En los últimos meses se ha
incrementado el ir y venir de la clase política nacional en torno a las
urgentes necesidades del partido de gobierno y su caudillo, abocados afanosamente
en recomponer el panorama político nacional y superar la crisis de legitimidad
en que está sumido a raíz del fraude electoral de Noviembre del 2011, el que
hasta hace pocas semanas no era, ni mucho menos, la preocupación del
inconstitucional Daniel Ortega, a todas luces indiferente a los reclamos de la población por el asalto a
la voluntad popular cometido en dichos comicios. La reacción de la comunidad
internacional no se ha hecho esperar y por activa y pasiva, los mensajes
enviados al régimen han sido dados en alta voz y por diversos mecanismos, poniéndolo
por primera vez a la defensiva estratégica.
En efecto, las noticias llegadas
de Venezuela o de Cuba, acerca del verdadero estado de salud del Presidente
Hugo Chávez Frías y sus expectativas de vida, han encendido, y con justa razón,
las alarmas del orteguismo acerca de la posibilidad de la disminución, o en el
peor de los casos, del corte del inmenso flujo de recursos provenientes de la privatización
de la ayuda venezolana. Divorciado de los europeos por la misma razón, el
manejo discrecional de tanta plata, rescindió de la peor manera la generosa cooperación
de muchos de los países del viejo continente y ni siquiera se inmutó por la cancelación
de la Cuenta Reto del Milenio financiada por los Estados Unidos de América.
La alianza estratégica con un
Chávez rebosante de salud y de petróleo, con inmensos mega proyectos en mente,
con una oposición débil, fragmentada y desconcertada, la alianza táctica con
una clase empresarial de cara mas a la repartición del enorme pastel económico que
al restablecimiento de la democracia y el estado de derecho, con la Administración Obama contenta por los cinco
años en que Ortega hizo muy bien la tarea encomendada: lucha contra el narcotráfico,
el terrorismo, la inmigración ilegal y la promesa de no desestabilizar a los
vecinos centroamericanos, además de una fluida y sumisa relación con el Fondo
Monetario Internacional, acatando todas las sugerencias dictadas por este en
beneficio de una fortalecida estabilidad macroeconómica, le daban al régimen un
amplísimo margen de maniobra a nivel interno para mediatizar y controlar cualquier
intento de protesta por el fraude pasado y prepararse para agregar uno mas, el
cuarto, el 4 de Noviembre próximo.
Sin embargo, las cosas no están
saliendo a como lo planeado y en asunto de siete meses, un acelerado cruce de
mensajes y mensajeros han inundado la atmosfera política nacional. El primero
de ellos, en Noviembre del 2011, luego de finalizadas las elecciones nacionales,
la comunidad internacional reaccionó al fraude con el informe de la OEA en la
voz del Jefe de la Misión de Observación Electoral, Dante Caputo, en el que hacía
serios señalamientos a la transparencia de los comicios. Posteriormente, en Enero
de este año, se dan dos mensajes muy significativos, el primero de ellos en la
persona del recién llegado Embajador de la OEA, el brasileño Ricardo Steinflus,
quien prácticamente legitimaba el triunfo de Ortega al declarar
irresponsablemente de que el conteo rápido llevado por ellos era compatible con
los resultados finales dados por el CSE. Esto fue descalificado por el
Secretario General, aunque la sensación que quedó fue de una maniobra dirigida
desde Venezuela por Hugo Chávez, a la postre el gran elector de Miguel Insulza,
ya que el desmentido fue mediáticamente menos importante que lo aseverado por
Steinflus. En este mismo mes, la Secretaria de Estado Hillary Clinton golpeaba
la mesa de Ortega anunciando la revisión de la ayuda económica a su gobierno y
la aplicación de un agresivo escrutinio
a los prestamos de los organismos multilaterales, lo que provocó una estampida
hacia Washington de una delegación de empresarios enviadas por el mismo Ortega
a cabildear en su favor.
En el mes de Febrero tocó el
turno al Jefe de la Misión de Observación de la Unión Europea Luis Yáñez y su
mensaje, aunque muy diplomático, fue lo suficientemente explícito como para
dejar claro que: 1) El Consejo Supremo Electoral estaba urgido de magistrados
con prestigio profesional, perfil independiente y neutral; 2) La necesidad de
restablecer la observación electoral nacional; y 3) Atender la composición y
funcionamiento de los Concejos Electorales Departamentales, Regionales y
Municipales, así como las Juntas Receptoras de Votos. En total fueron 24 recomendaciones
para mejorar el sistema electoral nacional y devolver la esperanza electoral a
los nicaragüenses.
En Marzo, el mensaje estuvo
a cargo de Daniel Ortega, quien atendiendo la recomendación personal del mismo Yáñez
procedió a enviar a la Asamblea Nacional el proyecto de ley conocido como 50 –
50, en un claro guiño a los europeos. Aprovechó el impulso para introducir la
iniciativa de ley que triplicaba los concejales en todas las alcaldías del país,
una medida para aplacar los ánimos de su propia base, que hasta el día de hoy
reclama por los famosos dedazos y de paso incluir en las listas de beneficiados
a los partidos satélites, que para dar la sensación de alta participación en el
proceso electoral municipal, correrían solos en el mismo.
El mes de Abril fue uno de
los más profusos en mensajes y mensajeros, ya que como es tradicional entre los
políticos criollos de nuestro país, la Semana Santa ha servido para efectuar
los amarres políticos y dejarnos amarrados al resto. El primer mensaje fue dado
por Eduardo Montealegre, anunciando que se encontraba listo para sentarse a
negociar con Ortega, enviando a su primo, el también diputado Mauricio
Montealegre con un mensaje mucho mas claro: no se vetaba a Roberto Rivas y el
triunfo electoral de Noviembre del 2011 era inobjetable y revestido de toda
legalidad. El segundo mensaje lo hizo Ortega, quien manteniendo en el
congelador a un solícito Montealegre, decidió prescindir de él y tratar de
buscar un arreglo directo con los europeos, enviando al Canciller Santos a
Bruselas e informar de las reformas electorales que enviaría a la Asamblea
Nacional. Dichas reformas, por demás insustanciales y sin ir al fondo de las
recomendaciones dadas por la Misión de Observación de la Unión Europea, fueron
introducidas este mismo mes, Abril, dando Ortega un mensaje al PLI – VCE de que
el papel asignado a estos seria únicamente el de aprobar las reformas electorales,
lo que efectivamente y para vergüenza ajena, fue lo que sucedió.
El mes de Mayo posiblemente
sea el más agitado de todos los anteriores, ya que luego de muchos meses de no tener,
los Estados Unidos enviaron a la Embajadora Phyllis Powers a cargo de su delegación
diplomática en Nicaragua, nombramiento resultante de una suerte de negociación entre
Demócratas y Republicanos, estos últimos llevando el tono de la presión a
Ortega. Powers, acostumbrada a climas políticos espesos tales como Irak, Colombia,
Rusia, Jordania y Polonia, no esperó mucho para hacer llegar el mensaje que
nadie en el gobierno, la clase empresarial y muchos “opositores” esperaban y
mucho menos deseaban oír: la dificultad de la aprobación de los Waivers de este
año, lo que dejaría en una posición nada cómoda para el régimen de cara al año
2013.
En este mismo mes, se han
enviado cuatro mensajes mas que contrastan con la actitud timorata de parte de la
clase política nacional: el de la Unión Ciudadana por la Democracia, UCD, el de
Fabio Gadea Mantilla, líder de la verdadera oposición y ex candidato
presidencial de la Alianza PLI, el del Movimiento Renovador Sandinista, MRS, y
el del Movimiento Patriótico Republicano, MPR, expresando con la mayor claridad
posible de que en las condiciones en que se estarían desarrollando las
elecciones municipales, las mismas que ampararon y propiciaron el fraude de
Noviembre del 2011, participar en ellas seria ser cómplices de un nuevo asalto
a la voluntad popular, ya que ni habría por qué ir a votar, ni mucho menos por
quién votar.
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