Me preguntaban el día de
ayer algunos amigos a través del “feis”, que ¿Dónde estaban los retirados del
Ejercito y los desmovilizados del SMP, que en algunas ocasiones habían salido a
protestar por sus pensiones o alguna que otra reivindicación? Que siempre decían
que irían con todo y hasta las últimas consecuencias y que siempre los había
apaleado la policía me agregaban, con la intención manifiesta de meter puya. Incluso,
me decían, hasta huelga de hambre hicieron y a Daniel le valió madre, porque además
eso es lo que le han valido todos los muertos de estos días.
Realmente es complicado
explicarle a la gente lo que debe estar pasando por la cabeza de tantos ex
militares y desmovilizados del Servicio Militar, porque solo estando en sus
carnes uno puede saber lo que en sus vidas ocurre. Los dos casos, retirados y
desmovilizados, son distintos. Unos fueron oficiales y los otros fueron
soldados que combatieron en virtud de una ley, la Ley del SMP. Los primeros,
los oficiales que salieran antes del 94, fecha en que se fundó el Instituto de
Previsión Social Militar, IPSM, no tienen (tenemos y me agrego) derecho ni
siquiera a ser reconocidos como trabajadores del estado sandinista de aquella
época y por consiguiente no hay derecho a pensión y ahora con el clavo del
INSS, eso se antoja más difícil que sacarse el premio mayor navideño sin
comprar la lotería. Los desmovilizados no tienen ni siquiera derechos, pues les
dicen ahora, que ellos “solo” estuvieron dos años y fue por una Ley de la República.
Sobre estos últimos fue que recayó todo el peso de la guerra de los años 80 y
fueron los que pusieron los muertos. Habrase visto!
Muchos ex oficiales abrigaron
la esperanza de que con la llegada de Daniel al poder en el 2007 verían
cristalizadas sus sueños de un buen trabajo, una buena pensión, atención médica
gratuita y preferencial en el Hospital Militar y un buen paquete navideño, con
pavo incluido, cada 24 de diciembre. Suponían que por haber sido la punta de
lanza de las asonadas de los 16 años “neoliberales” lo tenían de sobra
merecidos. Además, durante todos esos años, fueron los famosos “comandos
electorales” que garantizaban votos,
legales o ilegales, robaban cédulas para que los de la “derecha” no pudieran
votar, cambiaban boletas, preñaban urnas, etc, etc. Pero nada de esto pasó.
Poco a poco se vieron relegados por un montón de chavalos de una nueva juventud
sandinista y finalmente se volvieron indeseables e incómodos para la que
estructuraba el país a su medida.
Nuestro hermano de lucha y
de sangre, el Teniente Coronel Irving Dávila Escobar, logró llegar hasta muchos
de ellos para explicarles las reformas a la ley que debería atender la
situación de más de 12,000 oficiales retirados, reformas que el preparó con la
diligencia y el entusiasmo que le caracterizaba. Se sentó con ex oficiales que
no nos podían ver ni en pintura, pero los persuadió del engaño y el abandono al
que aún, al día de hoy, están sometidos. Muchos lo oyeron y lo entendieron.
Otros quizás prefirieron continuar bajo el alero del orteguismo, sin esperar
nada a cambio (porque ya no hay nada que dar). No sé cuántos están todavía con
Daniel y la Rosario ni si aún continúan con su pobreza. Por eso, cuando me
cuestionaban que ¿dónde estaban los ex militares? solo atinaba a preguntarme:
¿Que podrán tener en común estos compañeros con una casta de multimillonarios
“socialistas, cristianos y solidarios”, que visten trajes Armani, usan relojes
Rolex, calzan zapatos de diseñador, andan en carros de lujo, muy escoltados y
derrochando lo que nunca se ganaron trabajando? No sé cuantos han estado
apoyando a los chavalos en su lucha, abrigo la esperanza de que sea la mayoría
y que en donde estén alcen su voz y se pongan al lado del pueblo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario