Luego del balance del 2018,
un año triste pero necesario, un año en el que se destruyeron mitos, cayeron
ídolos de lata y de carne y hueso y se levantaron nuevos héroes, desde las
calles, desde los tranques, desde las mazmorras orteguistas y desde las tumbas
sagradas de nuestros mártires, llega el 2019 con los aires de un nuevo
despertar, con la sensación de un Ortega solitario y prisionero dentro de
Nicaragua, aislado y sin amigos fuera de ella, con un régimen que se aferra a
sí mismo para no caerse, sostenido únicamente por las armas de sus fieles
seguidores, policía, ejercito y paramilitares, como ha sido durante todos estos
meses de represión.
Este nuevo año está marcado
por la hoja de ruta trazada por un renovado Secretario General de la OEA, una
ruta que inicia con la casi segura aplicación de la Carta Democrática
Interamericana que dejará al régimen de Ortega en condición de paria internacional
y que pasará irremediablemente por la Corte Penal Internacional, donde serán
juzgados por Crímenes de Lesa Humanidad tanto asesino desatado en nuestro país
y con la segura condena de todos los países de la Unión Europea, lo que les quitará
cualquier posibilidad de un exilio dorado en el viejo continente y poder
disfrutar de lo robado en estos 11 años de latrocinio, dejándoles únicamente a
Cuba, Venezuela y Rusia como únicas alternativas para tratar de escapar de la
justicia global.
La ruta, que no es la de la
consigna que tanto le gusta a la gente, implicaría, casi seguro, un mayor aislamiento
del régimen, más efectivo y más fuerte, con nuevas sanciones de los Estados
Unidos, al amparo de la recién aprobada Ley Magnistky Nica, sanciones que
pondrán a la economía del régimen de Ortega postrada y en peor situación que la
vivida en los años 80’s, donde había un alto porcentaje de apoyo de la
población nicaragüense al gobierno de la época, no los chingastes de hoy en
día, que apoyan una segunda etapa de una revolución existente únicamente en la
cabeza de los desquiciados que se alimentan de la sangre y del sufrimiento del
pueblo, como los nuevos tigres de la extinta EEBI, solo que más feroces y más
sanguinarios. Veremos nuevos acompañantes de Robertito José, Chico López, doña
Rosario y Moncada Lau, señalados en las listas de la vergüenza internacional,
probablemente el resto de la familia como un mensaje alto y claro de que no habrá
salidas impunes.
Habrá que esperar la más que
probable revisión del CAFTA por parte de los Estados Unidos, como para ponerle
la tapa al pomo, cuando Ortega desate la verborrea antiimperialista, contenida
hasta ahora por cobardía, más que por prudencia y eche a andar la “estrategia
gallopintera”, la versión aumentada y corregida de los años 80’s y los períodos
especiales de los cubanos, asesores de la desgracia y la lipidia. Habrá que
esperar dentro de la “estrategia de supervivencia” más corridos del estado, con
el disfraz de “Compactación”, un término y una medida ya usada en las
postrimerías de la Revolución, que salvo muy pocas excepciones, resultó en un
fracaso total y sumó miles de votos en contra de sus creadores en las
elecciones que llevaron a doña Violeta al poder. Es casi seguro que los nuevos
y obligados miembros del ejército de desempleados, por voluntad del comandante
y su hasta hoy vice, se convertirán en poco tiempo en nuevos miembros de la
oposición, por lo que habría que guardarles el espacio en las filas azul y
blanco.
Este triste y crudo escenario
de lo que podría venir en el 2019 haría que la economía nacional caiga a
niveles pocas veces visto, lo que obligará a quienes se resistieron a decretar
un Paro Nacional Indefinido cuando las posibilidades de dar el golpe final a
Ortega era real, a alejarse definitivamente del dictador. Sin posibilidades de
producir con seguridad, con mercados internacionales igualmente inseguros, con
bancos al borde de la quiebra, sin financiamiento, con la amenaza de
confiscaciones y tomas de tierras a los que pronto serán llamados
“burgueses-vendepatria-golpistas-terroristas”, con una turba de parásitos
asolando la propiedad privada, con un nuevo y mayor éxodo de nicaragüenses
hacia los países vecinos y con el trinomio cómplice por acción y omisión,
ejercito, policía y paramilitares apuntalando esta nueva fase de la represión,
el viaje hacia el fondo del barril se antoja rápido y seguro.
Y que podremos hacer los
nicaragüenses que deseamos y luchamos por la liberación definitiva de nuestra
sufrida nación, desde dentro y fuera del país?
Primero: lo más importante, lo
que nos pide la comunidad internacional, lo que nos exigen nuestros reos
políticos, lo que nos obliga toda la sangre derramada: LA UNIDAD. Sin unidad la
agonía del pueblo se prolonga. Sin unidad Ortega estira sus últimos dias. Sin
unidad somos un rebaño descontrolado. Sin unidad nadie nos mira con seriedad. Unidad
entre la OPOSICION al régimen, entre los opositores al régimen, no con sus
socios, abiertos o disfrazados. Hoy en día los quintas columnas le hacen el
trabajo sucio al gobierno desde una supuesta oposición, de esos habrá que
cuidarse. No son oposición, se disfrazan de oposición y enredan y confunden. Cada
día que pasa hay más grupos que se organizan fuera de Nicaragua, la llamada
Diáspora crece más y más, todo mundo quiere organizarse y es legítimo, pero con
tantas organizaciones la dispersión es mayor. No hay, ni se percibe desde
fuera, sentido de Unidad y eso es grave y más grave aún si la labor de
confundir está siendo efectiva.
Segundo: Desde esa unidad,
legitima y verdadera, deberemos definir y construir un LIDERAZGO. La lucha de
los primeros meses sin lideres visibles, con mucha horizontalidad, con líderes
territoriales, populares y con la mística necesaria para poner al régimen de
espaldas al precipicio, tuvo su justificación por las condiciones que imperaron
en esos dias, sin embargo a estas alturas se vuelve un problema. NO es tan
fácil obviar una cultura atávica, en la que el pueblo necesita un Santo para ir
a la procesión. Creer que con ocho meses y medio cambio de tajo la cultura
política de Nicaragua y los nicaragüenses, es desconocer la historia y la
idiosincrasia popular. La oposición dentro de Nicaragua y la llamada Diáspora
distribuida fuera del país, tendremos que hacer un supremo esfuerzo para
ponernos de acuerdo en esto. Uno de los peligros reales es que se convierta en
la manzana de la discordia, habiendo tanto cacique, pero en algún momento habrá
que enfrentar esta situación y entre más rápido, mejor. El premio mayor será tener
un interlocutor válido y legitimo ante todas las instancias internacionales y
un factor de unidad de todos los nicaragüenses.
Tercero: Unidad y Liderazgo
sin una Estrategia sería como tomar cualquier ruta porque no sabemos hacia
dónde queremos ir. Ni más ni menos como la doña del bus. La estrategia es el
tercer vértice del triángulo, tanto o más necesario que los dos anteriores. Una
estrategia que permita la definición de objetivos claros, que permita la
construcción de una ruta igual de clara para todos y poder alcanzar dichos
objetivos, una estrategia que sea entendida, compartida y aceptada por los
principales líderes que están adentro y afuera del país, una estrategia que se
complemente con todos los esfuerzos de la comunidad internacional.
Fue por la falta de una
estrategia que Ortega no cayó en los primeros meses, cuando estaba acorralado y
casi vencido, al borde del precipicio, incluso tan desesperado que acariciaron
la idea de una intervención militar cubano-venezolana. Fue por falta de una estrategia
que pudo retomar la iniciativa perdida y liberar los tranques que lo ahogaban y
paralizaron sus principales fuerzas de ataque. Fue por la falta de una
estrategia que pudo sobrevivir y poner al país entero como prisionero y rehén.
Tenemos que aprender de los errores, superarlos y reinventarnos en esta lucha
que no da para más tiempo, pues cada día que pasa hay que contarlos en presos,
en muertos, en desaparecidos, en exiliados, en desesperanza y desconfianza. Ese
es nuestro aporte, unirnos en torno a un liderazgo sólido, confiable y creíble
y poder trazar una estrategia de lucha que termine de una vez por todas con
este régimen de oprobio y crimen. Si lo logramos, podemos estar seguros que el
2019 será el año de la liberación definitiva de Nicaragua.
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