martes, 23 de octubre de 2018

LA SALIDA DE ORTEGA


Contrario a lo que Ortega insiste en vender, tanto a lo interno como a lo externo, la supuesta “normalidad” en la que estaría entrando el país, la realidad es que el régimen atraviesa los tiempos más duros de todos estos años que han “gobernado” Nicaragua. Cada día que pasa, el cerco se cierra, lenta pero inexorablemente, alrededor de él, su familia y sus allegados. El sistema orteguista, el orteguismo, demuestra en todos los ámbitos de la vida nacional y en el contexto internacional, una fecha de caducidad, una fecha de vencimiento.

Nicaragua está, hoy por hoy, inmersa en una crisis económica, política y social que lejos de disminuir, cada día que pasa se acrecienta más y más. El país ha entrado en una recesión económica, con dos trimestres consecutivos de “crecimiento” negativo; continúa la fuga de capitales, fundamentalmente el capital acumulado en base a la cooperación petrolera venezolana y se habla ya de cifras aproximadas a los 1,200 Millones de Dólares; las pérdidas económicas motivadas por toda la crisis política se acerca a los 1,000 Millones de Dólares; el sistema financiero nacional no vive sus mejores momentos y se sostiene aun por el voto de confianza que la población nicaragüense le da, siempre y cuando demuestre más beligerancia en su posición ante la crisis; el sector agrícola no demuestra tener la confianza necesaria para invertir y cultivar, sobre todo cuando el régimen usa a los toma tierras como arma de intimidación para doblegar voluntades y restar apoyo a la lucha popular y finalmente, todos los municipios del país están tomados por las fuerzas paramilitares, convertidas ahora en fuerzas para -  policiales, donde se vive un virtual Toque de Queda que rige a partir de las 6, 8 o 10 de la noche, dependiendo de las necesidades propagandísticas del gobierno. Managua, cada vez que se llama a marchar, es sometida a un Estado de Sitio, donde la policía, las fuerzas de choque motorizadas y las fuerzas para – policiales pretenden inmovilizar a la población en base al terror.

Puestas así las cosas, Ortega se ha quedado únicamente con la represión como principal soporte de un gobierno que cada vez es más débil. Ejército, Policía y paramilitares son sus acompañantes en este trecho de vida que le queda, que será más corto o más largo en dependencia de tres factores que veremos más adelante. Ni siquiera cuenta con los trabajadores del estado, quienes tienen que tomar el trago amargo de “rotondear” ahora dos veces por semana bajo amenaza de perder sus empleos, sumado a la decisión “voluntaria” de rechazar el treceavo mes (aguinaldo navideño). Sin embargo, tenemos que comprender que esta “soledad” lo vuelve más peligroso aun, Ortega no dejará fácilmente el poder, entiende que no sabe hacer otra cosa más que “gobernar”, ya sea desde arriba, desde abajo o desde en medio y tratará por todos los medios de mantenerse el mayor tiempo posible. Entiende que administrar los tiempos es vital para sus intenciones, que el cansancio, el derrotismo y la desunión son su ventaja. Nosotros tenemos que entender también las nuestras.

Una economía quebrada, la presión internacional asfixiante y la presión nacional constante son las tres pinzas de la cual Ortega no podrá escapar. No podrá gobernar sobre un país en la ruina económica, ruina que no es culpa del pueblo, hay que aclararlo. No podrá gobernar con la presión internacional, que cada día que pasa le cierra las llaves en todos los foros internacionales y que muy pronto tendrá que afrontar el peso de las sanciones norteamericanas, fundamentalmente económicas, provocadas por el mismo, también hay que aclararlo. Y no podrá gobernar a un pueblo que a partir del 18 de Abril decidió poner fin a 11 años de saqueo indiscriminado de los Recursos Naturales y el Erario Público, un pueblo que marcha, que protesta, que se organiza adentro y afuera del país y que entiende que mantenerse unido es la palada de tierra final para sepultar y para siempre, al orteguismo en nuestra sufrida patria.

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