martes, 21 de abril de 2020

MIGRACION EN TIEMPOS DE COVID 19


De acuerdo a los resultados de la Encuesta Continua de Empleo del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos, INEC[1], Costa Rica presenta una población total de 5, 075,372 habitantes, una fuerza de trabajo de 2, 492,283 personas, de ellas 2, 182,818 personas ocupadas y 309,465 desempleados, equivalente a una tasa de desempleo del 12.4 %, una masa de sub empleados del 11.1 % y en el empleo informal el 46.5 %. Si estos números eran los indicadores al finalizar el año 2019, es evidente que al día de hoy y sumada la crisis de salud que vivimos producto de la pandemia del COVID 19, estas cifras han crecido mucho más y me refiero en específico al número de desempleados, sub empleados y trabajadores en la informalidad, con el agravante que las medidas sanitarias orientadas por las más altas autoridades del país, disminuyen o dificultan las posibilidades de que estos puedan agenciarse el gasto diario de sus hogares. Esta situación es mucho más complicada para los refugiados nicaragüenses que disponían de empleos precarios, sin la legalidad laboral exigida, mucho menos con prestaciones de ley o acceso al sistema de salud.   

El tema de la migración nicaragüense se ha visto expuesta con la crisis actual, en ocasiones con alguna razón, en otras con rasgos de xenofobia o aporofobia. La historia de las migraciones hacia Costa Rica data desde muchos años atrás, al extremo de que la población nicaragüense constituye para algunos estudiosos del tema el 7 % (350,000 personas) y para otros el 10 % (500,000 personas). El científico social Alberto Cortes Ramos caracteriza en su estudio “La inmigración nicaragüense en Costa Rica desde una perspectiva de larga duración: trayectoria y desafíos[2] el flujo migratorio en tres grandes periodos: 

Ø  El primero, desde finales del Siglo 19 hasta mediados del Siglo 20, vinculado a la construcción del ferrocarril, la explotación minera y la instalación definitiva de las plantaciones bananeras.
Ø  El segundo, desde 1975 hasta 1990, pasando de una migración laboral a una de carácter política, que abarca los periodos de la dictadura de los Somoza, la Revolución Popular Sandinista y la llegada de la democracia en 1990.
Ø  El tercer periodo, abarcaría desde 1990 hasta el 2005 aproximadamente, transformándose nuevamente en una migración económica, luego de la aplicación de los programas de ajustes estructurales promovidos por el Fondo Monetario Internacional, FMI, en los tres gobiernos de la post revolución.

Todo este fenómeno migratorio sirvió para fortalecer la economía costarricense en general y la economía familiar en particular. La agricultura intensiva, con mucha mano de obra nicaragüense, favoreció el desarrollo de la agro exportación. La construcción, igualmente con la mayoría de obreros nicaragüenses, permitió la modernización arquitectónica de la Gran Área Metropolitana, fundamentalmente en San José la capital del país, con el surgimiento de condominios, malls, centros comerciales, edificios de apartamentos, etc. Los hogares costarricenses fueron beneficiados grandemente, toda vez que les permitía, sobre todo a las mujeres, desarrollarse profesionalmente sabiendo que el cuido de los niños, las labores domésticas y la atención a los adultos mayores recaía en las empleadas domésticas nicaragüenses. Muchos sectores con educación media, abandonaron las áreas de la economía que requerían mano de obra poco calificada para mejorar su preparación y desarrollarse en otras actividades más remuneradas, tales como la informática y el sector turístico. Las cifras actuales indican que la población migrante contribuye con el 12 % a la producción nacional (OCDE 2018)

A partir de abril del 2018, se marcó un hito en los procesos migratorios entre Nicaragua y Costa Rica. Por primera vez en la historia, un volumen inmenso de perseguidos políticos ingresaba al país para salvaguardar la vida e integridad personal y familiar. En menos de un año, era el 20 % del total que existía desde décadas atrás, calculándose que a mediados del 2019 habían ingresado cerca de 70 mil refugiados nicaragüenses. A la fecha, las autoridades de Migración y Extranjería calculan en 100 mil la cantidad total. Una nueva crisis política, en el hilo interminable de los ciclos de violencia de nuestra historia nacional, era la causa fundamental de tal éxodo masivo. Atrás quedaba la complacencia de gobiernos y empresarios, nacionales y extranjeros, con el modelo de consenso impulsado por el Presidente Daniel Ortega, hoy señalado de cometer crímenes de lesa humanidad. La matanza perpetrada por el régimen descubría la verdadera esencia de quien meses antes era alabado como el nuevo paradigma del desarrollo económico, al mantener un crecimiento sostenido del PIB superior al 4 % y grandes niveles de desigualdad social. Era el fin de la burbuja. 

El exilio político consecuencia de la Crisis de Abril tomaba a los costarricenses con una economía frágil, un histórico 12.4 % de desempleo, los precios de los commodities en descenso y con el inicio de una fractura social vinculada a temas políticos. A pesar de que la actual oleada migratoria presenta características diferentes a las anteriores, por ejemplo, el nivel académico, el 53 % son estudiantes universitarios, técnicos medios y superiores y profesionales[3], las posibilidades de inserción laboral son muy limitadas. El peligro latente es la exacerbación de falsos nacionalismos, xenofobia o simplemente la protesta de sectores ciudadanos, que actualmente están en el desempleo, en contra del gobierno por “favorecer” con empleo a inmigrantes nicaragüenses por encima de los trabajadores ticos.

 Esta situación se agrava con la pandemia actual del COVID 19, ya que las medidas que obligatoriamente tienen que tomar las autoridades nacionales para combatirla, provocan mayor desempleo y desestabilización de la economía costarricense, al igual que en el resto del mundo. Según cifras del Banco Mundial, el PIB global latinoamericano descenderá, como consecuencia de la pandemia, en 4.6 % y pronostica una contracción del 3.3 % para Costa Rica[4]. Una de las medidas tomadas es el cierre total de la frontera norte para evitar el ingreso de migrantes irregulares provenientes de Nicaragua, sobre todo como una prevención debido a las políticas irresponsables y hasta criminales del gobierno de Daniel Ortega en el tema de salud, ya que han hecho caso omiso a las recomendaciones de la OMS y en cambio desarrollan acciones que propician el contagio masivo. 
 
Los últimos acontecimientos en la frontera tico – nica son altamente preocupantes. Muchos nicaragüenses en calidad de migrantes irregulares pretenden cruzar a Costa Rica, en momentos en que el país ha tomado todas las previsiones para evitar la expansión de los contagios. No se puede permitir exponer a la población a un potencial contagio y el gobierno hace lo correcto. Existe una presencia policial como nunca antes se había visto, ni siquiera durante la guerra contra la dictadura de Somoza, que incluye helicópteros, avionetas y drones. De pronto aparecen personajes que se ocultan cobardemente detrás de un pasamontañas y “fusilito” en mano llaman ridículamente a las armas en contra de la “invasión” de nicaragüenses. Otros, de manera alarmante hablan de miles y miles de irregulares que cruzan la frontera hacia las plantaciones agrícolas, pero culpan a las autoridades nacionales en lugar de apuntar sus acusaciones a los empleadores, que con tal de evadir sus responsabilidades patronales, prefieren saltárselas para conseguir mano de obra barata.  

No se explica cómo llegan tantos compatriotas, logrando la mayoría cruzar la guardarraya, ya que por fuentes del mismo gobierno de Managua se conoció que el Ejército Nacional estaba dislocado en toda la frontera para evitar la salida de migrantes hacia el país vecino[5], sin embargo, según fuentes gubernamentales costarricenses, han sido rechazados cerca de 6000 migrantes irregulares en territorio tico, lo que no hace más que sembrar la duda sobre las verdaderas intenciones de Ortega, ya que una vez más se confirma que el famoso “Muro de Contención” del que tanto se vanaglorian los jerarcas militares y policiales, no es más que mera propaganda para el consumo internacional.
Si asumimos esta “efectividad” para detener la migración irregular hacia Costa Rica, ya podremos imaginarnos lo que pasa en la lucha contra el narcotráfico y el crimen organizado. Habría que esperar un mayor repunte de este flagelo, aprovechando la crisis del Coronavirus y la laxitud (o complicidad) de las autoridades nicaragüenses. En estos momentos y desde la mayor responsabilidad posible, es importante plantear a nuestros connacionales, aquí y en Nicaragua, que hay que permanecer en casa, ni aquí la situación es favorable para el ingreso, hablando en términos económicos y de salud para los que quieren venir, ni allá es seguro hablando en términos de salud y seguridad personal para los que quieren irse.   




[1] https://www.inec.cr/encuestas/encuesta-continua-de-empleo
[2] https://www.academia.edu/4106231/Conferencia_CIICLA_La_inmigraci%C3%B3n_nicarag%C3%BCense_en_Costa_Rica_desde_una_perspectiva_de_la_largaduraci%C3%B3n_trayectoria_y_desaf%C3%ADos
[3] De la represión al exilio. Caracterización sociodemográfica, organización y agenda de apoyo. Fundación Arias para la Paz y el Progreso Humano.  
[4] https://www.dw.com/es/coronavirus-crisis-del-covid-19-sumir%C3%A1-a-latinoam%C3%A9rica-en-fuerte-recesi%C3%B3n/a-53101689
[5] https://www.laprensa.com.ni/2020/03/25/politica/2655329-ejercito-de-nicaragua-cierra-de-forma-discreta-los-puntos-ciegos-de-la-frontera-con-costa-rica

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