sábado, 19 de marzo de 2011

UNA CANDIDATURA CONTRA LA HISTORIA, LA RAZON Y LA SENSATEZ



Finalmente, el Presidente Ortega, en contra de la sensatez, fuera de toda lógica, enfrentado a la historia y en abierta violación a la Constitución Política inscribió su candidatura, a todas luces ilegal e ilegítima. De nada sirvieron las voces que desde diferentes sectores de la sociedad nicaragüense llamaban al respeto al estado de derecho y a la institucionalidad. Una vez más se ha impuesto la fuerza de la sin razón, el flagrante irrespeto a las leyes, pero sobre todo, se ignoran las causas que han motivado que nuestro país viva eternamente sumido en una espiral de violencia política, de atraso cultural y de mendicidad económica: La Reelección y El Continuismo.
Efectivamente, nuestros antecedentes iniciales recogen una historia tormentosa de pugnas internas entre conservadores y liberales, todas ellas por la disputa y continuidad en el poder de ambas facciones políticas. Fue esta rivalidad la que propició la aparición del filibustero William Walker, un vulgar aventurero que llenó de luto a nuestro país y llegó al colmo de que una vez autonombrado Presidente de la Republica instauró la esclavitud en Nicaragua. Tocó el turno después al General José Santos Zelaya y su estadía en la presidencia se prolongó durante 16 años, siendo expulsado por la marinería yanqui en su primera intervención en nuestras tierras.
Los subsiguientes conflictos por el poder provocaron una nueva guerra civil, siempre entre las facciones conservadores y liberales, lo que trajo a su vez la segunda intervención norteamericana en nuestro país, a la que se opuso Sandino hasta su asesinato por el primer Somoza, quien inauguraba así la Estirpe Sangrienta de una dinastía que durante 45 años sometió al escarnio a los nicaragüenses. 50 mil muertos costaron las ambiciones reeleccionistas y el afán continuista de una dictadura familiar. Los mejores hijos de la patria entregaron sus vidas en una lucha desigual, durante lo que se podría identificar como el primer ciclo de violencia de nuestra historia moderna.
Reelección presidencial, enriquecimiento ilícito, violencia política en contra de los adversarios, reformas amañadas a la Constitución, zancudismo, nepotismo, paramilitarismo, humillación a los trabajadores del estado, confusión entre partido – estado – familia - Guardia Nacional entre otras cosas, fue contra lo que tuvo que luchar el pueblo nicaragüense para poder sacudirse la dictadura de la familia Somoza el 19 de Julio de 1979. Esta fecha representaba la ilusión de todo un pueblo para que terminara, de una vez por todas, la historia negra del desangramiento sistemático al que había estado sometida nuestra sociedad.
Sin embargo, el proyecto hegemónico del FSLN daba inicio al segundo ciclo de violencia en nuestro país, el que duró cerca de 10 años, 35 años menos que el primero pero mucho más sangriento. Se dirimía en nuestras tierras el conflicto de las súper potencias de la época. Nos convertíamos en el campo de pruebas de la Guerra Fría y con armas mucho más modernas en manos de los bandos en pugna, la consecuencia nefasta fueron cerca de 100 mil muertos entre jóvenes reclutas del Servicio Militar, reservistas, milicianos, miembros  permanentes del Ejército, combatientes de la Resistencia, campesinos que los apoyaban y miles de ciudadanos civiles que vivían en las zonas donde se desarrollaba el escenario de guerra en la década de los 80´s.
Pero además de esta enorme sangría, hay que sumar los miles de combatientes de ambos bandos que quedaron con secuelas físicas y psicológicas, todos ellos víctimas de la indiferencia de los gobiernos que se han sucedido después del conflicto armado, incluido el actual. Usados y abandonados a su suerte, han sido convertidos en “borregos de desfiles” por los poderosos, en “gallos careadores” de los caudillos de turno, en artículos descartables luego de las campañas electorales, nunca en ciudadanos dignos que sacrificaron lo mejor de sus vidas por las ideas en las que creyeron ciegamente, por las que mataron y murieron.
Luego de una relativa estabilidad social posterior al conflicto bélico, la cual duró 16 años, nuevamente y a pesar de semejantes lecciones, estamos a las puertas de otro ciclo de violencia, el tercero en la historia moderna de nuestro país. Desde la toma de posesión del Presidente Ortega en enero del 2007, se advertía el rumbo totalitario y continuista de un proyecto hegemónico que ahora, bajo el nombre de Segunda Etapa de la Revolución, pretende prolongarse violentando leyes, razón y lógica. Consistentemente se ha venido socavando la institucionalidad y el estado de derecho en beneficio de la reedición, aumentada y corregida, de un somocismo en pleno Siglo XXI, más que de la continuidad de una revolución traicionada.
La inscripción de la candidatura ilegal e ilegitima del Presidente Ortega y del General (R) Omar Hallesleven el día de ayer, es un claro aviso de lo que está por venir. La pretensión de militarizar la campaña electoral y trasladar el mensaje subliminal a la población civil de que las Fuerzas Armadas estarían acompañando dócilmente a su antiguo jefe es más que claro. Una perversa manipulación que solamente generará la profundización de la crisis, aumentará el malestar en la Sociedad y desgraciadamente desencadenará, más tarde o más temprano, la ira popular. Pensar que los nicaragüenses aceptaremos tranquilamente la consolidación de una nueva dictadura es ignorar las lecciones de la historia patria y ya sabemos que quienes no aprenden de ella están condenados, no solamente a repetir los errores del pasado, sino también sus consecuencias.
Se impone reflexionar la parte final del pronunciamiento de los Ex Oficiales del extinto EPS hecho público en esta semana, cuando señalaban: “Queremos reafirmar que en la Sociedad hay suficiente carácter, autoridad, reserva moral y dignidad para demandar se exija respeto al orden constitucional y sean advertidas las consecuencias de su ruptura. En 1979, TODOS LOS NICARAGUENSES sacamos al último  dictador descendiente de la estirpe sangrienta que asesinó a Sandino. Aun con esa historia reciente, persistimos en abusos y errores en los ochenta y conquistamos justicia, democracia y paz en 1990.  No tropecemos con la misma piedra, no permitamos una nueva dictadura”.     

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