Finalizó el año 2010 y entramos al 2011, un año decisivo para el futuro democrático de nuestro país, un nuevo año en el que, a través del proceso electoral que culminará el próximo domingo 6 de Noviembre, se decidirá en las urnas si los nicaragüenses optaremos por la consolidación de la dictadura orteguista o si preferiremos restablecer la democracia, la institucionalidad y el estado de derecho. Nuevamente, tocará escoger al pueblo nicaragüense entre Democracia o Dictadura.
Haciendo un repaso de lo acontecido en el 2010, debemos de concluir que el año que ha finalizado tiene como elementos más visibles y que el gobierno considera como sus grandes logros los siguientes: 1) Estabilidad Macroeconómica, pero que castiga la inversión pública y la ampliación del crédito a los sectores productivos medianos y pequeños; 2) Crecimiento de las Exportaciones, las que han ido de la mano de los productos pesqueros y agropecuarios hacia los tres destinos más importantes: Estados Unidos (vía CAFTA), Venezuela (vía ALBANISA) y El Salvador y 3) Crecimiento de la Economía, expresada en un pírrico 3 y pico por ciento (luego de venir de un desastroso – 1.5 % en el 2009) y que es la mitad del crecimiento promedio alcanzado por el resto de los países latinoamericanos.
Sin embargo, a la par de estos “logros económicos” gubernamentales obtenidos el año pasado, el 2010 nos deja como herencia una serie de lastres, los que tendremos que cargar los nicaragüenses durante el 2011. Al contrario de la vieja canción del colombiano Tony Camargo, “Yo no Olvido al Año Viejo”, no nos dejó una chiva, una burra negra, una yegua blanca, ni una buena suegra. En cambio, si nos dejó menos Democracia, expresado en el poco valor que tiene para el orteguismo el voto de los nicaragüenses. Fue un año en el que se profundizó el asalto a las alcaldías que no habían sido usurpadas por el fraude del 2008. El objetivo principal fue conquistar y mantener a toda costa la hegemonía orteguista en la mayoría de las municipalidades del país, a fin de que estas sirvan como plataforma partidaria en la próxima campaña electoral de Ortega, de hecho ilegal, ilegitima e inconstitucional.
El 2010 nos dejó menos Institucionalidad, que se hizo evidente desde Enero de ese año con el famoso decretazo, con el que se pretendió legislar por encima de la ley, de la Asamblea Nacional y de la mismísima Constitución Política. De por sí y ante sí, el presidente Ortega, arrogándose funciones que no le están conferidas en la Carta Magna, decidió mantener en sus cargos a los 25 funcionarios de los distintos poderes del Estado a los cuales se les vencían sus periodos constitucionales, lo que fue el tiro de gracia a la poca institucionalidad que quedaba en nuestro país. El objetivo primordial era mantener en sus puestos a los magistrados del Consejo Supremo Electoral, incluidos los que llegaron de la mano del arnoldismo, convertidos ahora en nuevos aliados del orteguismo, para que le permitan correr como candidato en las elecciones de este año. El gacetazo, que reformaba la Constitución y la suplantaba por otra, teniendo como pretexto un inexistente artículo, fue la cereza en el pastel de tanto desmadre institucional. Una vez más y siguiendo la tradición de los 45 años del somocismo, la reelección presidencial marca el destino de nuestro país.
El 2010 también nos dejó menos Estado de Derecho, lo que se expresó en la demolición de todo indicio de legalidad sobre las ruinas de un Poder Judicial ilegal e ilegitimo, cuya cabeza, la Corte Suprema de Justicia, fue el fiel reflejo de una institución desgastada, espuria y desprestigiada. Un poder judicial que se ha encargado de politizar la justicia y judicializar la política. Un poder judicial al servicio de Daniel Ortega y ahora con la sombra adicional de favorecer con sus sospechosos fallos al narcotráfico internacional.
Así mismo, el 2010 nos dejó la prueba más palpable del colapso del sistema educativo orteguista, vendido como uno de los grandes logros de este gobierno. La disminución progresiva del presupuesto, sumado al fracaso de los bachilleres recién egresados en los exámenes de admisión de las universidades nacionales, demostró con hechos concretos la pésima calidad, falta de pertinencia y altamente politizada educación pública orteguista.
También el año pasado nos dejó menos bases para el desarrollo con equidad. Bajo el espejismo de un mayor crecimiento económico, fueron los grupos económicos que están alrededor de la cúpula gubernamental y partidaria en el poder, los que se beneficiaron más de la tan pregonada bonanza económica. Nuevamente la punta de la pirámide social se hace más pequeña y la base que la sustenta, la población que se encuentra en situación de pobreza y pobreza extrema, se amplía mucho más. Nuevamente el crecimiento económico del país igual al somocismo, sin equidad ni justicia social, beneficiando a unos pocos y dejando de lado a la gran mayoría de los nicaragüenses, quienes seguirán esperando que los ríos de leche y miel algún día pasen cerca de sus casas. Nuevamente crecimiento económico para los grandes empresarios, la vieja y la nueva oligarquía, aliados y complacientes con el orteguismo. Nuevamente el principio somocista de que con este gobierno se te permite hacer negocios, siempre y cuando no te metas en política y menos en contra de él.
Pero lo más singular que nos dejó el año viejo fueron los Diputados Pre Pago, una verdadera plaga de políticos, que disfrazados de opositores al gobierno venden sus servicios al caudillo orteguista. De acuerdo al libro de Gustavo Bolívar Moreno, “Sin Tetas no hay Paraíso” y llevado a la televisión con la serie del mismo nombre, las famosas niñas Pre Pago estaban al servicio de los capos del narcotráfico colombiano y eran conocidas con ese nombre por la modalidad existente en la época de comprarlas con regalos costosos, ropa y dinero, para que después éstas pagaran con favores sexuales las prebendas recibidas. Aprobación de leyes y préstamos, reconocimiento de ilegales magistraturas, complicidad en la demolición de la institucionalidad del país, complicidad en los decretazos y los gacetazos, entrega dócil de la directiva de la Asamblea Nacional entre otros, han sido los favores hechos por los Diputados Pre Pago para complacer los caprichos del traqueto mayor.
Sin embargo no todo fue tan frustrante y negativo, el año viejo también nos dejó la posibilidad de transformar en el nuevo año el estado actual de nuestro país. Nos dejó una esperanza de cambio en la candidatura de don Fabio Gadea Mantilla, que sobre la base de un amplio consenso social y político expresado en la Unidad Nicaragüense por la Esperanza, UNE, emerge como la figura capaz de derrotar al orteguismo y enrumbar al país en la más noble y ardua tarea que se ha impuesto, liderar desde el gobierno a partir del 2012 la “Revolución de la Honradez”, que nos permita sacar al país del desastre moral en que el orteguismo ha sumido a Nicaragua desde que ha gobernado desde abajo, desde en medio y desde arriba.
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