, cargando niños y niñas, exhibiendo su extrema pobreza, para poder recibir un paquete de comida, que posiblemente saciara el hambre de hoy, pero no el de mañana. Es desagradable el espectáculo de los gobernantes de turno, que para las cámaras son solo sonrisas entregando lo que no les ha costado, pues de lo que debemos estar claros, es que todo lo que se entrega tan solícitamente, es comprado con el dinero de nuestros impuestos. Lo que no reflejan las cámaras, es cuando desde los camiones, se arrojan los paquetes de comida a los grupos de gente que se arremolinan en torno a ellos, en un espectáculo que además de peligroso, es bochornoso.
Se anuncia con gran fanfarria la feria de los niños pobres, pista de patinaje sobre hielo incluida, gratuitamente por supuesto. Los niños más pobres podrán disfrutar de 15 minutos de gloria, después de cuatro horas de filas, sol, hambre y sed. Ni en tiempos de Somoza se vio tan grotesco espectáculo. El circo esta completo. Para Navidad tendremos seguramente la presentación de algún artista famoso, que venga nuevamente a hacer olvidarnos de nuestra penurias y para fin de año, algún espectáculo de fuegos artificiales. Pero de trabajo, nada. Eso sí, a partir del mes de enero del próximo año, empezaremos a sufrir la goma de la borrachera. Nuevos impuestos que van a encarecer aun más la canasta básica. Más pobreza, más huida de nuestros conciudadanos a Costa Rica, Panamá y Estados Unidos, a buscar el pan, cansados de tanto circo. Mas prostitución de mujeres y niñas, pues es la salida más fácil para buscar el pan que se niega tanto, aun a costa de martirizar su propio cuerpo. Más delincuencia, pues para muchos es mejor robar que trabajar, total, si ni trabajo hay.
Mientras tanto, los nuevos ricos, seguirán aumentando su capital con la compra de más empresas, como las que se anuncian desde ya en los medios de comunicación, en una danza millonaria ilícita, ilegal e inmoral, que representa al desnudo, la tan cacareada segunda etapa de la revolución.
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