viernes, 5 de septiembre de 2014

UNA REGRESION HISTORICA: DE EJÉRCITO POPULAR A EJERCITO FAMILIAR

El recién pasado 2 de Septiembre se cumplieron 35 años de la fundación del Ejército Nacional,  fecha escogida para rememorar también el día en que el General Augusto C. Sandino constituyó el Ejército Defensor de la Soberanía Nacional en el año 1927. Durante todo este tiempo transcurrido, se pueden identificar claramente tres etapas en la historia de la institución armada, las que han marcado la evolución de un ejército popular a uno profesional e institucional, así como su regresión posterior, hasta llegar a convertirse en un ejército partidario y politizado, una suerte de guardia pretoriana al servicio de la familia en el poder.

I ETAPA: 1979 – 1990

El triunfo sobre la dictadura somocista en el año 1979 da origen al Ejército Popular Sandinista, EPS, construido bajo la perspectiva de ser el aparato militar que defendiera a la naciente Revolución. Por las razones históricas del momento, se convierte en un ejército politizado e ideologizado, con un marcado contenido anti imperialista. Un ejército que rápidamente tiene que asimilar la moderna técnica militar que incesantemente llega de la Unión Soviética, a la par que tiene que librar una creciente guerra civil que acapara la mayor parte de los recursos humanos y materiales del país. Los jóvenes militares tienen que aprender, sin tiempo que perder, el uso del nuevo armamento de Artillería Terrestre y Anti Aérea, Tanques, Transportadores Blindados, Helicópteros de Transporte y Combate, Radares y todo el Armamento de Infantería. El conflicto bélico obliga a la implementación de la Ley del Servicio Militar Patriótico, SMP, y la consiguiente creación de las unidades contra insurgentes, sobre cuyos hombros descansó directamente la guerra: los Batallones de Lucha Irregular, BLI, las Agrupaciones Tácticas de Combate, ATC, los Batallones Ligeros Cazadores, BLC, las Bases de Apoyo Operacionales, BAO, y las Pequeñas Unidades de Fuerzas Especiales, PUFE, entre las más importantes. Un proceso de formación de cuadros militares “en carrera y no de carrera”. El aprendizaje de la técnica y la táctica militar en medio de la guerra. Para el Ejército fue la época del heroísmo, del combate, de los muertos, de los heridos, de los desaparecidos. Para el país fue la época del dolor y del sufrimiento.

II ETAPA: 1990 – 2006

El triunfo de Doña Violeta Barrios de Chamorro el 25 de Febrero de 1990, da la pauta para la salida del General Humberto Ortega de la Jefatura del Ejército Popular Sandinista, su conversión en el nuevo Ejército Nacional y el inicio de un proceso gradual, sistemático y aceptado por los militares, de profesionalización e institucionalización. Los nuevos tiempos exigen nuevas readecuaciones y las fuerzas armadas, tal como lo demuestra la historia, son expertas en estos “cambios estratégicos”. Se efectúan, sin los traumas del pasado reciente, los cambios de mando y al General Ortega, muy a su pesar, le suceden los Generales Joaquín Cuadra Lacayo, Javier Carrión y Omar Halleslevens. Se crea el Instituto de Previsión Social Militar, IPSM, como el blindaje económico para la naciente ofensiva dirigida a corromper las Fuerzas Armadas (Ejército y Policía). La venta de activos militares al Perú y Ecuador, así como las cuotas no enteradas al INSS, forman parte del capital inicial del Instituto, quien pronto se convertiría en un verdadero emporio empresarial. Es la época de la salida intempestiva de la Misión Militar Cubana -lo que aún no le perdonan a los hermanos Ortega en la Isla- y el inicio de las relaciones institucionales con otros ejércitos de distintos países, tales como México, Francia, España, Taiwán, incluso con el de los Estados Unidos, hasta hacía poco, el más odiado enemigo. Para el ejército fue la época del “acomodamiento estratégico” a los nuevos tiempos de “Neoliberalismo”. Para el país, fue la tranquilidad que proporciona el fin de la guerra y el regreso de los militares a sus cuarteles, alejados de la política. 

III ETAPA: 2007 A LA FECHA

El 10 de Enero del 2007 señala un penoso día para la nación, en tanto marca el inicio de la regresión del Ejercito Nacional, para convertirse en un ejército politizado, al servicio de un partido y peor aún, al servicio de la familia en el poder. Es el punto de partida para el desmantelamiento institucional y la vuelta de los militares a la política partidaria. Es el inicio del proceso de cooptación económica a los principales cuadros militares y a la institución misma, para convertirlos y convertirla en la guardia pretoriana de la que hizo gala la dictadura somocista. Los mecanismos son variados y altamente efectivos: regalías personales, favores institucionales -tales como los préstamos del INSS al IPSM para construir viviendas de alto costo-, participación del capital militar en los anunciados mega proyectos, exoneraciones fiscales, empleos altamente remunerados en las empresas del ALBA, en el gobierno y entes autónomos, estiramiento de los plazos de retiro, mas armamento, más presupuesto, mas permisividad para todo.

A cambio, el ejército ha tenido que asimilar este proceso regresivo con sumisión pasmosa y ha aceptado, sin arrugar la cara, las reformas al Código de Organización Militar; ha dirigido la represión contra ciudadanos civiles opositores al gobierno en Nueva Guinea, Ciudad Darío y Matiguás entre las más conocidas, #OcupaINSS la menos conocida; sus cuerpos de inteligencia han organizado,  entrenado y dirigido a los grupos juveniles de choque del gobierno en técnicas de defensa, prevención, persecución, reducción y detección de “agentes enemigos”; ha vuelto la cara a otro lado cuando se transgrede el escalafón militar; se complace en aceptar ser un peón en el peligroso juego geopolítico del comandante y la compañera; en fin, volvió al camino del que ya había salido de forma airosa y regresó al pasado, al triste pasado que evoca sangre, represión y muerte. Un pasado al que jamás debió volver. Se trata de un intercambio de lealtades, el yo te doy y tú me das, para garantizarse ambos permanencia, impunidad y dinero, mucho dinero.  



1 comentario:

Janiel Rodriguez dijo...

Interesante su análisis don Roberto Samcam. Me gustaría saber su opinión sobre la muerte de la mayoría de los integrantes del Estado Mayor de la Fuerza Aérea de Nicaragua (FAN). Su muerte coincidió con la propuesta de la reforma al código militar(ley no.181).